Tú eres el hombre que amo

Capítulo 42

Owen 

 

Celeste no aparta la mirada del anillo en su dedo mientras los demás la abrazan, hay una sonrisa de auténtica felicidad que ocasiona en mi pecho un maldito orgullo que no puedo ocultar, porque yo he sido el causante de esa felicidad. Sus ojos resplandecen con las luces del lugar, pero la sonrisa en esa deliciosa boca pintada de pecado es la cosa más impresionante. Una sonrisa autentica y real, tan amplia como la que yo tengo en este puto momento. 

Y sé que la estoy mirando como se mira a la mujer que uno desea con su cuerpo y alma, ya me estoy decidiendo qué partes son las que quiero probar primero de ella. Cómo arrancaré ese vestido de su cuerpo y de qué manera le sacaré los gemidos, o los gritos de placer que quiero para esta noche. 

Necesito tomarla, amarla y besar cada centímetro de su cuerpo, perpetuar que aceptó casarse conmigo, con el idiota que en el pasado rompió su corazón, pero que aprendió de sus errores, porque no había lugar en este mundo donde mi apellido no esté después del nombre de ella. Desde el primer momento en donde la miré, Celeste se ganó todo lo que soy y ella lo sabe, ella sabe que me vuelve completamente loco y eso no lo cambiará. 

—¡Qué bonito mami!—la voz de nuestra hija se alza sobre la demás, Celeste le sonríe y acaricia su cabello con afecto. Helena está sonriéndole a la pequeña mientras la carga, ya que Aida se quedará esta noche en su apartamento. Celeste y yo tenemos asuntos que tratar, solo nosotros. 

—Pestañea al menos—la voz de Carter me hace apartar la vista de Celeste y mirarlo. Tomo de la copa de vino en mis manos, porque en el invernadero logré organizar la pequeña reunión de celebración.  

—¿Y perderme, aunque sea un poco de lo hermosa que se ve mi prometida? No es necesario—susurro y vuelvo a enfocar mis ojos en la sonrisa de Celeste y como se divierte con los demás, casi quiero raptarla lejos de todas estas personas. 

Pensándolo bien, fue una pésima idea invitarlos a todos, ahora debo esperar el tiempo necesario para que no se vea grosero huir con mi prometida para poder completar lo que deseo hacerle.  

Celeste levanta la mirada chocándose con mis ojos y me sonríe a la distancia, me lanza un beso que ocasiona que nuestra hija también gire a mirar lo que llamó la atención de su madre, de inmediato ella sonríe y baja de los brazos de Helena para correr hasta donde estoy, sonrío un poco tomándola en brazos. 

—¿Te diviertes princesa?—cuestiono a mi hija, apartando la mirada de Celeste para darle la atención que ella siempre quiere. Aida sonríe mostrándome todos sus pequeños dientes, lleva un vestido azul que parece brillar con todas las luces y su cabello va suelto en sus rizos naturales. Siempre que veo a mi hija me sorprendo con el parecido que tiene de mí, Celeste tiene razón en sentirse estafada, esta niña es mía totalmente. 

—Papi, mami parece princesa de Disney—abre sus ojos verdes de manera grande como para enfatizar lo que dice, yo sonrío y beso su frente. 

—Tienes razón princesa, aunque sería una reina porque tú eres nuestra princesa de Disney—ella se ríe totalmente encantada con mis palabras y luego se sonroja mirando a Carter. 

—Hola princesa—hago una mueca cuando él estira las manos para tomarla y contra las ganas que tengo de sostener a mi hija, se la tiendo un momento. Aida no parece estar sufriendo con el cambio porque tiene esos ojos soñadores y mejillas totalmente enrojecidas ocasionando que yo frunza el ceño. 

Esta niña será un dolor de cabeza dentro de algunos años, ya me imagino alejando a cualquier idiota que se atreva acercarse a ella, aunque tengo el presentimiento de que será Aida quien lleve por el mal camino a los demás, es muy traviesa en su corta edad y además parece tener un enamoramiento por cualquier hombre que se vea bien. 

Que el señor me ampare porque en unos años seré un asesino. 

La risa de Celeste me hace volver a mirarla, sus ojos me están seduciendo desde la distancia. Sonrío y tomo otra copa dándole un trago. A este paso creo que me embriagaré de alcohol y no con la esencia de mi mujer cuando la tome de todas las formas en las que estoy pensando. 

Mis manos pican por tocarla y la manera en que su respiración parece un poco más superficial aun a la distancia, me hace saber que ella está tan afectada como yo. Creo que no soy el único que está pensando en lo que haré cuando la desnude. Quiero probar cada parte de su cuerpo, hacerla gritar del placer. 

—Creo que esta fiesta ya debe terminar—anuncio en una voz lo suficientemente alta como para que todos me escuchen, veo como d manera disimulada todos consiguen decir que tienen algo pendiente y comienzan a despedirse. Sonrío por eso y veo como poco a poco se alejan. 

—Hoy dormirás con la tía Helena—anuncia la pelirroja a mi hija, su sonrisa flaquea cuando nota que es Carter quien la sostiene, aun así, se acerca y la toma de las manos de mi mejor amigo. 

—Despídete de papá—susurro a mi hija, ella besa mi mejilla de manera ruidosa. 

—Adiós papi Owe—beso la frente de mi pequeña y ellas se alejan a Celeste para despedirse y luego irse. 

—Comprueba que lleguen bien, por favor—le pido a Carter con la vista fija en Helena y mi hija. 

—Está bien, disfruten—él se despide de Celeste y cuando solo quedamos nosotros me acerco a mi prometida quien m está sonriendo con dulzura. 

—Por fin solos—murmuro y la tomo de la cintura. El rojo le queda espectacular a Celeste, su piel parece brillar bajo las luces del lugar. 

—Ya podemos irnos nosotros también—comenta ella acariciando mi mejilla, sonrío y beso sus nudillos. 

—Vamos—la hago caminar hacia el chofer que nos espera. Abro la puerta para Celeste y luego entro yo, apenas pongo el culo en el asiento ella trepa hacia mi sentándose ahorcadas, el vestido se amontona debajo de su culo y cierro con las cortinas para que nuestro chofer no pueda ver nada.  




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