Tú madre, Yo hijo

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Por fin me habían inscrito en la primaria. Habían pasado los meses veloces de este estío. Mamá me compró una bonita mochila color marrón y muchos útiles escolares, aunque hizo un gran esfuerzo, le alcanzó para comprarme hasta zapatos nuevos. Así que a vivir la experiencia en el cole.

Cuando mamá regresó por la tarde a casa me vio con la cara demudada.

—¿Qué te ocurre mi amor? ¿Te ha hecho algo la señora Dalva?

—No mami, fueron los chicos del cole. Me han dado empellones y me han dicho "Niño de mamá", varios de ellos son vecinos nuestros, saben bien como me tratas, algo muy inusual para el barrio. Me entristece que no me quieran en el cole. 

—Vaya niños tan estúpidos. Me gustaría tanto inscribirte en otro colegio más en el centro, pero esto dificultaría a la señora Dalva recogerte, Ya veré como lo soluciono pero de que lo arreglo dalo por hecho.

Mamá habló con el director del cole, y aunque este prometió poner cartas en el asunto, en realidad dio muy pocos resultados porque tampoco mucho se hizo, es más que común que los adultos le den poca importancia al bullyng infantil. Pero mamá no podía ni trabajar de saber que yo sufría, así que ideó un plan, de esos que se le ocurren a las madres, inventivos y que surten efectos de inmediato. 

—Quiero que invites este domingo a los niños del barrio que van a tu cole a comer a casa, haré una pequeña fiesta para celebrar el inicio escolar.

—Sí, mami, aunque no sé si vengan.

Los niños no solo vinieron, sino que además se les notaba muy felices, comían y comían las viandas que mamá había preparado. Con esto bastó para que ningún chico del barrio me volviese a molestar, tenían la esperanza eterna de volver a ser inivtados a comer a mi casa algún otro día. Así de inteligentes son las madres.

Apenas llegaba mamá a casa revisaba mis tareas escolares, ella realmente estaba muy comprometida con mis estudios. Yo correspondía poniendo mucha atención en clase y sacando las mejores notas posibles. Mamá me premiaba con besos en la frente. 

Un día de estos pasó algo terrible. Mamá cayó en cama, al parecer había comido algo que ya llevaba varios días en nuestros estantes, esto para no desperdiciar. Me dolía tanto verla enferma, con algo de fiebre. Permaneció en casa tres días, a ella le urgía cuanto antes ir a laborar, y es que una cosa es que sus patrones fuesen generosos y otra tolerantes, gracias a la señora Dalva y otras amigas vecinas se recuperó pronto, todas le llevaban tés medicinales y pastillas de farmacia. Finalmente se puso en pie y como siempre me llevó al colegio para después marchar a trabajar. Esta experiencia de verla enferma me sacudió profundo, aún en el cole pensaba en lo que sería de mí si la perdiese, menos eso, no quería perderla. Mamá era mi gran amor, el único que tengo, que conozco. Bueno, también está Videl, pero el es un perro y no da besos, sino lenguetazos. Cavilaba sobre cómo podría obtener dinero ahora mismo, y así ella no tuviese que comer sobras, sabía que varios niños trabajaban en la playa o como ayudantes en el centro pero todos eran un poco más mayores que yo, de menos tenían ocho años.

—Branko, oye, ¿Creés que yo pueda trabajar contigo en el puesto de frutas?

Branko rió como nunca. 

—¿Tú? No ves que eres demasiado pequeño. ¿Y que no te trataba tu madre con pétalos de rosa?

—No es por mí, es por ella. Apenas ayer... —Branko me hizo un ademán de que tenía que irse a jugar en la cancha del cole, además de encoger los hombros, a él mi vida familiar poco le importa.

No sé porque lo hice. Por la noche pregunté a mamá si podía conseguirme un trabajo en la casa donde laboraba. Mamá se quedó sin aliento  y se echó a llorar. Me abrazó con mucha fuerza. Repetía "No, no". No sé tampoco porqué lloró. 

 

 

 




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