Tu piel tiene letras

Capítulo I: Dulce preludio

Todo comenzó cuando debía terminar. Una eufonía casi celestial recreaba el ambiente, antes desconsolado por el fracaso en la búsqueda del verso perfecto. 
No era el tiempo, el espacio, ni todo a su alrededor lo que detenía el desarrollo de su gran “obra de arte”, era ella, pero no se daba cuenta. 
Uno de esos veranos aburridos en que las personas no hacen más que tareas rutinarias, y no se fijan en el aspecto del cielo, la forma de las nubes o el clima, debajo de un árbol de Aragón que le brindaba una sombra en forma de aves voladoras; un espacio pequeño, siempre solitario, cubierto de gramas, geranios y clavelinas, donde en cualquier época del año la brisa era relajante, estaba esa joven de piel canela y ojos intensos. Aquel rincón era su paraíso. Allí amó la literatura por primera vez. Allí, en mágicos instantes, había escrito innumerables poemas. 
Se llamaba Ydine. Amaba la lectura, la música y sobre todo escribir: poesía y relatos breves de amor; pero siempre en secreto. Esto le era más satisfactorio que estar en una fiesta o hacer cualquier actividad que las personas entendían, eran normales para una adolescente.  
Quería explicar que había más en el mundo de lo que se podía ver, no era vivir por vivir, sino encontrar ese motivo que le diera emoción y colores a la vida. 
Era necesario tomarse aunque fuera un momento, para contemplar el detalle tan simple y fantástico que ofrecía la naturaleza, echar a volar la imaginación de vez en vez y creer en lo imposible. ¿Acaso no es hermoso observar las estrellas, sentir la brisa del mar con los ojos cerrados o el olor a lluvia? El afán cotidiano no permite apreciar el atractivo en todo eso. 
Cuando Ydine escribía, era como si se abriera un portal prodigioso entre el mundo tangible y lo impalpable, como si el acto de escribir creara un lugar en el que poseía súper poderes, donde se sentía segura. Una burbuja que le permitía enfocarse en lo que amaba, donde solo a ella le estaba permitido entrar. 
Crear una escena, formar una historia de la nada, era más emocionante que pegar un gol o batear de jonrón. Pero como sucede a veces, las personas cambian su mentalidad y abandonan sus sueños. Pasó el tiempo e Ydine comenzó a perseguir esos espejismos que todos ansían. Debía encajar en la sociedad: estudiar, trabajar, seguir la corriente. Así que abandonó la escritura, al creer que no tendría futuro en eso, tampoco mantenerse en la misma concordia que sus amistades, porque era diferente.  
Las palabras enterradas y la inspiración, se volvieron invisibles para Ydine, pero…  todo comenzó cuando debía terminar. 

  
 




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