Tu verdadero nombre

CAPÍTULO 3

Cada minuto que pasa es más lento que el anterior. ¡No puedo con estas ansías! No pude dormir completamente bien, y es entendible. Cada que mi cabeza recuerda la suerte que tuve en que Ada no me rechazara y, además, estuviera interesada en interactuar conmigo, me quedo asombrado. Posiblemente esto sea el inicio de una historia más allá… ¡NO! Debo relajarme, me estoy imaginando muchas cosas. Siempre hago lo mismo. Tengo que mantener la compostura y separar lo que es real a lo que es simple fantasía creada por mi subconsciente. ¡PERO DE VERDAD NECESITO QUE ESTA CLASE TERMINE! No he podido ponerle atención a la profesora por estar pensando en la cita que tendré con Ada después de esta clase. Me sudan las manos si lo pienso, además de que siento una presión muy rara en el pecho hasta el punto de querer desmayarme. Tengo miedo, eso es un hecho, pero estoy tan feliz de que por fin me salgan las cosas bien que este sentir parece innecesario.

  • ¡David! -escuché un zumbido repentino en lo profundo de mi cabeza que logró impresionarme de golpe.

  • ¡SÍ! -contesté al instante por mera reacción. Quien me hablaba era la profesora. Sentí la mirada de todos, tan punzantes como siempre, sobre mi ser.

  • ¿Has estado poniendo atención? Lo que acabo de decir es sumamente importante para tu formación académica.

  • Claro… -intenté disimular, no tan convencido.

  • Perfecto -dejó escapar una sarcástica sonrisa-, ¿qué dije?

  • Yo… -tragué saliva a la par de sentir una gota fría que recorrió mi frente. Para mi suerte, justo cuando iba a abrir la boca para decir una incoherencia, la campana que marcaba el final del día sonó con mucha fuerza.

Salí casi corriendo del salón, como si la alarma escolar me hubiera puesto en un modo automático donde la ponía como prioridad a ella que contestar la pregunta de mi propia maestra. Pude ver de reojo que intentó detenerme, pero no lo hizo. Estoy seguro que no podía hacer nada una vez la campaña había sonado, aunque sí confieso que mi reacción fue ciertamente anormal; nadie me quitó los ojos de encima hasta donde mi rango de visión alcanzó a analizar. No importa, de todos modos ya soy el raro sin amigos.

Me apresuré a la salida del instituto Terabi, con la gran suerte de que ningún obstáculo me detuvo como el día de ayer. Cuando me pongo a pensarlo, me ocurrieron cosas demasiado irreales que podría catalogar como mala suerte; Tabarosa me detuvo solamente para darme un reporte, el balón que llegó a mis manos no fue aceptado de regreso y un animal salvaje me hizo quedar mal ante alumnos y padre de familia en la calle. Aún así, todo se compensó con el milagro de conocer a Ada. Todo lo que ocurrió fue casi como un sueño… O como una serie muy curiosa de coincidencias.

  • Ada… -susurré al salir del colegio y verla a lo lejos, en el lugar donde habíamos acordado, con un libro en la mano como si tuviera todo el tiempo del mundo para quedarse ahí. Me acerqué rápidamente, se veía muy linda.

  • ¡David! -exclamó al percatarse de mi presencia a unos metros de distancia- Creí que me ibas a dejar plantada, ya llevo varios minutos aquí.

  • ¡PERDÓNAME! -imploré con preocupación al llegar a ella- Traté de ser muy veloz, pero….

  • No es cierto, tontito -mostró una hermosa sonrisa-. ¿Cómo crees que llevo tanto tiempo aquí si las clases apenas acabaron? Fue una bromita, acabo de llegar.

  • Menos mal -suspiré en voz baja.

  • Siempre dices cosas muy raras -guardó su libro en una de las bolsas que tenía su mochila-, pero es parte de tu encanto. Invité a una amiga para que viniera también, ¿está bien?

  • ¿Una amiga? -cuestioné un poco nervioso. Apenas conocí a Ada, y ahora conocería a otra persona. Aún así, los nervios desaparecían en cuanto recordaba que estaba junto con Ada; ella me da paz.

  • Sí, tal vez la conozcas, va en Terabi también… Y me parece que en tu misma generación.

  • ¿¡De verdad!? -expresé con gran sorpresa- ¿Cómo se llama?

  • Soy Ana -contestó una voz detrás de mí-. Bueno, me llamo Anastasia, pero por favor dirígete a mí como Ana.

Al voltear, pude vislumbrar a una chica que, en efecto, yo ya conocía. Anastasia Fiom es una chica que va en mi salón, aunque no es la más popular de todas. Sí tiene amigos, pero parece que prefiere estar sola la mayoría de las veces. Tiene un estilo muy peculiar, pero bastante atractivo; se tiñe partes de su cabello en un tono carmesí apagado y usa lentes que, a pesar de ocupar gran parte de su cara, le quedan muy bien. Sus ojos son casi grises y usa pulseras de bandas musicales que me gustan bastante. Es muy linda. No por nada he visto a lo lejos cómo ha rechazado más de una vez a aquellos valientes que se atreven a externar su amor en San Valentín o en días especiales. Es una chica inteligente, pero muy reservada. Siempre he querido hablarle porque siento que tendríamos buena química para una amistad duradera; siento que somos compatibles. ¡Y una vez más, estoy teniendo mucha suerte al conocerla!




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