Tu verdadero nombre

CAPÍTULO 4

  • ¿En qué piensas, David? -cuestionó Ada al recargar su cabeza en mi hombro. El rico olor de su cabello me puso tremendamente nervioso.

  • N...Nada importante -traté de controlarme-. Parece que hoy hay mucha gente, ¿verdad?

  • Sí, qué horror -contestó Ana.

  • ¿Cuál horror, babas? ¿No te da energía cuando ves a tanta gente en un mismo punto? Todo se siente vivo -dijo Ada al volver a sentarse recta. Respiré un poco.  

  • Tú sientes energía porque eres una bruja de cabello rosa -respondió Ana con una risa.

  • Pues si yo soy una bruja, tú eres el sapo de cabello rojo que meto en mis pociones.

  • ¡Yo no estoy enana ni verde! -reclamó Ana.

  • Pero hueles como uno -profesó Ada con gran confianza. Quise reír, pero le recé a todos los dioses para que no saliera de mí alguna reacción ante tan buena respuesta. Apreté los dientes tanto que me dolió la mandíbula.

  • Ay, no sé por qué soy tu amiga -expresó Ana, al parecer algo molesta por el comentario.

  • ¡No es ciertoooo, hermosa! ¡SABES QUE TE AMO! -Ada se abalanzó violentamente en un abrazo que, ojalá, me hubiera dado a mí.

  • ¡PERO MI CABELLO! -expresó Ana mientras intentaba zafarse de su compañera.

Verlas en este tipo de situaciones me hacía feliz. Su mera presencia era suficiente para que una sonrisa estuviera reflejada en mi rostro a casi todas horas. Sus ocurrencias eran verdaderamente originales. La conexión que se sentía entre nosotros relajaba mi corazón y me ponía de buen humor. En verdad me sentía muy feliz al tener amigos. No recordaba lo lindo que era.

  • Bueno, no es que me quiera ir -empezó Ana al levantarse rápidamente-, pero aquí se rompió una taza.

  • ¿Cómo? -cuestionó Ada.

  • Y cada quién para su casa -completé al levantarme también y extender mi mano para que Ada se levantara. Ella quedó confundida, pero Ana me dirigió una sonrisa sincera.

  • Mi hogar queda por allá -señaló al contrario de donde habíamos venido-, así que tendremos que separarnos.

  • Te acompañamos -empecé-, está oscureciendo y puede ser peligroso.

  • Tranquilo, no está nada lejos. De hecho, no tardaré en llegar ni cinco minutos. Mejor acompaña a Ada, que ella tiene que regresar todo lo que caminamos hasta acá.

  • ¿Segura? -insistí.

  • Yo siempre estoy segura -me guiñó el ojo. A Ada la abrazó, pero a mí simplemente me hizo un movimiento de manos antes de alejarse-. ¡OH! Casi lo olvido -regresó, se paró en frente de mí, sacó una pluma y una libreta pequeña  de su mochila en donde se puso a anotar algo, arrancó la hoja, la dobló y me la entregó-, esto es secreto, así que ábrela en tu casa y no se lo enseñes a Ada porque me voy a enojar con los dos.

  • ¡Oye, no me dejes con la curiosidad! -exclamó Ada, haciendo berrinche. Guardé el papel en uno de mis bolsillos.

  • ¡Ya avisé! -expresó Ana mientras se alejaba y se perdía entre la gente que caminaba cerca de ahí.

  • Esa niña… -murmuró Ada- En fin, siempre será un misterio para mí.

  • A...Ada…- empecé con nervios- ¿Quieres qu...Que te acompañe a tu casa? Ayer te vi ir por el mismo camino que…. Que va a la mía. Tal vez podamos ir juntos.

  • ¡Sería un honor! -expresó con un brillo de felicidad en sus ojos- ¿Te imaginas que vivamos cerca? ¡Podríamos hacer pijamadas y todo!

  • Eso ya es llevarlo a otro nivel de amistad… -dije, nervioso.

  • ¿Tiene algo de malo si quisiera llegar a todos los niveles contigo? -dejó salir de su boca sin pensarlo. Así como yo, se dio cuenta al instante de lo que expresó- ¡TODOS LOS NIVELES DE AMISTAD! A veces hablo sin formular bien las cosas. Bueno, ¿vamos a nuestra casa? ¡NUESTRAS! La de cada uno. Sí… Vamos, se hace tarde -empezó a caminar, pero su titubeo la delató por completo. ¿Ahora quién era el nervioso?

Caminamos todo el camino de regreso hacia donde habíamos partido inicialmente; en la esquina de los colegios Terabi y Gleo. El frío se empezaba a evidenciar entre menos luz había en el ambiente, y también porque pude notar cómo Ada empezaba a pasar sus manos por sus brazos en un intento de calentarse. Antes de que le ofreciera mi chamarra del colegio, y como si me leyera la mente, tomó su mochila mientras caminaba y abrió el cierre de la bolsa más grande para descubrir una chamarra rosa. Así que esto es lo que llevan las mujeres en sus mochilas: ropa para el frío.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.