Tu verdadero nombre

CAPÍTULO 7

  • No creí que llegarías tan pronto, Ana. De hecho, hubiera jurado que todavía te encontrabas en tu casa arreglánd… -mis palabras se detuvieron por mero instinto.

Mientras yo hablaba, me iba acercando con pasos pequeños hacia Ana, pero los brazos de Ada habían dejado de apretar los míos y lo noté casi al instante. Al voltear hacia ella, vi cómo su mirada reflejaba algo que jamás había visto en sus ojos; no sé cómo se podría describir algo así, pero podría jurar que el enojo y la decepción eran parte fundamental de lo que Ada estaba sintiendo en ese momento.

Todavía en silencio, volteé hacia Ana, y me encontré con algo similar. Su mirada grisácea y punzante estaba enfocada solamente en su amiga, pero no salía ningún sonido de su boca. A diferencia de Ada, la mirada de Ana era muchísimo más profunda, más penetrante, casi como si estuviera manteniendo una intensa lucha en silencio que, al parecer, iba ganando.

La supremacía de Ana en la posible guerra campal de miradas se hizo evidente cuando, a mis espaldas, empecé a escuchar un sollozo suave; uno que me rompió el corazón. Al dirigir mi mirada hacia Ada, pude notar cómo sus ojos estaban llenos de lágrimas que se negaban a escapar como gotas que caen en una melancólica lluvia, pero que solamente requerían de un impulso para salir a caudales.

  • Creí que teníamos un trato, Anastasia -salieron palabras pausadas de Ada. No había escuchado nunca que se refiriera a ella de esa manera.

  • Eso debería decirlo yo, Amanda -refutó Ana con hostilidad. Los tonos de voz de ambas habían cambiado por completo.

  • Eres increíble… -expresó Ada, seguido de un respiro tan fuerte que se escuchó con gran claridad, como si estuviera a punto de desahogarse- Siempre haces lo mismo.

  • ¿Lo mismo? ¿Yo? ¿Por qué siempre…? -los ojos grises de Ana se empaparon en un segundo- ¿¡POR QUÉ SIEMPRE TENGO LA CULPA DE TODO!? -alzó la voz con un resentimiento palpable.

  • ¡Cada vez que quiero algo, tratas de arrebatármelo! ¡Siempre quieres apropiarte de todo lo que me gusta, de todo lo que soy! ¡YA BASTA! -las lágrimas de Ada no pudieron seguir encapsuladas en su guarida.

  • ¡ESTÁS LOCA, AMANDA! -gritó Ana, llamando la atención de quienes se encontraban cerca de la zona.

  • ¡TU PROBLEMA ES QUE ESTÁS CELOSA DE MÍ! -Ada respondió con la misma energía- No soportas que tu mejor amiga se robe la atención de todos los que nos rodean. No soportas quedar opacada. ¡Y tu solución siempre es tratar de quitarme lo que quiero!

  • ¡YO NUNCA TE HE QUITADO NADA, Y MUCHO MENOS ESTOY CELOSA DE TI! No tengo nada qué desearte ni nada qué envidiarte, Amanda. ¡Tienes un serio problema de vanidad!

  • Perfecto, lo que faltaba -jadeó Ada, como si le costara un poco respirar-, ahora finges demencia. ¡TODA TU PERSONA ESTÁ HECHA POR MÍ!

  • No puede ser que me quieras reprochar cosas sin sentido, Amanda.

  • ¡LO ÚNICO QUE NO TIENE SENTIDO ES ESTA MALDITA AMISTAD! - Ada gritó tan fuerte que tuvo que doblar su cuerpo al terminar con su oración, como si toda la fuerza que usó llegó directamente desde su diafragma. Un pequeño aguacero caía del rostro de Ada de manera continua.

Un silencio aterrador invadió el espacio que se había calentado tan de repente. Las hojas en el suelo bailaban suavemente con el vaivén del viento, y el sol seguía tan resplandeciente como lo había estado desde la mañana. Algunas personas continuaron su camino, sin interés en seguir soportando la incomodidad del momento. Otros cuantos tardaron un poco más en retirarse, posiblemente dominados por la curiosidad, pero la misma incomodidad los obligó a avanzar y perderse entre los caminos tan decorados de naturaleza que tenía el Parque Toboni. Los árboles tan frondosos daban la sensación de que nosotros tres estábamos encerrados en una recámara privada, sin la presencia de nadie más. No me podía mover, no entendía qué acababa de pasar.

  • Ada… -empezó Ana, un poco más serena.

  • ¡TE ODIOOOOOO! -Ada sacó su alma en un último grito antes de salir corriendo y perderse en el parque, como los espectadores lo habían hecho hace poco.

Para continuar explorando el parque, y justo desde nuestra posición, había tres caminos que se podían elegir; uno en la derecha, otro en la izquierda, y el último, el que parecía más tranquilo y misterioso, el del centro. Ada corrió y se perdió en el camino del lado derecho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.