Mi vida se ha convertido en una rutina implacable: trabajo, responsabilidades, obligaciones y compromisos que me limitan en muchos aspectos. Entre ellos, está encontrar el amor, algo que siento que se me ha negado.
Muchos solo desean mi cuerpo, atraídos por mis pronunciadas curvas. Soy una mujer diferente, con algunas libras de más, que para algunos es una delicia y para otros no tanto.
En este punto, mi soledad y yo somos una sola, somos inseparables.
Ahora mismo estoy muy nerviosa, caminando de un lado a otro por mi apartamento. Creo que voy a adelgazar; la ansiedad me está matando.
En unos minutos llega Arturo con el contrato prenupcial. Me caso con mi mejor amigo, Arturo de la Cotera, aunque suene contradictorio.
Es un hombre apuesto, sensual y muy rico, por el que cualquier mujer moriría.
Pero nuestro matrimonio será falso durante un tiempo, hasta que él cobre su herencia, y luego cada uno por su lado.
Arturo y yo somos como el agua y el aceite: somos muy distintos y vemos la vida de manera opuesta. Él solo vive el momento y al día siguiente lo olvida todo. Yo, aunque trato de ser práctica, no puedo evitar que mi enorme corazón me traicione. Por eso no tengo pareja.
Sonó el timbre y se me aceleró el ritmo cardíaco. Sabía quién estaba al otro lado de la puerta. Con las manos temblorosas, me acerqué y la abrí.
Ahí estaba Arturo, radiante, con el contrato en la mano. Al verlo, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo.
—¡Camila, mi querida amiga! ¡Aquí está el documento que nos hará libres y felices! —me dijo con una sonrisa mientras me lo entregaba. Lo tomé, lo hojeé rápidamente y, antes de guardarlo, le dije:
—Veo que todo está en orden: «No sexo, matrimonio por bienes separados, prohibido enamorarse...» —Leí en voz alta. —Aunque lo de no enamorarse suena un poco ridículo, ¿no crees? —le pregunté, y Arturo se encogió de hombros.
—Bueno, nunca se sabe. Mejor prevenir que lamentar, ¿no? Además, los dos sabemos que esto es solo un trámite para que yo herede la empresa. ¡Ya me veo de director ejecutivo y presidente de Textiles La Cotera! —dijo con brillo en los ojos. Sonreí con cariño.
—Me alegro mucho por ti, Arturo. Conozco lo mucho que has trabajado para conseguirlo. Y yo también estoy feliz de poder ayudarte. Gracias a ti, tengo un puesto increíble en la empresa —le respondí.
—Y tú te lo mereces, Camila. Siempre has sido una mujer inteligente y capaz. Recuerdo cuando nos conocimos en la universidad y me ayudabas con los deberes... ¡Gracias a ti me gradué! —me dijo riéndose. Le di un codazo amistoso.
—No te burles. Pero es cierto, hemos pasado mucho tiempo juntos. Y aunque seamos como el agua y el aceite, siempre hemos sido buenos amigos —le respondí.
—Así es. Y estoy seguro de que este matrimonio por contrato no cambiará eso. Seguiremos siendo los mismos de siempre, solo que con un anillo en el dedo —me respondió guiñándome un ojo.
—Eso espero. Porque, aunque mi vida personal sea un desastre y haya decidido cerrarle las puertas al amor, valoro mucho nuestra amistad.
Arturo me abrazó con cariño.
—Yo también, Camila. Eres una gran amiga y sé que juntos lograremos muchas cosas. ¡Ahora firmemos este contrato y brindemos por nuestro futuro! —me dijo, levantando una copa de champán. Tomé mi copa y lo miré a los ojos.
—¡Por nuestro futuro! Y que este matrimonio solo nos traiga cosas buenas —le respondí.
Tras brindar, bebimos el champán, sellando un acuerdo que cambiaría nuestras vidas por completo.
*****
POV de Arturo.
Al salir del apartamento de Camila, sonó mi móvil y era Aby. Al ver su nombre en la pantalla, se me dibujó una sonrisa. Aby es mi pasatiempo favorito, una mujer que me enciende con solo una mirada. La deseo con todas mis fuerzas y sé que ella también me desea a mí.
—Hola, mi amor. ¿Ya estás libre? —me dijo con su voz sensual y juguetona.
—Sí, mi vida. Acabo de salir de una reunión aburrida, ¿qué te parece si nos vemos en mi apartamento?
—Me parece una idea fantástica. Tengo unas ganas locas de verte y de hacerte cosas malas.
—Pues prepárate, porque yo también tengo muchas ganas de ti. Te voy a comer entera.
—Me encanta esa actitud. Te espero con ansias, mi amor.
—Yo también, mi vida. Nos vemos en un rato.
Colgué el teléfono con una sonrisa maliciosa. Aby es una mujer ardiente y apasionada, y sé que la noche será larga y placentera. Me excita la idea de tenerla entre mis brazos, de besarla y hacerla gemir de placer.
Mientras conducía de vuelta a mi apartamento de soltero, no pude evitar soltar una carcajada.
¡Qué genio soy! ¿Cómo logré idear un plan tan perfecto para heredar sin tener que renunciar a mi libertad? ¡Soy un maestro! Y lo mejor de todo es que mi querida Camila aceptó sin dudarlo.
Ella es la mujer perfecta para este matrimonio de mentiras: sensata, de confianza... Bueno, digamos que sus curvas no me incitan a tener pensamientos impuros.
#925 en Novela romántica
#279 en Novela contemporánea
mujer con curvas, matrimonio por contrato, herederomillonario
Editado: 12.02.2025