Tus Lemas

Capítulo 1

El verano es mi época favorita del año. No precisamente por el calor que a veces resulta agobiante, sino, por el hecho de poder desconectarme de mi rutina por un rato. Éstos últimos meses habían sido agotadores y exhaustivos. La universidad consumió mi vida social a tal punto en el que el único momento en donde pisaba pie fuera de mi casa, era para ir a cursar. Cuando habían conversado conmigo acerca de nuestro próximo destino para vacacionar, acepté con facilidad lo que sea que quisieran proponerme, y así escapar de mi mente ocupada en textos universitarios. La idea resultó relajante desde el comienzo. El mar, la arena y el poder reunirme con mis amigos, que casualmente pasarían unas semanas también por allí, es lo que venía necesitando desde hace tiempo para desconectarme un poco luego de unos meses agotantes y fatigosos.

Al principio, todo redondeó bien de esa forma. A excepción de que, luego de otra conversación, terminaron optando por irnos junto a la familia del novio de mi hermana. Su familia tiene un complejo a un par de cuadras de la playa, por lo que nos invitaron a pasar allí las vacaciones. No resulta tan mal, porque de hecho, el complejo es grande, espacioso, y está muy bien ubicado. Por lo que, con tantas condiciones, ambas familias podríamos ir y ubicarnos con comodidad y hacer del verano algo en conjunto. Tampoco estaba alejada del centro, y eso fue lo que más llamó mi atención, al advertir que en aquella ubicación es en donde se encontrarían mis dos mejores amigos. Stace, y Chad. Al principio consideré bastante el venir de esta forma, pero mis padres insistieron y mi hermana persistió en esa idea, a tal punto de meterla en mi cabeza para que termine realmente aceptando y yendo con ellos, sin miembro faltante. Después de todo, mis padres conocen a los de Brad y decían desde el principio que es una familia realmente afectuosa y cordial. No podría salir mal, no desde su perspectiva, al menos.

Yo, sin embargo, no tuve la oportunidad de conocerlos aún. Solo a su novio, Brad, con quien pasé el rato en más de una ocasión cuando se presentó en casa las primeras veces para cenar. Siempre me había fascinado y adorado que Erin, mi hermana mayor, haya encontrado a una persona como él. Es todo lo que ella necesita en sí misma, y creo que todos los que la conocemos nos percatamos de ello al instante. Alguien que le de confianza y seguridad; y sobre todo, sentirse amada. Siempre había dado todo de ella, y nunca se esforzó en demostrar lo contrario. El bienestar del resto palpaba más que el suyo propio. Brad posiblemente había sido la mejor opción que tuvo en años, un tipo sereno y estable, dispuesto a brindarle el cariño que ella siempre quiso, y en recibirlo de igual manera. Aunque borro ese pensamiento tan sentimental y de apego cuando oigo el grito irritante de ella retumbando en mis oídos, haciéndome pegar un brinco ante el sobresalto.

—¡Audrey! Entiendo que no quieras ayudar en nada, pero es la primer cena en familia que vamos a tener todos, ¿podrías aunque sea mover el culo? —me pregunta con impaciencia, y con su voz cargada de nervios. Tensa. Solo le falta que tenga los pelos de punta. Bueno, ahora que la miraba bien...

—Erin, frena un poco. Falta media hora para ir a lo de tus suegros, ¡y están a dos metros cruzando nuestra maldita puerta! Cálmate de una vez —suplico y suspiro, agarrándola de los brazos y sacudiéndola un poco pero sin conseguir relajarla. Apenas se asoma un atisbo de sonrisa.

—No puedo calmarme. ¡Nuestros padres llegaron de la playa hace diez minutos, recién se están bañando! Y ni hablar de ti, que estás en.. —me escanea por unos segundos, y sigue:— ¿Saliste al centro en pijama?

Rodando mis ojos, la observo incrédula.

—Agh, no tienes remedio. Ahora voy a apurarlos. ¡Pero, solo por dos minutos, respira y mantén la compostura! Entiendo que sea la primer cena de las dos familias, pero tampoco es como si no se conocieran. Por algo estamos aquí. Y pasaremos muchas semanas juntos. Habrá tiempo de sobra, Erin. Muchas cenas..

—Nunca tan formales —responde, y me mira otra vez—. Además, tú ni siquiera los viste.

—Con conocer a Brad me alcanza —ella me fulmina con la mirada y yo suelto una risita cómica. Claro, ese efecto nunca llega hasta ella—. Ya, ya. Ahora me cambio.

Cuando subo me meto rápidamente en la habitación y agarro el short de jean desgastado, la musculosa lisa que había apoyado en la cama antes de salir hace un rato con mis amigos, y un cinturón de cuero a juego con el color opaco. Cuando termino de cambiarme, me pongo las ojotas y me seco el pelo, húmedo y enredado todavía. No tardo mucho, y aunque lo hubiera hecho, mi hermana ya estaría tocando la puerta como loca y arrastrándome de los pelos con ella. No es mi culpa que de toda la familia, ella sea el único miembro obsesivamente puntual.

Minutos más tardes, con gritos de desesperación y ansiedad de por medio, todos nos encontramos en la puerta de la casa en el complejo y mi hermana deja de estar tan tensa al vernos a todos presentes, cambiados, y formalmente listos. En los pocos pasos que damos para ir a la casa que se encuentra a metros, mis padres le dicen que deje de estar inquieta. Oh, por todos los cielos.. ¿Para qué? Eso la puso peor.




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