Tus Lemas

Capítulo 6

Mi hermana empieza a sacudirme una y otra vez hasta que me doy vuelta. Agarro la almohada que me había puesto en la cara e intento alejarla de mi cara aún soñolienta. Mi señal no sirve ni hace que se moleste en querer entenderla siquiera, porque se empeña en cumplir con su objetivo de toda la vida desde que compartíamos cama desde chicas: levantarme y lograr que me despegue de la cama. Recuerdo el episodio de hace unos días atrás y no veo más opción que darle el gusto de verme despierta. 

—Vamos a ir al centro con Brad, ¿quieres venir? Por favor —suplica.

—No pongas esa cara. Difícilmente te diga que no.. ¡Erin! 

Ella insiste mientras sigue observándome de esa forma. No le doy una respuesta inmediata y eso a ella la enfada, por lo que se extiende hasta arrojarme una de las prendas del placard que no había guardado y terminaron en el suelo. Cae en mi frente y bufo ya molesta.

—¡Erin! —tengo intención de agarrar la almohada debajo de mí pero no funciona ya que ella predice mi movimiento y la sostiene fuerte con las dos manos. Suspiro exhausta al ver cómo mi intento falla—. Bueno, en 5 minutos bajo. Déjame cambiarme aunque sea.

—Lo sabía. ¡Gracias! Te espero abajo —ella festeja por la victoria aplaudiendo, dando a lucir la actitud de una niña de menos de diez años. Solo que ella tiene quince más. Antes de irse le grito que me devuelva la almohada y ella me la revolea, haciendo que casi me caiga de la cama por la torpeza de querer agarrarla.

Me levanto y me cambio lo más rápido que puedo tratando de encontrar algo decente en la montaña de ropa que hay en la silla. Había llegado de la playa hace un rato y me había tirado en la cama por un momento. Uno que no duró mucho cuando Erin entró para arruinar el poco tiempo que llevaba en la habitación. Mi intento real no había sido dormir más allá de finalmente haberlo hecho a duras penas, si no evitar a toda la familia reunida abajo junto a los Jones. 

Una salida al centro con mi hermana y mi cuñado no parece un mal plan de escape ahora que me habían arrastrado de la cama en la que estaba. Ese fue mi primer pensamiento. Pero bajo las escaleras, y me encuentro a mi hermana alegre junto a Brad a su lado. Pero no son los únicos que me esperan, si no que Aaron está con ellos también. Con su sonrisa ladeada y absurda. 

En cada paso que me queda hasta llegar a ellos no desaprovecho la ocasión para observar sin disimulo a mi hermana, dándole a entender que éste no era el verdadero plan cuando había subido en mi búsqueda. 

—¿No íbamos a ser tres? —pregunto sin esforzarme y sin dejar de mirarla. Ésta se esconde en el hombro de su novio y con su boca agrega un lo siento.

—Yo pensé lo mismo, pero qué va. Uno más, uno menos.. —me contesta Aaron y mi cara se horroriza con lo que dice luego—. Además, pensé en contarle a nuestros respectivos hermanos cómo nos conocimos tan alegremente. ¿No es loco?

—Tú estás loco si piensas eso.

—Tú me dejaste así esa noche —me dedica una sonrisa bien grande cuando lo dice, y observa cómo me quedo completamente muda y sin poder articular una posible respuesta ante eso.

La facilidad con la que suelta las cosas, con la que arroja esos comentarios tan frescos y sin pensarlos es simplemente aterrador. Puedo ser directa, pero él realmente no se guarda nada. Lo que piensa, lo suelta. Incluso si eso me provoca sensaciones en el camino que hacen recorrerme de pies a cabeza, sin poder controlarme ni un poco. No diferencio si aquella comodidad con la que dice las cosas hace que me afecte de forma tal en la que logra enmudecerme, sin reconocer si aquello es agradable o escandalosamente espeluznante.

—¿Qué tal si mejor vamos yendo? —dice mi cuñado, quien carraspea algo incómodo. Si así está ahora, que se acostumbre a lo que está por venir el resto del camino. Los comentarios no iban a cesar durante el paseo y podía confirmarlo de antemano. Si piensa que éste podría ser un buen momento para compartir una pequeña ocasión entre los cuatro, ignoró por completo que el combo Aaron y Audrey todavía no está bien acomodado. Y eso lleva consigo una dosis de contestaciones, respuestas e indirectas que no tienen absoluto control.

—Claro. Vamos caminando —contesta mi hermana aceptando la idea con gusto.

—Yo los alcanzo con la moto —lo escucho. Veo cómo se aleja un par de metros para subirse encima y arranca. La miro a mi hermana y antes de poder decirle algo, se me adelanta.

—¡Lo siento!

El resto del camino fue así, con ella diciéndome unas cuantas veces más lo mismo pero sonriéndome algo maliciosa a la vez. Erin es una de las pocas que realmente sabe lo que había pasado, lo mucho que significó para mi el año pasado y cómo me había afectado esa noche. Pero de lo que no soy consciente es acerca de cuánto sabe Brad. No planeo contarle, pero siento intriga de preguntarle. No cuestiono su capacidad de darse cuenta, porque es algo que no está en discusión. No es idiota y si no lo sabe ya, está cerca de hacerlo. Debía ser una de las personas más cuerdas e inteligentes que conozco.




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