Tus Lemas

Capítulo 7

Cuando llegamos a la casa comenzamos a escuchar la música que proviene de los parlantes y observamos algunas fogatas prendidas cerca de la playa. Los gritos de la gente que se encuentra allí rodea el ruido abrasador del viento que proviene del mar y el sonido de la música se mezcla.

Mi amiga me había mandado un mensaje para saber en dónde encontrarlos, pero antes de ir hasta allí me volteo a ver a mi hermana y a Brad que están detrás de mi.

  —¿No tienen ganas de venir? —les pregunto.

  —Hoy no. Otro día, ¿sí? —dice Erin mientras se acerca a saludarme. Su novio también lo hace después de ella y les dedico un último saludo de manos antes de sumergirme en aquel ruido de gente y encontrarme con mis amigos para llegar al lugar que habíamos acordado.

Los veo a los dos quienes me esperan sonrientes y con un vaso cada uno. Stace sonríe felizmente en mi dirección y deja el trago que tiene en su mano para abrazarme efusivamente. Solo notando su gesto me percato de su estado de embriaguez.

  —¡Llegó la verdadera fiesssssta! —saluda gritándome, haciendo que me tape las orejas al instante. Ella suelta una carcajada y me ofrece un trago el cual acepto sin querer dudarlo.

  —¿Cuántos te tomaste que ya estás así? —le digo. Intenta hacerme una seña con los dedos, mostrándome solo dos. Niego con la cabeza sonriendo, mientras me uno a la ronda.

Se habían formado círculos con grupos de gente que bebe, baila y algunos hasta se recuestan sobre la arena fría por la falta de sol pegando en ella desde hace horas. No sabía de la existencia de la mayoría de los que se encuentran aquí, ni que había tantas personas en éste lugar, pero el movimiento alegre de todos y las sonrisas contagiosas te hacen ser parte con facilidad y sin esmero propio.

La multitud comienza a aumentar al igual que la música, que hace unos minutos no parecía tan fuerte desde lejos. Al caminar nos hemos acercado hacia el parlante que está a menos de un ar de metros, retumbando una y otra vez en nuestro perímetro. 

  —Se me rompen los oídos —escucho decir a Chad, casi leyéndome el pensamiento. Le digo que sí con la cabeza y agarro a mi amiga del brazo, empujándola un poco para que vaya más adelante. Incluso sostenerla para que no se tambalee demasiado.

La arena despareja hace que los pies le coordinen menos. Se balancea pisando hasta sus propios pies. Me río ante el torpe intento de su parte por mantenerse estable. La ayudo tomándola del brazo pero sigue batallando con ella misma.

  —Parezco una borracha en exceso, pero es que estoy algo mareada, ¡y no me sirven los zapatos que traigo puestos para la arena! ¿Quién me mandó a ponérmelos? —se queja. No le importa sacárselos para terminar sosteniéndolos con una de sus manos vacías que amenazan con dejarlos abandonados en el piso. Ella comienza a caminar todavía a mi lado y sonríe satisfactoria—. Muchísimo mejor.

Mi amigo se voltea para ver que íbamos detrás de éste y cuando nota los zapatos en ambas manos de Stace suelta una carcajada que hace que ella lo mire mal también. Seguimos caminando hasta que la música no retumbe tan fuerte cerca nuestro y cuando llegamos a alejarnos, mi amigo se detiene, saludando a un grupo que se encuentra enfrente nuestro.

Una de las chicas presentes parece demasiado alegre por ver a Chad, ya que se cuelga de su cuello y lo abraza sin dejarlo inmutarse. Mi amiga y yo nos miramos extrañadas ante la escena desconocida. Chad nunca había sido de contarnos y hablar acerca de las chicas con las que estaba porque sabía que no reaccionabamos muy bien al hacerlo. Tiene aquel complejo de verse con las más altivas y egoístas del planeta. Aquellas a quienes les gustas de físico únicamente para no volver a intentar verte y siquiera conocerte. 

Luego de romper con su novia esa costumbre se hizo más frecuente. Se había mantenido firme en la postura de dejar de creer en lo que es compartir algo con alguien que te desee pero a la vez te quiera. Comenzó a optar por salir con aquellas a quienes les resulta cómodo pasar el rato con alguien y apenas tienen el cerebro suficiente para comprender el significado de arraigarse. Pero después de todo, eso es lo que él demostró querer.

A mi amigo le habían roto el corazón y entendíamos su reacción los primeros meses. Pero el tiempo pasó y el siguió saliendo con el mismo tipo de chicas que nos hacían exasperar, por lo que eran pocas las conversaciones que teníamos sobre aquel tema por la diferencia de creencias al respecto. Pero al ver a ésta chica aún colgada del cuello de Brad sonriéndole alegre y fugaz, no puedo evitar sorprenderme. 

Ella se separa de aquel abrazo tan intenso y nos deja ver al resto del grupo con los que se encuentra a su lado. La mayoría son chicos, y dos de ellos Gabe y Jacob. Los mismos que hace un par de días estaban con Aaron. Nos reconocen sin dificultad y nos sonríen de forma amigable. Quizá Jacob la mira más que de esa forma a mi amiga.

Muevo la cabeza de un costado a otro, buscando rastros de Aaron. Hay un par de rondas de grupos de personas que se habían formado pero no logro distinguirlo en ninguna. Tampoco está con sus amigos, así que me alivio un poco. Había tenido suficiente de él hace un rato como para seguir soportando sus comentarios hasta en una fiesta. Aunque luego de esa invitación suya para ir con él de camino a casa me había dejado pensando un poco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.