Él se fuga de mi vista hasta ausentarse del todo. Aprovecho para irme también, solo que para el lado contrario. Si Gabe es lo suficientemente inteligente, se guardaría lo que había intentado hacer. Pero no depende de su nivel de comprensión hacerlo en aquel estado. Y en el caso de que decida contarle acerca de haber tratado besarme en más de una oportunidad, preferiría no estar presente. No quiero sentirme incómoda y si terminaba diciéndoselo, de seguro lo estaría. Por mi parte, había obviado decirle aquello que para mi resulta innecesario. Pero si Aaron insistía, no creía que él pueda ocultarlo. Aún más cuando no estaba del todo lúcido.
No quiero crear una barrera. Si querían discutir sobre algo, ellos tendrían sus propios temas. No tenía por qué decir o contarle sobre aquello, aunque sabía que probablemente Aaron se enteraría y no quería estar presente si eso pasaba. La forma en la que se refirió a Gabe antes de buscarlo mostraba una clara referencia de lo que intuía cuando le dije que estaba conmigo. Podía averiguarlo y entender la razón del por qué lo había hecho, cómo también podía no hacerlo. Después de todo, es su amigo y tendría sus razones para creerle o no.
Pero no existe nada predecible en Aaron Jones.
Dejo de pensar acerca de ello y me acerco a despedir a mis amigos, medio ensimismados con las personas que se encuentran a su lado. Cuando los saludo, Stace niega.
—¿Quieres que te acompañemos al menos? —pregunta ella pero les digo que no. La casa está tan solo a dos cuadras. Era inútil que se fueran conmigo por tan corta distancia y sobre todo cuando los había observado antes de acercarme a saludarlos como para pasar por alto lo compenetrados que estaban ambos con sus respectivas parejas de ese momento. Ambos dudan pero les digo que les aviso cuando llego, así que se resignan después del par de intentos que hacen—. Acuérdate de avisarnos.
—Sí. Nos vemos —los saludo dándoles un último abrazo y perdiéndome entre la gente.
Cuando comienzo a alejarme y la música se vuelve algo lejana, mi cabeza comienza a enfrentar aquel pensamiento que había retenido y el cual no había querido pensar.
¿A que se refería Gabe cuando decía que no quiso hablar de mi?
¿Acaso era algo bueno o malo? Había sonado como algo halagador, pero no lo sentí realmente así. Pero si lo pienso ahora, tampoco sé cómo sentirme en general. Aaron provoca en mi sensaciones tan intensas que me es difícil separarlas. Terminan convirtiéndose en un remolino repleto de ellas, revueltas y mezclándose entre sí. No puedo permitir ordenar lo que siento porque no lo sabía. Dudo de querer hacerlo realmente. Porque tal vez ése es el problema.
Tal vez no quiero saberlo.
Cuando llego a la casa, le mando un mensaje a mis amigos avisándoles y voy a la cocina a buscar algo en la heladera. Es tarde, pero no estoy ni con una pizca de sueño aún. Éstos días resultaron ser para nada los que había imaginado que tendría, y los pensamientos me aturdían acerca de ellos.
Me encuentro con dos opciones: o me permitía seguir pensando y dándole vueltas al asunto en el que me veo envuelta en ser incapaz de resolverlo, por lo menos por ahora; o simplemente prender la televisión y acostarme en el sillón del living un rato. Creo que no hay mucho más para considerar entre ambas teniendo ésta última como opción.
Me siento y pongo un episodio de stranger things, una serie que había dejado a medias antes de viajar. Pero terminan siendo dos episodios ante el final inesperado del que no había terminado la otra vez. Debería apagar la televisión, pero a la vez pienso en quedarme hasta terminar los próximos quince minutos. El sonido de ésta me aturde por un instante, pero descubro que no proviene de ella. Pauso el episodio y escucho el mismo ruido. Mucho más familiares de los que creo. ¿Es que acaso eran golpes en la puerta?
Mi familia está durmiendo arriba, y mis amigos en la playa. ¿O es que acaso habían venido hasta aquí? Recuerdo haberles avisado a ambos por mensaje de que había llegado hace ya rato. Ante la duda, agarro el celular para ver si me han respondido y efectivamente lo habían hecho. Así que cuando voy a fijarme, pego un brinco del susto observando a Aaron parado a unos centímetros de la puerta.
Lo miro boquiabierta.
—Está bien que te asombres de mi, pero disimula un poco, ¿quieres? —su voz no me saca del susto que logró darme y tiene que ponerse en frente mío para sacarme de aquel estado de inmovilidad que se plasma en todo mi cuerpo. Pone una mano en mi cara y la mueve tantas veces que tengo que apretársela y sacarla de mi vista antes que me maree y vomite.
—Basta, ya he entendido. Pero, ¿qué haces.. —no puedo terminar siquiera lo que trato de decir porque él pasa por mi lado haciendo que me desconcierte por completo y que cierre la boca, guardando el resto de lo que tengo para decirle y volcarlo una vez que entre también.
Cuando ambos lo hacemos, cierro la puerta lo más silenciosamente que puedo. Se dirige a la cocina, en donde sabe que no hay nadie y tratando de mantener el lugar con poco ruido sabiendo que el resto de mi familia duerme. Comienza a agarrar un par de adornos colgados cerca de los muebles y los observa frunciendo el ceño.