El silencio que reina en el lugar es tan incómodo como las miradas que recibo de gran parte del grupo. Si pensaba que no quería dar un espectáculo conteniendo la ira y las lágrimas hace un rato y salir ilesa al final de la noche, ese pensamiento se había ido a la borda en éste momento. Mi amiga se acerca un poco más y apoya su mano sobre la mía, como si comprendiera de alguna razón todo lo que podía llegar a estar pensando, aunque lo gracioso es que ni yo lo sabía. No entendía.
Y estaba harta.
Necesitaba explicaciones de su parte, porque las mías apenas se entendían y mucho menos se expresaban. Estaba segura de lo que sentía ahora, lo había confirmado hace momentos atrás cuando esperaba besarlo y él simplemente me rechazó, me esquivó.
Da igual qué, porque el sentimiento había sido igual fuera cual fuera su reacción. Y era molesto descubrirlo de esa forma.
Pero aún más molesto era no entender el por qué de lo que él acababa de hacer.
Después de todos los coqueteos e insinuaciones soberbias y arrogantes de su parte, luego de sus frases y actitudes que no hacían más que hacerme acercar, ¿reaccionaba así? Me sentía una estúpida. El juego que habíamos comenzado no había terminado en ningún momento, el juego al que decidimos unirnos aquella noche debería haber terminado allí, y tal vez eso fue lo que yo no hice.
Todo lo que él provocaba en mi no lo confundiría jamás con una estúpida borrachera en la que apenas podía mantenerme estable y de pie, junto a mis hormonas descontroladas y fáciles de corroer.
Mientras él seguía jugando, yo ya no.
Me enfurecía enterarme de ésta forma y con todos mirándome como si fuera un perro al que habían atropellado hace segundos. Me levanto nerviosa de la atención inquietante del grupo y salgo afuera, a lo que mis amigos se acercan enseguida.
—Estoy bien, déjenme.. Quiero estar sola, ¿si?
—Audrey —intenta mi mejor amiga.
—Por favor —suplico y ellos entienden mientras asienten y se van.
Estoy un rato sentada allí mientras siento el viento chocar contra mi, hasta que escucho unos pasos detrás y antes de voltear comienzo a hablar sin molestar en girar la cabeza.
—Les dije que quería estar sola —suelto.
—De hecho, fue a tus amigos a quien se lo dijiste —me dice la voz masculina de Jack, a quien me volteo a ver rápidamente. Él se pasa una de sus manos sobre su cabello para acomodárselo mientras se cruza de brazos, mirándome algo apenado—. No sabía que había algo entre ustedes dos, disculpa si te causé problemas. Solo seguí el juego y me aproveché de ello.
Su voz era tan relajada y pacífica que siento hasta perderme en esa sensación también. Al menos por ese minuto, dejando atrás el estallido que aún tenía que soportar y que cada vez pesaba más.
—No hay nada entre nosotros, por más loco que suene —respondo y él me mira como si estuviera bromeando—. Lo hubo, y fue tan poco que ni siquiera debió quedarse marcado en la estúpida historia.
Jack me observa por un segundo queriendo encontrar las palabras para decir a continuación.
—Yo creo que a ambos les marcó.. eso que tuvieron. Por poco que fuera.
—Pues díselo al estúpido que acaba de irse, porque no lo pareció para nada —gruño y de repente me encuentro contándole ésto a un completo extraño a quien debía estar espantando por la forma en la que me encontraba ahora. Sin embargo, sigue apoyado en el marco de la puerta y no tiene intención de irse—. Mira, realmente quiero volver a mi casa y ya es tarde.
—¿Piensas irte sola? No malinterpretes, pero enserio que deberías irte acompañada.
—No voy a arrastrar a mis amigos conmigo por un estúpido problema que ni siquiera debería serlo. Sobre todo cuando sé que la están pasando bien —bufo—A veces.. necesito estar sola y simplemente despejar la mente. En serio que tengo un gran lío en la cabeza.
—Lucha con ese lío en mi auto entonces. Prometo solo llevarte y no decir una palabra en el camino, así alguien te acompaña y tú piensas tranquila —la forma en la que lo dice es tan graciosa que suelto una carcajada algo fuerte, retumbando en el silencio en el cual nos encontrábamos unos segundos después—. Lo tomo como un sí.
Él mete la mano en uno de sus bolsillos y saca la llave del auto, la cual mueve y sacude para comenzar a dirigirse a éste. Momentos después me encuentro subiéndome y sintiendo cómo arranca el motor para comenzar a dirigirnos a la casa de la playa en la que estaba.
Le mando un mensaje a mis amigos y sin tener tiempo siquiera de mandar un lo siento, Stace marca mi número y me llama dos veces seguidas. No tardo en atenderla y me preparo para lo que tiene para decirme.
—¿¡Cómo que te fuiste!? —es lo primero que sale de su boca mientras me grita furiosa.
Incluso Jack hace ademán con las manos tapándoselas, como si también lo hubiera escuchado a lo lejos en su oreja.
—Lo siento, en serio.