A primera hora de la mañana mi mejor amiga se aparece en el complejo con una sonrisa enorme y con los zapatos colgados en las manos. Comienzo a acostumbrarme a esa imagen suya en donde se los ponía pero terminaban siempre de esa forma.
Aunque me intriga aún más que lleve la ropa que ha usado ayer antes de ir a lo de Jacob. No puedo evitar pensar si se ha quedado con él al verla vestida así, pero no digo nada y disfruto de la alegría que me produce verla.
Claro que no lo hace tanto la hora.
—Mira quién se ha levantado —bromea extendiéndose hacia mi.
—Muy chistosa. Son las ocho de la mañana, ¿no sabes que la gente duerme un poco más? Sobre todo tu mejor amiga —protesto haciéndome la ofendida pero recibiéndola de brazos abiertos para que entre a lo que lo hace encantada, ignorando por completo mi reclamo.
—Aaron fue capaz de despertarte, supongo que ahora yo también —me tira un beso mientras apoya las cosas que trajo y se sienta en la mesa del comedor en la que enseguida la acompaño.
La observo mientras ruedo los ojos, exhausta de la constante comparación.
—Si sigues reclamándome que él me despertó por el resto de mi vida, te quedarás sin las tostadas que acabo de hacer. Y le puse mermelada de frambuesa.
Su cara se transforma y su sonrisa se ensancha, mientras junta ambas manos haciendo ademán de súplica.
—No, por favor. No seas perra. Ya sabes que cualquiera que me ofrezca comida puede contra mi —ella se cruza de brazos y le señalo la taza que le dejé enfrente para que tome antes de que se enfríe—. Antes de empezar, ¿te ayudo a traer algo más? Porque tengo mucha información fresca y necesitamos comida para un buen rato.
—Deja que agarre las tostadas, las dejé sobre la hornalla.
Stace aplaude mientras hace lugar en la mesa.
—Lo sé. Así que trae esas tostadas que te caerás de culo antes de probarlas con todo lo que tengo para decirte.
Soltando unas cuántas carcajadas que tengo que controlar para no despertar a todos los que aún se encontraban durmiendo arriba, busco la comida y la llevo. Si ella se encontraba con esa expresión tan animada a tan temprana hora solo podía significar algo bueno.
Cuando me siento y estamos una en frente de la otra, listas para comenzar a desayunar, decido ser yo quien arrancar antes de que la duda siga consumiendo viva.
—¿Puedo preguntar primero qué haces vestida así? Porque sabes que tengo buen ojo y memoria, y es la misma que tenías en la noche cuando fuimos a lo de Jacob. Y eso solo puede significar dos cosas. La inocente sería que hayas ido a tu casa y no quisiste cambiarte antes de dormir, y la pervertida es que te hayas quedado con Jacob —sus ojos se muestran rendidos—. Además, ¿por qué vienes tan temprano? Te secuestró, ¿no?
Recibo un golpe de costado por mi broma mientras se ríe.
—Estúpida —sus carcajadas son contagiosas y me sumo en ellas también—. Pero.. sí. Vengo directo de lo de él. No puedes dejar que cuente algo sin que trates de averiguarlo al estilo Sherlock Holmes. Qué mujer.
Esperaba que haya sido eso, pero que lo confirme lo hace aún más emocionante.
—¿Y? —pregunto exaltada de oír el resto.
—Esperaba a que me dijeras cómo estabas antes de decirte.. Me ganaste.
—¿Cómo estaba de qué?
Apenas termino de decirlo me golpeo en la cabeza al darme cuenta. Estaba tan entusiasmada de escuchar lo que ella tenía para contarme que había olvidado por completo cómo me había ido de la casa de Jacob algo dolida y ofendida luego de que Aaron me rechazara frente a todos en la partida de póker. Me había refugiado en el auto de Jack, pero no por mucho tiempo. Porque había llegado a la playa y Aaron estaba ahí conmigo un rato después, confesándome todo y explicando el por qué de lo que había hecho.
Vaya.
Stace tenía razón. Había que traer mucha más comida si ambas teníamos tantas cosas para decirnos y contar lo que nos había sucedido. De pronto, la mañana no parecía tan temprana.
—Esperaba encontrarme contigo y que tengas ojeras o una mueca rara en la cara que no sea tu sonrisa típica. Pero estás estupenda, así que ¿qué ha pasado en el mundo Aaronlandia?
Niego con la cabeza al escucharla.
—¿Acabas de decir Aaronlandia?
—Sí. Suena pésimo ahora que te escucho a ti.
Tengo que agarrar la taza y ponerla debajo de mi boca cuando casi escupo por la risa contenida que llevaba dentro luego de escucharla. Stace me alcanza una servilleta y me limpio velozmente. Mi torpeza y mi pobre intento de hacer silencio no combinaban para nada.
—Estoy perfecta. Luego hablamos de eso, pero cuéntame lo de Jacob primero.
A Stace no parece molestarle en lo absoluto porque no duda cuando comienza a hablar sin frenar siquiera un momento.
—Luego de que ustedes se fueran jugamos un par de veces más al truco y terminamos bebiendo un poco. La mayoría se empezó a ir a eso de las cuatro, y Chad estaba por decirme si quería que hagamos lo mismo. Así que cuando estaba agarrando mis cosas Jacob se acercó y me dijo si realmente tenía que irme. Mierda, Audrey.. si lo hubieras escuchado.