Tus Lemas

Capítulo 22

La tarde se pasa volando y la noche llega mucho más rápido de lo que esperaba. Mis padres organizarían una cena para mi hermana y yo ya que estabamos pasando mucho tiempo con los Jones y no habíamos tenido unos minutos para compartir un momento todos juntos.

Me encargo de preparar una carne al horno que tenía en mi libro de recetas y mis padres me ayudan con las papas. Erin había ido con su novio a pasear al centro pero dijo que vendría para la hora de la comida, así que entre los tres nos organizamos y funciona a la perfección la coordinación con la que terminamos las cosas.

—Éste olor me está incitando a que me meta adentro del horno y me coma todo —bromea mi padre a lo que suelto una ruidosa carcajada.

—Adelante. Pero no voy a llevarte al hospital porque te has quemado por no esperar veinte minutos más —le contesto y él se aprieta la nariz con los dedos.

—Listo. Así no se sentirá el olor y no me tentaré.

Se da vuelta para retirarse y sigo estallando en risas por su gesto.

Mi padre era una persona sumamente graciosa y comprensiva. Podía hablar con él aún siendo un problema grave de resolver y él me escucharía sin alterarse del todo. Nos había cuidado a mi hermana y a mi desde chicas y jamás hizo diferencia entre ambas. Cada tema de conversación en la mesa iba a ser discutido con claridad si dependía de él y la sabiduría con la que era capaz de resolver los problemas nos alentaban a contarle hasta lo imposible.

Mi madre no se quedaba atrás. Ella era mucho más recta que él, pero lo hacía para protegernos y darnos aquel corrector de educación que nos faltaba por la tranquilidad que manejaba mi padre con nosotras. Se había mostrado igual de presente que él y nos apoyó en cada relación, problema y festejo que tuvimos que pasar.

Los cuatro comprendimos a llevarnos bien y a ser una familia unida. En éstos tiempos era necesario contar con gente que te respalde y sea firme ante ti. Saber que tenía aquella seguridad con ellos me aliviaba y sacaba un peso enorme de encima.

Escuchamos el ruido de las llaves del otro lado de la casa y casi sincronizados, asomamos nuestras cabezas para saber de quién se trataba. Mi hermana aparece enseguida mientras Brad le da un beso de despedida y nos saluda con la mano detrás de ella.

—¡Llegué! —grita luego de cerrar la puerta de entrada.

—¡Entonces mueve el culo y ayúdame aquí! —le respondo y ella viene de inmediato para saludarme y ayudarme con la bandeja con verduras que se encontraban sobre ésta. Siempre se quejaba de las veces en las que yo no era puntual, y ésta era la oportunidad perfecta para sacar provecho de ello. No parece importarle en absoluto porque no le molesta ser servicial.

Mis padres terminan de poner la mesa y una vez lista, voy corriendo a buscar la comida que estaba enfriándose en la mesada de la comida. Aún sale algo de humo pero no es nada a comparación de lo que salía de la carne al sacarla del horno.

Apoyo la cena en la mesa y todos más que desesperados comienzan a atacar para servirse su porción. Incluso me causa gracia ver a mi padre servirse casi medio pedazo.

—Me estaba matando taparme la nariz. Lo sentía igual —se excusa cuando nota cómo lo observo divertida.

—Está deliciosa, Audy —festeja mi madre y es a la única a la que le permito decirme aquel apodo por la forma tan dulce que le salía hacerlo. Todo tono que usara jamás perdería aquel tono afectivo y vivaz, por lo que no era quien para negárselo.

—Deberías preparar la comida o algo de ella en la celebración de nuestro casamiento.

Miro a mi hermana atónita y ella se muerde el labio.

—Si quieres, claro —Erin me mira esperando a que responda y trago rápido el bocado que acababa de meterme en la boca al escuchar sus palabras.

—¿Lo dices en serio?

—Claro. Cocinas bien. No quiero que te frustres porque no es lo mismo alimentar a ochenta personas que a cuatro. Bueno, quizá papá cuente como dos y en ese caso serían cinco. Pero si fuera por mi, me encantaría —dice ella y me entusiasmo enseguida.

No hace falta pensármelo porque sé cuán significativas son sus palabras y el ofrecimiento que realiza ante mi. Estaba pidiendo de mi para que le cocinara en lo que sería la mejor, o una de las mejores noches del resto de su vida. El asombro se plasma en mi rostro al mismo tiempo en el que la sonrisa que tengo se agranda con precisión y aceptación.

—Me apunto. Puedo cocinar la parte dulce y contratar a un catering para los bocados al principio de la fiesta. O ayudar con algo de lo salado también, así puedo organizarme con ambas. ¿Qué te parece? —no espera a que le diga más porque se levanta y me abraza estrujándome fuerte entre sus pequeños brazos que parecen enormes ahora.

Nuestros padres nos miran absortos en ello y dejan de comer. Sus miradas enternecedoras se quedan fijas en las nuestras. Les señalo el plato para que sigan porque ésto comenzaba a parecer un show y ellos se ríen ante la seña que les hago. Erin me libera y le doy un último beso volador cuando se sienta.

Saber que ella me considerara como protagonista para preparar la comida de su fiesta me enloquecía. El valor que llevaba ello no se comparaba con la responsabilidad que estaba dándome. Disfrutaba cocinar pero lo era mucho más cuando al resto le gustaba el resultado, aquel era el mejor goce que podía recibir.




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