La charla con Stace logró ayudarme y a poder asentar muchas cosas. Logré darme cuenta de la gravedad de mis sentimientos, pero lo mágicos que a la vez resultan. Quizá no esté lista para expresarlos en su totalidad, pero podría intentarlo si me arriesgaba. Las palabras de Stace logran tener el efecto necesario en mi, inexcusable y requerido.
Aunque, no por ello, me sentiría motivada a cumplir con todo lo que había propuesto.
De camino a la cabaña aprovecho para pensar, allí en la soledad, cuán significativo es ésto para mi. Cuán importante es admitir querer a alguien. No me resulta complicado demostrarlo con mis amigos, mucho menos con mi familia. Pero, extrañamente, sí con Aaron. Tomo consciencia de que, en realidad, es otro tipo de cariño, de amor. Quizá aquel tipo de afecto me aterre por ello. Sé que las personas cercanas a mi que quiero desde hace años, sienten el mismo cariño que yo. Que el aprecio es mutuo.
Con él, es difícil de saber. Es irónico pensarlo, porque es quien más esfuerzo le pone a la relación que hemos creado a lo largo de los días. Apareciéndose en mi casa, preguntándome acerca de mi y cómo me siento. Incluso, de mi familia. Aquello me da a la suposición de que quizá siente lo mismo, o está por hacerlo. Pero a la vez, nunca lo sabré hasta confesarlo. Y hacerlo es una de las cosas que más me espantan. De observar su posible reacción, no tan a gusto.
De observarlo alejarse.
Quizá había desarrollado ese sentimiento mucho más temprano a lo que él quizá lo haría y debería darle tiempo, o simplemente espacio antes de tomar una decisión tan grande como confesarle lo que me pasa con él. Lo que he advertido hace horas.
Casi llegando, lo diviso hablando con mi hermana y Brad en la esquina del lugar. Reprimo todo gesto que pueda llegar a delatar mis emociones, pero de pronto recuerdo que solo yo sé que lo quiero.
Y que a la única persona a quien le había dicho no se encuentra presente.
Los tres escuchan mis pasos y me sonríen mientras me acerco.
—Hola —saludo mientras evito que Aaron se acerce a mi lado. Me quedo cerca de mi hermana para tratar de disimular, pero él se queda extrañado observándome, mientras me remuevo incómoda en mi lugar tratando de escapar.
—¿Dónde habías ido? No me avisaste que saldrías —dice Erin ofendida.
—Fui con Stace un rato, y estabas dormida. No iba a despertarte para decírtelo. Lo siento, de todas formas —lamento apenas porque sé que mi hermana está en lo cierto.
—No te preocupes. Solo me extrañó, ¿todo bien con ella?
—¿Con Stace? —pregunto desorientada, y mi hermana me mira burlona—. Sí, la he ido a ver un rato. Éstos días no nos habíamos juntado tanto, ¿tú? ¿Hablaste con alguno de nuestros padres?
—Hablé con mamá hace un rato —suelta. Su tono delata lo contenta que está y eso es tan buena señal que me contagia la emoción. Mi sonrisa aparece, y se queda clavada en mi rostro.
—¿Qué te ha dicho?
—La abuela terminó hoy su medicación. Ya está bien, así que mañana seguramente ya podrán venir otra vez —comenta alegre mientras une sus manos y aplaude feliz.
Sonriendo todavía, mi cuerpo recibe las emociones palpables que se mueven alegres dentro de mí. Y al parecer, tanto Brad como Aaron ya lo han escuchado hace rato. O quizá estuvieron presentes hasta en la conversación de mi hermana, porque ambos sacan los celulares por unos segundos. Me volteo hacia Erin, evitando su mirada mientras mantengo la mía fija en la de mi hermana.
—Eso es bueno. ¿Podrá seguir haciendo su rutina diaria entonces?
—Sí, solo que, tratando de evitar hacer mucha fuerza. Pero sabes cómo se pone la abuela cuando le dicen eso —reniega, y entiendo a lo que se refiere. Es mejor evitar decirlo para así evitar a la vez que desafíe sus capacidades. No existía nada peor que decirle a una persona mayor que no puede hacer algo, porque trataría de al menos intentarlo.
—¿Has podido hablar con la abuela?
—Unos segundos, sí. Pero fue algo casi sin sentido..
De solo imaginarlo, por conocerla y haberla escuchado hace un par de minutos, me río. Recuerdo la conversación que he tenido con ella hace no tanto y lo deduzco.
—¿Algo como que, pintará nuevamente su habitación, o que querrá remodelarla desde cero?
—¿Cómo lo supiste? Bruja—espeta ella.
—Hablé hace un par de días y dijo que estaba cansada de estar en esa parte de la casa toda esa semana. Y que, por eso, quiere cambiar todo para que no recuerde éstos días.
—Oh, ahora tiene más sentido entonces. Yo pensé que estaría más contenta por poder cocinar ella antes que siga haciéndolo papá —apenas termina, sin poder contener la risa.
Solíamos burlarnos mucho de aquel defecto suyo, pero es que es demasiado obvio. Ante los ojos del resto, no había forma de no notarlo. Pero ante los nuestros, conociéndolo a la perfección y compartiendo vivienda por largo rato, lo es aún más.