Tus Lemas

Capítulo 37

La familia Jones había invitado a mis padres a cenar ayer por la noche, para darles el recibimiento correspondiente y la charla necesaria para enterarse acerca de su viaje a la ciudad y del estado de mi abuela, ya mejorándose. Y eso, claro, nos incluye a Erin y a mi. Ellos habían decidido pasarlo para hoy debido al agotamiento que aún tenían por el largo recorrido en auto y el cansancio que manejaban.

Pero el día pasa, y la noche llega.

Ya preparada para cruzar la puerta e ir, sé a quién tengo que enfrentar. A quién ver. Claro que, ninguno de ellos entiende el por qué de mi nerviosismo. Erin podría suponerlo debido a mi charla con ella ayer sentadas en el living, pero ninguno de mis padres sería capaz de adivinarlo. Incluso me recuerda a cómo se encontraba mi hermana el primer día en el que habíamos llegado, cuando ninguno cumplía con la puntualidad obsesiva que ella tiene.

—¿Por qué tienes esa cara? —pregunta mi madre llegando a mi lado.

—Porque es con la que nací, ¿quizá? —digo irónica.

—Audrey, no seas irrespetuosa.

—Humm.. —comienzo, arrepintiéndome por un segundo por mi resputa tan ávida y que amenazaba por querer salir sin considerarla siquiera.

Mi madre niega con la cabeza, sin entenderme.

O quizá, tratando de hasta hacerlo.

—Deja de estar así, te pones insoportable —confiesa, sin embargo.

Contengo mi respuesta para no armar de ésto una pelea y me retiro del living. Tiene razón en ello, pero tengo una explicación. Aunque prefería evitarla e irme sanamente, a sabiendas de que le debía una disculpa en otro momento. Porque si bien he sido directa, no fue la forma.

No le contaría todo lo que había pasado con Aaron en su ausencia porque aún no tengo idea de cómo enfrentarlo todavía. Ni siquiera sé cómo ponerme ahora, siendo consciente que estoy a punto de verlo.

Me había cerrado ante él, lo evitaba y al par de llamadas que me había dado las horas siguientes igual. Lo ignoré tanto como a mis sentimientos, para que terminara perjudicándome aún más. Sé que debo hablar con él, y las posibilidades de que hoy sea la noche son varias.

—Vamos, Audrey —escucho a Erin apareciéndose de repente, con su tono celestialmente divertido. Y agobiante—. ¿O es que todavía no estás preparada, eh?

—Un momento —le gruño, porque no entiendo si realmente me está provocando con aquel gesto en su cara, burlándose de mi poca emoción por cruzarme en frente o lo dice en serio. No pasan más de dos segundos a continuación cuando me incita 

—¿Cómo no va a estarlo? —aparece mi padre enseguida, haciendo de esto una reunión casi familiar. Erin lo mira intrigada hasta que responde algo confundido—. Si te has cambiado desde hace ya rato, Audrey.

Mi hermana se ríe.

—¡Oh, entonces estás lista y ansiosa!

—Supongo que lo está —ríe mi padre—. ¿Por qué tanta euforia?

Porque, en realidad, no era aquello a lo que se refería mi hermana.

—Nada, olvídalo —miento.

No me pondré a discutir con mi padre acerca de mi enamoramiento aceptado. Apenas me lo podía decir a mi misma, y rogaba poder soltarlo con la mayor lucidez que me saldría próximamente. A él no parece interesarle tampoco, imaginando quizá que es una estupidez entre nosotras, porque desaparece enseguida en búsqueda de mi madre, para así finalmente irnos ahora que todos estamos listos.

¿Todos?

Muerdo mi labio, nerviosa. Sí, lo estoy. Carajo que lo estoy.

No quiero apartarlo más, quiero soltarle todo aquello que llevo guardado desde hace ya tiempo y que debería de haber soltado anteriormente con mucha más facilidad. Aparto mi miedo, el temor que toda la situación me provoca y las posibles palabras que pueda escuchar.

Tomo el aire suficiente que me faltaría una vez dentro de la casa de los Jones y me preparo para salir. Evito cruzar mirada con cualquier miembro de mi familia al llegar, para así ahorrarme comentarios acerca de mi estado. Casi sin sentido comienzo a padecer de los nervios que insisten en quedarse e incrementarse, palpitando incesantes.

Trato de dejar de lado mi inquietud para reemplazarla por el valor que necesito una vez que la puerta se abriera. Una vez que lo hace, suspiro aliviada observando a Brad parado en frente.

  —Miren quiénes han vuelto —dice refiriéndose a mis padres, saludándolos alegre. Éstos le devuelven el gesto enseguida mientras lo abrazan y pasan. Antes de hacer lo mismo, me frena—. Hola a ti también, Aud.

  —Déjala. Está enfrentando con sus demonios sentimentales —me salva mi hermana besándolo. Yo me río nerviosa en mi lugar tratando de huír y escabullirme en su casa con urgencia.

  —Si son los mismos por los que pasa mi hermano, estamos fritos.

El comentario de Brad es el último que escucho antes de entrar de una vez en la cabaña.

Mi corazón se acelera cuando observo desde el living a mi madre hablar con Aaron. Antes de siquiera pensar cómo reaccionar, me choco con el cuerpo de mi padre hablando con los Jones.




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