Cuando abro los ojos por la mañana, me encuentro con Aaron a mi lado, abrazándome de lado y con sus brazos extendidos alrededor de mi cintura. Recuerdo haberme acostado con él, pero no la parte en la que habíamos decidido dormirnos. Y de manera tan profunda. Me volteo un poco para verlo, sin querer despertarlo con mis torpes movimientos. Cuando lo hago, me encuentro con su cabello revuelto y sus ojos entre abiertos, para mi sorpresa.
—Buenos días, dormilona —murmura mientras busco la posición para ponerme de frente y observarlo de lleno. Su voz suena dormida, pero no tanto como la mía.
—¿Estabas despierto hace rato?
—No, hace unos minutos. Pero tu fama de dormir por horas me permite bromear con ello —explica mientras se excusa y yo sonrío. Volteo mi cuerpo para estar aún más pegada al suyo y una vez que lo hago, sus manos atrapan mi cintura una vez más, atrayéndola para su beneficio.
Aquel agarre hace que esté cercana a su boca, rozándola con poca cautela.
Decide cortar aquella escasa distancia y los centímetros se acortan en el momento en el que su boca busca la mía con pasión. Sus labios son suaves, y sus movimientos lentos. Se convierte en un beso placentero y fácil de seguir el ritmo, disfrutando de cada momento.
En medio de la escena se me escapa una sonrisa, y al parecer lo contagio porque siento sus labios haciendo la misma mueca que logro hacer yo mientras sigo pegada a él. De pronto, me siento en la necesidad de despertar todas las mañanas de ésta forma. Entre sus brazos y con su boca tan cercana e impotente, exigiendo la mía con poca prudencia.
—Mmm —sale de mi entre nuestros labios aún unidos.
La sensación se vuelve amena mientras todo de mi está gustosa de él. Me siento grata por tenerlo frente a mi, y mucho más luego de lo que había confesado ayer. Luego de tantas dudas, de tanto pensar las cosas de manera excesiva, había decidido soltar lo que mantenía oculto. Algo que yo misma había decidido. Pero, como había dicho mi madre, tenía que tomar la oportunidad si se me presentaba y no dejarla escapar.
Lo había hecho, y aquí estaba.
En una cama poco armada, debido a las sábanas desprendidas, pero con Aaron a mi lado. No frena sus movimientos, y su lengua ávida de la mía busca el disfrute que le provocan mis labios. Lento, y de forma seductora, busca mi boca una vez más desde que nos hemos levantado.
Mis manos buscan la parte alta de su cuello, en donde inicia a nacer su cabello. Mis dedos se enriedan en éste como lo hacía en cada ocasión que pudiera, y él se deja, casi como si lo esperara. Me muevo un poco, y lo escucho casi jadear cuando mi parte íntima roza su entre pierna increíblemente despierta. Lo escucho gruñir, y abro los ojos.
—Audrey, será mejor que sigamos besándonos luego..
—No, sigamos —protesto mientras mis cejas se juntan, ofendidas por su decisión. Pero a él parece importarle poco porque sigue en su estado de negación—. ¿Qué?
—No hagas eso. Te ves graciosa con esa arruga que se te forma en la frente.. —dice entre risas y con sus labios aún a milímetros de los míos. Pero eso no responde a mi pregunta, porque no es lo que quise decirle anteriormente.
—¿Por qué no quieres seguir? —le replanteo, haciendo caso omiso a lo que había dicho y enfatizando en mi tono de molestia.
—¿Cómo que por qué? —suelta confundido, pero de manera divertida. Al parecer la respuesta es una obviedad para él, pero no para mi. Y continúa al verme interrogante—. Porque son casi las doce, nena, y toda tu familia se encuentra abajo. Si no te molesta, adelante... pero no podrás gritar mi nombre con tanta fuerza.
—¡Aaron!
Sus carcajadas resuenan y niego con la cabeza.
Pero no es eso lo que más me ha hecho gritar su nombre, si no el hecho de recordar que ésta es la cabaña en la que nuestros padres se encuentran, ahora ya presentes luego de aquellos días en los que han viajado a la ciudad. Trago con fuerza, aterrada de lo que podría significar ésto.
—Me había olvidado por completo de que mis padres están aquí.
—Ah, aprovechando la cara de pánico que tienes, debería decirte algo.. —lo dice con malicia y no quiero saberlo por un momento—. Tu madre golpeó la puerta hace un rato.. Así que, digamos.. Sabe que estoy aquí.
Siento los ojos salirse de mis órbitas ante su confesión.
¡Ni siquiera me había enterado, porque estaba durmiendo! Sé que no es una chiste porque él no bromea con tanta sinceridad, y lo notaría. Probablemente sea lo más lógico que podría posiblemente pasar, considerando que me he ido de forma repentina de la cena entre las dos familias y Aaron no apareciéndose nunca por allí tampoco. Podría pasar. Solo que no esperaba que sea ahora.
No debería ser tan trágico, por más que lo parezca. Después de todo, mi propia madre me había animado a hacerlo. Me había impulsado a contarle a él lo que siento, pero eso había traído consigo la confirmación de nuestra relación. Habíamos hablado de comenzar a estar juntos, pero había sido hace solo horas. La noticia, al parecer, no tardaría mucho en expandirse. Sobre todo teniendo a mi familia abajo y siendo conscientes de con quién me encuentro aquí arriba. Mierda, todo me da vueltas de tan solo imaginar a mi madre enterándose de ésto.