Tus Lemas

Capítulo 42

—¿Qué demonios? —exclama asombrada mi amiga mientras me tapo los oídos para molestarla un poco, sabiendo lo que se vendría a continuación—. ¿Audrey Bell, estás diciéndome que estás en una relación oficial? Repito, ¿¡qué demonios!?

Mi amigo se recuesta en la arena, harto de escuchar a Stace repitiendo lo que apenas podía creerse. Niega con la cabeza mientras alza las manos y la mira, hastiado.

—¡Es exactamente lo que acaba de decir! —exclama.

—¡No te metas! —grita a la defensiva— A partir de aquí, es conversación de chicas.

—Lo sé, estoy harto de ellas. Dentro de poco me pondré una vagina, de seguro me interesará mucho más esos detalles suyos —confiesa aburrido, mientras entro a reír.

Lo hago con tanta fuerza que el estómago me duele unos segundos después, una vez que logro apaciguar mis carcajadas insistentes. Ellos solían tener este tipo de peleas en las que yo prefería hacerme a un lado siempre que pueda. Vamos, ¡era mucho más divertido de ésta forma!

—La conclusión es —interrumpo—, que sí. Lo estoy.

Mi amigo parece que ya lo ha aceptado mucho antes, pero no así mi mejor amiga, que sigue expresando en cada expresión suya su desconcierto. Stace está absorta en mis palabras porque hasta intenta hablar pero se traba en el intento, haciendo que lo vuelva a hacer un momento después mientras recupera su estado normal.

—¿Qué le han hecho a mi mejor amiga?

—Aaron te la robó —provoca Chad mientras le golpeo el hombro.

—Nadie robó nada, dejen de dramatizar todo —digo mientras mi amiga considera lo que digo para luego abrazarme rápidamente. Cuando se separa, me dedica una sonrisa tan ancha que llego a pensar que se le quedará pegada. Junto a su drama adherido desde niña.

—Después de todo lo que venía pasando era lo más probable que terminara sucediendo. Pero —recalca en aquella palabra— tendré que advertirle unas cuántas cosas.

—Lo único que tendrás que advertirle será que Jacob haga lo mismo —bromea Chad y a ella se le transforma el rostro de un segundo a otro—. ¿Qué? No digas que miento, ¿o sí?

—¡Cállate! Y no, claro que no.

No hace falta que niegue más pero sigue insistiendo en ello.

—No lograrán ponerse de acuerdo nunca. Así que, es buen momento para cambiar de tema, ¿quieren que nos juntemos a cenar hoy? —pregunto para dar finalizada la conversación e increíblemente lo logro, porque deciden seguirme el hilo.

—Por más que quisiera, no puedo cenar hoy. Me obligan a estar en casa porque quieren hacer una video llamada para mi hermana que está en Francia por un intercambio —Stace se encoge de hombros—. Otro día, o quizá podremos hacer algo luego de comer. Además, no nos has cocinado nada todavía para nosotros. Y escuché que a Aaron sí..

—Tus celos terminarán matando a Audrey —mi amigo rueda los ojos.

—Los exagero un poco —dice riéndose mientras me hace una mueca con la boca—. No es eso, soy protectora y es la primera relación de mi amiga. Déjenme ser, ¿sí?

Antes de acotar algo acerca del drama y la exageración que hace de manera burlona, me pierdo mirando hacia adelante, observando cómo Aaron llega a la playa con Jacob y Gabe. Mi amiga lo nota al igual que yo mientras trata de disimular la mirada a medias. Escucho a Chad reírse de nosotras mientras busca el celular y se pone a escribir en él. Unos segundos luego mis ojos cruzan con los de mi novio, y lo veo guiñarme el ojo desde la distancia. Incluso suelta un silbido a medida que se acerca, observándome pasmado.

No puedo enumerar todas las cosas que me fascinan de él. Pero si lo hiciera, una de las cosas que pondría sería su atención ávida de la mía, sin importarle el resto ni qué pensara nadie. Le importa poco y nada. Ante el resto, le daba una mierda de importancia. Me observa fascinado, como si fuera la única mujer en el lugar. Me hace sentir deseada, querida.

Como ya he pensado más de un par de veces, y como me encanta sentirme cada vez que vuelvo a hacerlo.

—Hola —saludan una vez que llegan hacia nosotros.

Comienzan a saludarnos, pero Aaron no deja que lo haga al igual que al resto, si no que me toma de la cintura haciendo que me levante de un brinco para posicionarme a su lado. Su boca se pega a la mía con tanto descaro que no pareciera como si estuviéramos frente a muchas más personas que nos observan divertidos, o al menos lo que veo. Cuando lo recuerdo, me separo de su boca con mis mejillas hirviendo.

—Qué efusividad hay en el ambiente, madre santa —exclama Jacob.

Aaron hace caso omiso ante su comentario porque sigue sin separar sus brazos todavía atrapando a mi cintura. Incluso hunde su nariz en mi cabello y al sentirlo me hace casi flaquear. No le importa que se encuentren los demás allí, porque él me quiere tanto que ello no lo frenaría.

Su constante demostración afectiva terminaría acabando conmigo.

—Hola a ti también —digo dejando un beso rápido sobre la comisura de sus labios.




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