Toco el timbre por segunda vez en lo que va de la noche, esperando a que Stace me abra. Nos había invitado para la cena pendiente que teníamos entre los tres de despedida, solo que no había avisado que había que decir con tanta antelación a qué hora llegaríamos. Chad se encuentra igual de impaciente que yo. Me había ido a buscar a lo de Aaron para venir hasta aquí y llegar en un horario razonable, pero al parecer Stace no conocía aquella palabra.
—Apuesto a que ni siquiera se bañó —dice mi amigo rindiéndose mientras se sienta en el escalón esperando a que ella aparezca milagrosamente.
—O es lo que está haciendo ahora y por eso no abre.
—Buen punto —concuerda.
Antes de intentar por una tercera ambos escuchamos el sonido de la puerta abrirse. Nos paramos de inmediato y Stace aparece. No con el toallón puesto como si hubiera salido de la ducha, pero tampoco como había pensado Chad. Ella está parada con Jacob a su lado, quien nos mira divertido ante nuestro claro asombro. Si podíamos llegar a imaginar más cosas, claramente ésta era la que menos posibilidades tenía de ser posible. Aaron me había dicho que se juntarían entre ellos también, pero al parecer les faltaba uno mientras nosotros nos quedabamos como idiotas esperando a que ella decida aparecerse.
—¿Cómo va? Chad, Audrey.. —saluda Jacob mientras le guiña el ojo a mi amiga para bajar el escalón y acercarse a la calle dispuesto a irse—. Nos vemos pronto.
—Adiós —saludo algo aturdida.
Él desaparece y ambos nos volteamos a ver a mi amiga quien se tapa el rostro con las manos como si eso pudiera ocultarla. Aquel gesto suyo era propio de ella cuando algo la intimidaba o le daba timidez, casi como mi tic de ponerme roja por casi todo lo que pudieran decirme y que haga que me sienta avergonzada.
—Bueno —mi amigo me mira hablando—, ninguno tenía razón.
Una risa ruidosa sale de mi que apenas soy capaz de detener.
—Lo siento. Se apareció hace un rato sin decirme —se excusa Stace mientras se acerca a abrazarnos para saludarnos. Entramos a la casa y cierra mientras se encuentra con nuestras caras atentas a ella—. ¿Qué?
—¿Eso es todo lo que contarás? —pregunto.
—Aud, es que el resto no se puede contar —comenta obvio mientras Stace le revolea lo primero que encuentra a su alcance. Un pedazo de servilleta que cae indefenso a mitad de camino en el suelo, dejando a Chad estallando en risas y a mi con las ganas de hacerlo también.
—Supongo que lo merecía —suspira ella—. Lo siento.
—Bueno, ya que hemos descubierto la razón por la cual nos quedamos un buen rato esperándote, ¿empezamos a cocinar?
Mi amiga lamenta una vez más lo sucedido pero nosotros insistimos en que solo bromeamos. Nos adentramos en la casa de una vez para llegar a la cocina y comenzamos a agarrar las cosas para preparar la pizza que habíamos dicho de hacer entre los tres. La casa está demasiado vacía como para no notar la ausencia del resto de la familia de Stace.
—¿Tus padres no están en la casa? —pregunta mi amigo llegando detrás de mi.
—Salieron a cenar ellos dos. Les dije que iba a estar con ustedes, ¿o es que acaso creen que traería a Jacob conmigo estando mis padres aquí? —pregunta como si fuera algo obvio y estúpido a la vez.
—No me sorprendería nada de ti —digo riendo.
—¡Oh, tú calla! Eres la que peor se ha portado éste verano de los tres.
Supongo que no hay nada lo cual pueda refutar ante sus indudables palabras, que son mucho más certeras de lo que ella creía. Cierro el pico y permito que el tema quede en el aire mientras termino de agarrar las cosas que faltan para preparar la comida.
La cocina termina siendo un desastre en cuestión de minutos ya que ninguno se toma tan en serio la exactitud de las cosas, si no que nos concentramos en hacerlo más divertido al ritmo de la música que dejamos de fondo. Eso quizá influyó un poco a la hora de tambalearnos con los bowls que usamos para cocinar y preparar la masa de la pizza.
—¡Si sigues moviendo el culo de esa forma nos quedaremos sin salsa de tomate! No pienso chupar el piso si se cae —me quejo mientras mi amiga frena estallando en risas.
—Como si no hubieras chupado suficient..
—¡Chad!
Levanta sus manos en forma de defensa.
—Eh, yo no fui el que salió con una sonrisa que se ve a tres metros de distancia. Por cierto, ¿le volvió a doler el brazo o ya se recuperó del todo? —pregunta repentinamente intrigado.
—Está normal —contesta ella mientras la escucho con atención mientras amaso con más fuerza así queda mucho más compacta la masa—. No le duele hace ya una semana.
Mi amigo trata de decir una cosa, pero Stace levanta el dedo a punto de interrumpirlo.
—Sí, ya puede usar su pierna a la perfección. Sin referencias sexuales Chad, por favor.
—Pero yo no he dicho una mier.. —se frena, casi hasta queriendo. Nos mira a ambos y bufa mientras hace ademán de no darle verdadera importancia—. Qué va, estaba a punto de hacerlo.