Tus Lemas

Capítulo 49

Me despierto en una cama vacía, en donde solo yo me encuentro y no veo a nadie a mi lado. Tanteo con mi mano estirándola alrededor para esperar estar equivocada, pero no logro sentir nada. Abro mis ojos algo pegados todavía mientras suelto un bostezo profundo.

Me lleva un momento entender en dónde estoy. Esta no es mi cama, ni mi habitación. Los pósters masculinos pegados y los retratos de un perro desconocido en la vida real no me pertenecen a mi. Me siento y dejo las sábanas enredadas en mis piernas a un lado, dándome cuenta que se trata de la de Aaron. Y no está ahí conmigo.

Recuerdo la noche anterior con mucha más claridad que hace segundos, dejando de estar perdida. Lo había acostado para que descanse, aunque me había costado un poco por su borrachera feliz y divertida la cual transformó todo el ambiente en risas. Pero también viene a mi mente aquellas últimas palabras suyas antes de que bajara para irme al sillón. ¿Cuándo había llegado a su habitación si bajé para dormir allí? 

La confusión se incrementa y no es de ayuda no estar con nadie a mi lado para orientarme un poco. Al parecer tenía más sueño del que creí.

¿Me había subido él? Estaba tan dormida que pensé imaginarlo.

No recuerdo, ni de asomo, subir yo sola. Y no lo pienso como posibilidad tampoco.

Miro la ropa que traigo puesta y aprovecho la oportunidad de tener su placard entero frente a mis narices, lleno de su ropa. Saco la que tengo e invado sus estantes para encontrar algo suyo y ponérmelo. No tardo mucho en elegir, aunque me sorprende la variedad de sus remeras. Hay una blanca que tiene un logo de marvel medio desgastado. Cuando la veo, sé que es la que elegiré y dejo de buscar en los otros estantes mientras una sonrisa me invade, apenas con disimulo. Levanto las manos y dejo que caiga en mi cuerpo semi desnudo para terminar cubriéndome y sentir la comodidad que trae la ropa suelta.

Una vez lista, ato mi pelo en una ridícula coleta con parte del cabello que cae rebelde en mi cuello y mechones sueltos cerca de mis ojos, casi cubriéndolos. Si bien es lacio, nadie podía despertar perfecta por la mañana. Sobre todo cuando me especializo en dar vueltas en la cama toda la noche hasta encontrar una posición que favorezca a mi sueño para así caer rendida ante él, terminando así con las sábanas en cualquier parte pero sintiéndome cómoda.

Cuando abro la puerta de la habitación camino con lentitud para no hacer ruido. No sabía si alguien está dormido, pero es preferible evitarlo. No me cruzo con la madre de Aaron como la vez anterior, pero tampoco con nadie más. Agradezco aquello, porque de solo recordarlo la verguenza se apodera de todo mi. Ésto es nuevo todavía, o así lo parece, porque no logro acostumbrarme a lo que una relación conlleva cuando se trata de demostrarlo frente al resto, y no únicamente para ambos. De camino, no logro encontrarme siquiera con Brad, aunque debía estar con mi hermana porque la puerta de su habitación está abierta y sale luz por la perciana abierta que ha dejado, no sé si a propósito.

Luego de bajar me acerco al living dispuesta a buscar a Aaron, pero no tengo éxito allí. Estoy a punto de ir hasta la cocina pero veo la puerta del patio abierta. Voy hacia esa dirección y cuando me asomo escucho su voz gruesa y sólida hablando por teléfono. No quiero interrumpirlo así que me quedo apoyada sobre el marco de la puerta esperando a que terminara.

—Sí, ya.. Como si no lo supiera —descifro al escucharlo.

Aún estando de espaldas a mi sé que está sonriendo.

Basta conocer el tono que emplea para entenderlo o al menos suponerlo. Espero no por mucho tiempo porque finaliza la llamada y descubro que tengo razón al verlo voltearse. Tiene una sonrisa ladeada de lado que se ensancha automáticamente al verme parada allí. Su musculosa resalta su cuerpo fornido sin dejar atrás su pelo grueso y más claro con la luz del día.

—Audrey —dice acercándose hacia mi, observándome sonriente. Y yo lo recibo con los brazos abiertos dispuesta a enredarme en su cuerpo. Entierra su cabeza en mi melena llegando a mi de una vez—. Mmm..

Puedo cumplir mi deseo mientras siento cómo sus brazos me aprietan entre sí. Su aroma en la remera es fascinante, pero no tanto ahora que lo tengo frente a mi en vivo y en directo. Tan dócil, mirando mi boca con pasión y sus ojos sin bajarse de vista. Mis labios quieren despertar al igual que las emociones de mi cuerpo al sentirlo cerca, así que me pongo en puntas de pie para ser yo quien lo agarre desprevenido y robarle un beso mañanero, tan lento, que me hace sentir flotar por ese momento.

—Buenos días —murmuro.

Estudia mi vestimenta al separarnos y su sonrisa no se borra aún.

—Sabes lo atractiva que te ves en ella, ¿cierto?

—Mmmm —se escapa de mi al sentir sus brazos rodear mi cintura y deslizando sus dedos hasta donde la tela de la remera termina—. Puede. Aunque nunca te la he visto puesta.

—No me digas que has notado lo desgastada que está..

—Sí —concuerdo, mirando hacia abajo pero sintiendo que de todas formas sigue manteniendo un poco de estilo. O quizá es porque es suya, y tiene un logo que acompaña en el sentimiento. Así que me río cuando termino—, pero es linda.




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