Indudablemente mis amigos me acompañan a la misma velocidad con la cual camino, tan apresurada que ellos siguen mis pasos rezongando un poco. El único que maneja de los tres es Chad, pero su auto lo había dejado en capital. Por lo que nos queda nuestras piernas que cada vez caminan con mayor paso apresurado para llegar más rápido hacia el lugar.
—Espero que valga la pena llegar con solo una pierna —bromea Stace.
—Considerando la situación y el posible resultado, lo valdrá.
A ella parece serle de igual importancia porque no dice más al respecto. No era gran lío, pero su llamado había significado algo que no podía dejar pasar. Pocas veces lo había visto alterado de la forma en la que se comportó el día en el que salió el tema de James y sus constantes provocaciones y comentarios ofensivos. Solo esperaba que él no se rebajara a su nivel.
Llegamos con más rapidez de la que pensaba. No había mucha gente en la playa, a medida que nos acercamos notamos la falta de personas en el lugar y la música que no falta mientras retumba en nuestros oídos con bastante desorden.
—¿Quieres que intente llamar a Jacob para saber dónde están? —propone Stace—. No creo que nos cueste encontrarlos, pero no pierdo nada intentándolo.
—Si puedes, por favor —acepto.
Mete su mano en el bolsillo del pantalón e intenta llamar mientras seguimos acercándonos hasta llegar hacia la multitud que cada vez se esparcía más. No la escucho decir nada, y cuando volteo me encuentro con ella sosteniendo el teléfono sin respuesta todavía del otro lado de la línea.
—Me manda al buzón.
Mi amigo se separa de nuestro lado mientras se dirige hacia otra dirección y nosotras lo seguimos detrás mientras alcanzamos su ritmo.
—¿A dónde vas, Chad?
—No creo que estén con la gente —grita para que así podamos escucharlo—. Los baños están del otro lado, tienen que estar por ahí.
Stace lo mira incrédula.
—¿Y por qué demonios sabes con tanta exactitud donde están los baños?
—Bueno, si quieres saber sobre la noche que tuve.. —el tono arrogante confirma mi teoría y ella se horroriza de solo oírlo.
—¡Olvídalo! No he preguntado nada.
Ignoro sus comentarios mientras me sigo acercando hacia el lugar que había dicho Chad. Nos alejamos de los parlantes que siguen resonando todavía en mi cabeza y es aliviante para así poder dejar de gritar y hablar con normalidad. Llegamos hacia la parte en donde están los baños pero no diviso a Aaron ni mucho menos a sus amigos, por lo que sigo observando alrededor de aquella zona probando a tener suerte.
Y lo veo.
Había un cuarto de la gente que se encontraba al otro lado, por lo que no resultó difícil girar y verlo enseguida. No es la imagen que esperaba, pero tampoco quería. Está sentado mientras a sus costados se encuentran Gabe y Jacob sosteniéndolo. Está bañado en agua porque su ropa, aún desde la distancia, se ve mojada y caen gotas de su cabello. Me acerco hasta finalmente llegar con mis amigos siguiéndome de atrás.
—¿Qué le ha pasado? —pregunto horrorizada.
Gabe es el primero en levantar la vista, algo perdido con la situación. Mira a Jacob casi sin entender el por qué de mi aparición repentina, y mucho más al notar a Stace y Chad conmigo.
—Un idiota intentó provocarlo. Y se puso así —explica—. Por cierto, hola.
—Hola —saludo avergonzada.
Aaron ni siquiera me mira. Sigue perdido mirando hacia el frente, y me aterra esa imagen de él. Lo había visto de muchas formas, tanto buenas como malas. Lo conocía fascinado, extasiado, alterado y enojado. Pero nunca lo había visto con la mirada tan extraviada y su cuerpo apagado.
—¿Por qué está mojado? —le pregunta mi amiga directamente a Jacob.
—Porque no había otra forma de hacerlo entrar en razón. Le tiramos agua así se callaba un rato, y mira, funcionó. Según él, cuando hablaba sin parar antes de que se calme, un idiota lo provocó de camino al baño y terminó mandándolo a la mierda.
Me relajo al ver que no hay ningún golpe revelador en su cuerpo.
—Está bien, Audrey —me calma Gabe al notar cómo lo observo.
—¿Qué le han dicho?
Al hacer caso omiso a su pobre intento de olvidarlo, se miran abatidos.
—Un idiota estaba nombrándote a ti, Audrey.
Eso llama la atención de Aaron por primera vez. Al escuchar mi voz se voltea y se encuentra con mi mirada fija en la suya, negada a perderse en el camino. Me congelo de igual forma al sentir cómo me observa con detenimiento pero no dejo de notar aquella dejadez en sus ojos cansados pero fríos, como si todavía algo lo molestara. Me acerco para posicionarme a su lado y lo escucho respirar con normalidad. El resto se aparta un poco para dejarnos espacio.
—Nena —susurra.
No había música fuerte ni ruidos molestos, así que puedo entender con precisión y sin forzar mis oídos para escuchar lo que ha dicho.