Tus Lemas

Capítulo 52

Camino al paso de Brad y mi hermana, o aún más apresurada que ellos. Me había dicho que estaba en una de las últimas entradas de donde terminan los puestos de negocio cuando los arman. Así que, ahí nos dirigimos. Su hermano no quiso decirme mucho, pero sabía que no había nada bueno en esa llamada corta pero precisa de hace segundos.

No soy adivina, por lo que los pensamientos de Aaron pasan de largo ante la posibilidad de considerarlos. Pero lo conozco y puedo suponerlos. Sobre todo sabiendo su accionar. Mil pensamientos surgen de mi y de ellas mil posibilidades diferentes. 
 

Estamos cerca. Cada vez nos acercamos más y siento a mi cuerpo sudar de antemano. Me preparo para tener, posiblemente, mi primera discusión seria con él. Brad nos indica a donde seguir y cuando lo hacemos llegamos con rapidez. No tardo en visualizar a Aaron y recibo una mirada cortante de su parte, algo poco común en general y nada usual conmigo.

Está solo, sin nadie a su alrededor pero con el suelo de arena levantado, la copa que había llevado de la mesa antes de irse, echa trizas y con piedras que se empeña en seguir pateando hasta que su hermano lo frena. Éste lo mira colérico apenas lo hace.

—Te dije que no quería que venga —gruñe.

—¿Te refieres a mí? —pregunto enfadada.

Oh, no, amiguito.. No pienso que sigas ocultándome todo.

—Aaron, espera. Deberías calmarte antes de decir estupideces —trata de apaciguar a su hermano pero resulta ser en vano y le da otro intento—. Te arrepentirás si dejas que salga de tu boca cualquier cosa si estás así. Al menos mantén la lucidez.

—¿La lucidez? —ríe con amargura y niega.

Aquel imagen de él me resulta completamente desconocida. Sus palabras ásperas, sus expresiones frías y sus gestos despiadados. Él nunca había sido así, y me extraña que el nivel de enfado lo llevara a ponerse de tal forma. Parece disgustarle todo lo que su hermano trata de hacer porque se suelta de su agarre y se aleja para mantener la distancia con él.

Me aterra verlo de esta forma, pero no más lo hace que todo lo que ahora sé.

—¿Puedo hablar a solas con él? —pregunto a Brad.

—No tengo ganas de hablar —dice sin esperar Aaron pero hago caso omiso a lo que ha dicho.

—Lo hubieras hecho antes, entonces —lo miro y conecto por primera vez con sus ojos, apagados e idos. Éste observa a Brad, enfadado.

—¿Le has contado? 

Brad no responde, y creo que es mejor así.

—¿Qué cosa específicamente, Aaron? —me hago la idiota.

Estoy enfadada. Cada vez más.

Mi hermana está inmóvil desde que habíamos llegado y se queda en su lugar dándole igual lo que dije, hasta que observa mi rostro suplicante y convence a su novio de realmente hacerlo. No es que no pueda con él pero entiendo su duda. Aaron nunca se ha comportado de ésta forma conmigo y si bien sé que su propio hermano mayor podía controlarlo mejor que yo, al menos debo intentarlo. Tengo cosas para decirle y sé cuántas él a mi también.

Logro convencerlos y ellos se alejan de a poco, retrocediendo por la dirección la cual habíamos venido. Una vez que se alejan por completo me quedo instalada en mi lugar pensando cuál es mi próximo movimiento y qué decir a continuación. Aaron no ayuda en tomar la decisión para nada porque se queda molesto en su lugar mientras lo escucho refunfuñar.

—Mira.. —empiezo—. No sé cómo dejas que te controle el enfado pero te ha llevado lejos. Para empezar, deberías saber que tomar no te soluciona una mierda. Lo empeora.

—Audrey, no quiero lecciones —dice seco.

—No estoy aquí para dártelas. En realidad, es para descargar mi enfado contigo —respondo a lo que me ha dicho, interrumpiéndome. Él levanta su ceja y se expresa amargo ante mi.

—¿Tu enfado?

—Me has dicho que ibas a dejar de estar así, de reaccionar de ésta forma si él te provocaba. Pero lo único que has hecho es darle la importancia que él quiere —explico mientras mantengo la calma—. Hasta me lo has prometido. Me.. me ocultaste cosas.

—Oh, lo siento, reina de Holanda, ¡siento haber roto una estúpida promesa! ¿Será que no te incumbe que te cuente todo?

No me gusta su estado, y trato de justificarlo por la forma en la que se dirige a mi. Pero no pienso permitirlo. Con desesperación, trato de que la poca lucidez que le queda se aparezca.

—Comenzó a hacerlo en el momento en el que te demostraste áspero conmigo.

No parece serle de mucha relevancia lo que he dicho porque se queda ahí, incapaz de moverse hacia mi lado. Sigue manteniéndose estático, manteniendo la distancia. Trato de estar lo más tranquila, pero es imposible cuando toda la situación me agobia y Aaron no cesa sus actitudes reacias a mi, como si me fuera ajeno todo lo que está sucediendo.

No lo es, y el cansancio por mantenerme al margen me agobia.

Espero a que intente disculparse, y no solo por sus palabras que quedan rotas en el olvido, sus palabras que no se mantuvieron estables en el tiempo e intensifican su gravedad. Si no, por todo el embrollo que él ha armado de esto por provocaciones con las que hubieran sido fácil de apartarse. Pero no quiso, y tampoco tiene intención de hacerlo ahora. Para mi, resulta fácil el poder alejarme de aquello que me moleste o insiste en hacerlo. Pero no para él. Y aunque insista, me ha demostrado que es en vano.




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