Two sides of a broken heart

Preludio

Mediodía. El sol estaba en su apogeo. Hace mucho que mi tormenta había alcanzado el paroxismo. Parece que el calor contribuyó mucho a este derroche de emociones. Emoción! Un término sencillo, pero que para mí era cuestión de vida o muerte. Sí. Mis emociones son el eje en torno al cual gira mi vida.  Mis decisiones, las cosas que hago o dejo de hacer dependen de mis emociones. Me es vital sentirme bien. 

Hace más o menos 10 años me diagnosticaron una enfermedad  silenciosa conocida como Sb. Es una alteración del sentido común, por lo menos era lo que yo sentía. No existía una constancia  o una orden lógica en mis pensamientos. Un día estoy razonando y al otro pierdo toda noción de razón. Así como una persona con Alzheimer, existía diferentes yo conforme pasaba el tiempo. La inestabilidad emocional me impedía hacer cosas tan básicas como tener amigos, novios o incluso escoger una carrera profesional. Nadie - ni siquiera yo- lo entendía en su momento. Esos cambios bruscos de humor, cambios en los mismo ideales que defendía con uñas y dientes, cambios en mi forma de ser. Nadie se lo explicaba. Mi familia lo atribuyó a la ausencia de mi padre. Decían que era rebeldía. ¿Pero quien se rebele hiriéndose?  

Encontraba un placer enorme al hacerme daño, me comía las uñas a tal punto que sangraba porque la vista de la sangre me procuraba un placer inenarrable. Me imaginaba sufriendo,teniendo alguna enfermedad incurable, me compadecía de mí misma,me veía en el hospital,veía a mi mamá llorando desconsolada por su hija desahuciada. Me daba pena ver a mi posible marido llorando desconsolado por mi muerte inminente. Cabe destacar que siempre tuve una imaginación  desbordante. Es que mi vida era tan simple que empecé a sazonarla con historias y dramas que me hubiese gustado vivir. Los días de verano, viajaba por las calles repletas de París, paseando por la Seine, la Catédrale de Notre Dame cantando antiguos éxitos de Charles Aznavour. Las frías noches de invierno,las pasaba a la orilla del mar, en mi ciudad natal que tiene las playas más lindas que he visto; mi novio me abrigaba con su vestón, me calentaba con su calor, nos quedabamos quietos así desde el atardecer. Me gusta ver el sol caer, sobretodo en la playa, el reflejo de los rayos en el mar , ese color amarillo medio dorado que proyecta ,era tan feliz( estaba feliz). El mar siempre me ha gustado pero al mismo tiempo, me intrigaba su inmensidad,era como tener un pololo alcohólico: lo quieres con el alma pero al mismo tiempo le temes. El mar y yo tenemos esa misma conexión, Éramos uno,el mar, él y yo. En armonía. 

 

 




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