Un Albergue para un Emperador

III

En la cocina Acfred y Laia, se entretenían haciendo y ultimando los últimos detalles de la cena. Los dos se atraían, Pero Laia se comportaba como una monja, Acfred era inaccesible. Entonces como estos dos jóvenes interactuarían.

Bésame cuando tú quieras, yo siempre estaré a tu lado, aquí contigo siento que el tiempo pasa sin pesar, sin grandes azahares del destino, decía Acfred a Laia. Gustaban de pasear juntos en bicicleta, Laia (la que habla bien) tenía alma de niña. Sus miradas se cruzaban cuando llegaban a los verdes prados de la montaña Turbón, tenían relaciones sobre los pastos y se amaban profundamente pero sin que lo supiera el Reverendo. Era muy estricto con sus pupilos, cosa que no aplicaba con él. Acfred era un hombre de paz como su mismo nombre lo sugería. La muchacha era muy joven para comprometerse, su futuro estaba por delante, verse casada la ponía en posición de tener hijos y  tener que cumplir responsabilidades cosa que no estaba dispuesta a hacer y renunciar a sus sueños. Cruzaban por la montaña, visualizando borregos, venados, uno que otro puma a lo lejos, osos y urogallos. Se pregunataban que sería de ellos, que harían después de El Emperador, Laia tenía conductas destructivas, Acfred estaba absorto en sí mismo, no se tomaba nada en serio. Los dos al unísono:

Podríamos perdernos en estas montañas, vivir como Thoreau, naturalmente. No necesitaríamos de mucho para vivir, solo lo que Dios pudiera darnos como dice el Reverendo. Nunca he podido vivir entre en la gente, digo yo Acfred, soy un solitario, el ermitaño. Las cartas lo dicen todo, he pensado mucho las cosas, alejarme por un tiempo de todo no me haría mal. Sanaría con la madre Naturaleza. Todas estas ideas eran rebatidas al bajar de la montaña y regresar al albergue, a su inhóspita realidad.

 

Por su parte la hermosa Aisha, siempre tenía planes, se desvivía por ellos pero muchos no los concluía. Era una romántica. Se relacionada con Axel, el apuesto. Este vivía la vida como le venía en gana, no tenía escrúpulos. Naddie podía echarlo del Emperador a menos que él lo decidiera. Había otros muchachos Betsy, muy divertida, Elián, Milos, Jano y Kendra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.