Manuela Albert tomaba a su nueva pupila Kendra, prepararían todos los detalles de la fiesta. La chica lucía mucho por las calles de Huesca. Su imcomparable porte. Deslumbrante. Manuela era viuda había estado casada con el alguacil de Huesca. Toda una dama de sociedad, sus amigas la perseguían, querían ser como Manuela o la idolatraban. También tenía ciertos detractores, pero sin suma importancia.
Invitaría a gente importante, embajadores, futuros políticos, diplomáticos. Era una mujer muy influyente. Intento internarse en la política pero se dio cuenta que no era su ramo.
-¡Llamaré al staff para que organicen la logística, todo debe quedar perfecto! ¿Y tú bella Kendra? ¿Cuáles son tus planes para tu porvenir?
-Quisiera hacer carrera en la actuación, llegar a los teatros de Londres, Broadway. Transformarme en el escenario. Sentir el público ovacionándome, pero seguiré siendo la misma o fingiré falsa modestia.
-Tus sueños fueron mis sueños alguna vez, querida. Podré apoyarte en todo lo que pueda.
-Mire ahí viene Milos.
-¡Oh sí! Lo conozco, es un chico muy apuesto. Se dicen entre´sí las mujeres.
-¿Cómo se encuentra el día de hoy señora Albert? comentó yo Milos
-¡Magnífico querido! Estamos haciendo unas compras con mis dos mozos.
.La señora es muy amable con todos nosotros Milos.
-¡Querida! Pensé que había confianza, dime Manuela.
-Está bien.
-¿Gustan que les haga compañía?
Las dos asienten, la compañía de Milos era muy grata, por su conversación afable y rítmica, acompañada de buenos chacarrillos. Era alto, esbelto y musculoso, con una energía poderosa.
En el albergue, Jano y Elián cortaban leña, para la víspera de la noche. Acfred, Aisha, Laia y Betsy tomaban la imprecación con el Reverendo.