Elián y Jano lograron alcanzar a los dos amantes. Comenzaron una discusión.
-¿Qué hacen persiguiéndonos? ¡Elíán, Jano!
-Debemos acabar con todo esto, no podemos dejar rastro. Ni Hansel y Gretel serían tan tontos para dejar tantas evidencias.
-¿Fueron ustedes, los que provocaron el accidente súbito en El Emperador? Enfatiza Laia
-Usa tu lógica querida. Responde cínico Jano
-No puedo creerlo de ti Elián, el más brillante. Eras un sol para el reverendo Jones. Responde triste Laia
-Mi misma excelencia quiso que aspirara a más, además tú y Acfred eran un impedimento para mí, no hubiera podido superarlos, mi brazo derecho es Jano.
-Nunca pensé que fueras tan celoso Elián, muchas veces me superaste en las clases del Reverendo, mil veces más dedicado. Alardea Acfred
-Tu falsa modestia me hace voltear una mueca Acfred. Eres el más sabio, el consejero del extinto Reverendo.
-Tus miedos, la culpa, los sentimientos de inferioridad, y el odio que tienes hacia todo lo que te rodea te nublan como a un eclipse Elián.
-¡Osas juzgarme Acfred, bien aprendiste del Reverendo! Agrega colérico Elián
-Ahora nos dedicamos a esparcir el rayo, la destrucción y la muerte, nuestra pasión es la cólera. Responde orgulloso Jano
-De bellos ángeles pasan a ser como seres demoniacos. Les manifiesta Laia
-Hemos preparado estos perros negros salvajes que habitan en la montaña. Puntualiza el más notable Elián Armamos nuestra guarida en esta cueva que es un lugar abandonado. Entrégame el anillo que te dio el Reverendo.
-Así que es todo lo que quieres Elián. No tienes la fuerza mental para obtenerlo, es bien preciado.
-No estoy para tus lecciones Acfred. Enfatiza furioso Elián
-Te has convertido en un genio malvado, acierta a contestar Laia
-Si no me lo entregas te condenaré a vagar o a morir con mis perros mientras yo reino sobre los hombres de esta asquerosa montaña. Responde afirmativo Elián