Mónica
Al llegar al set, me encuentro con una escena que parece sacada de una película. Guardias de seguridad por doquier, controlando el acceso con miradas serias y gestos firmes. Pero mi deseo no se detendrá por nada ni por nadie.
«¡Dios! Esto es más complicado de lo que pensaba, pero no hay marcha atrás» —Mi pensamiento me da la orden de continuar, por lo que intento esquivar al guardia de seguridad, un hombre imponente con expresión severa, quien apenas me ve, se me atraviesa para impedirme el paso.
—Lo siento, señorita, es área restringida y sin pase de acceso, no puede entrar. —habla cortante y como una pared enorme de carne y hueso, se planta firme frente a mí.
Pienso rápido mi respuesta.
—Oh, lo sé, pero es que... soy la nueva actriz de reparto. ¡Exacto! ¡Eso es! Me llamaron de último momento. ¿No lo sabían? Qué irresponsabilidad de alto nivel, ¿Cómo pudieron olvidarse de informarles? Es algo imperdonable —Comento indignada y me hago la importante.
— ¿Nueva actriz de reparto? —cuestiona incrédulo.
— Sí, sí, vine corriendo cuando me llamaron. Deben haber olvidado avisarles, de verdad que no hay derecho, juro que estoy que me devuelvo para que mi ausencia los meta en problemas. —sigo con mi drama enfocada en mi actuación, giro mis talones y finjo largarme por donde vine.
—¡Un momento, no es necesario que tome una decisión tan a la ligera! Estoy llamando a los encargados del set para confirmar su participación, pero no responden.
—No puedo esperar, no voy a perder mi valioso y preciado tiempo porque nadie aparece para confirmar la autenticidad de mis palabras. —expreso con voz aparentemente herida, dándole la espalda y obviamente sonriendo en silencio del gusto que da saber que está por comerse todo el cuento.
—Voy a confiar en usted, porque no quiero problemas, pero le advierto que si por dejarla pasar me gano un lío más grande, sabrá de mí —amenaza con cara de desconfianza.
—No tiene que amenazarme y mirarme como si fuera una delincuente porque no lo soy. ¡Haberme dejado pasar, es la mejor obra de Navidad que pudo hacer, créame! —hablo emocionada y con más confianza de la que debo tener con un desconocido, corro hacia el señor corpulento y lo abrazo con mucha emoción— ¡Muchas gracias! Espero tenga una linda Nochebuena con sus seres queridos. —Mis palabras son cargadas de una dicha que no puedo controlar, no me controlo y le estampo un beso en una de sus mejillas antes de salir corriendo rumbo a la dirección que me indica el sujeto vestido de negro mirándome como si estuviera loca.
Logré confundir al guardia, pero sé que necesito más que una táctica simple para llegar a Adam, ¿Cómo carajos voy a llegar a esos camerinos? No tengo ni la más remota idea, pero, aun así, mi mente soñadora es como un torbellino que me empuja a la imprudencia.
Camino con confianza hacia el corazón del set, buscando mi próxima estrategia.
La multitud alrededor de las grabaciones es abrumadora, pero eso solo significa que tengo más oportunidades para deslizarme entre las sombras y llegar a donde quiero. Decido camuflarme entre el equipo de filmación, mezclándome con los técnicos y actores secundarios. Me escondo en las esquinas, entre las cortinas, me deslizo por el piso en ciertos sectores donde la congestión de cámaras, luces y acción me abruma.
«Oh, oh…» Quedo atrapa en medio de un tumulto de personas que están siendo regañadas por el que parece ser el director.
«¿Qué coño vas a hacer Mónica? Piensa rápido que te van a descubrir» —Me exige una de las mil voces que transitan por mi confundido y loco cerebro.
De repente, se me ocurre una idea audaz. Con menos disimulo del que debería, me acerco al departamento de vestuario y, con la rapidez de un camaleón, cambio mi atuendo por el de una extra del set, que saco al azar de una enorme pila de ropa. Ahora, disfrazada y lista para la acción, me sumerjo en el mundo de la película y continúo mi búsqueda para llegar a Adam Smith.
Camuflada entre el equipo de filmación, me deslizo por los bastidores del set. Aprieto el paso cuando mis odios se inundan con la voz gruesa que grita como loco, exigiendo que busquen a no sé quién. Y…
Justo cuando pienso que he logrado pasar desapercibida, esa misma voz me llama desde lejos.
—Ey, tú, ¿A dónde demonios crees que vas? —inquiere con mucha autoridad mirando a mi dirección.
Giro mi cabeza hacia atrás pensando y deseando que se esté dirigiendo a otra persona, pero no es así, detrás de mí no hay más que una muy grande y resplandeciente lámpara que me deja ciega por varios segundos.
—¿¡Yo!? —consulto señalándome con uno de mis dedos índices, sintiendo que me desmayaré de un momento a otro, por sentir tanta presión sobre mí.
— ¡Tú! Sí, tú. ¡Ven aquí! Es momento de que entres en escena.
Editado: 01.01.2024