-¿Cómo te encuentras?- me preguntó un doctor, mientras estamos en la habitación blanca, junto a Nico, Bruno y papá.
-Soñé que era una mujer hermosa, de pelo rojo como el mio, muy bonita, que podía volar y hacer volar cosas. ¡Fue genial!- dije feliz-. Aunque la chica era pareja de Nico.
-¿Qué más recuerdas?- me preguntó Nicolas, mirándome a los ojos con una sonrisa melancólica.
-La mujer y tu hacían cosas raras- dije y mi cuidador se sonrojó-. También estaban ustedes- señalé a Bruno y a papá-. Pero se veían raros. Papi era más joven y Bruno más grande. Y Nico nació muchísimo después que yo y era muy tierno. Vivíamos en una casa gigante, con más personas allí. Todo fue muy raro.
-¿Recuerdas qué super poderes tenían los personajes de ese sueño?- me preguntó el doctor.
-La chica volaba y lanzaba las cosas en el aire, era como si hiciera magia. Nico podría ir y venir como si desapareciera y apareciera de nuevo en otro lugar. Papi podía hacerse invisible y jugábamos con eso muy seguido. Bruno podía hacerse polvo y desaparecer- respondí-. ¿Por qué preguntas?
-Para terminar- dijo el hombre-. ¿Te duele algo?
-La cabeza- dije-. Pero estoy bien.
-Estás perfecta, puedes irte- dijo el médico.
Salimos por el lugar que vinimos, recorriendo la ciudad.
-Papi...- lo llamé y me miró-. ¿Qué está pasando?
-Cuando lleguemos a casa te explico- dijo nervioso.
Miré a Nico y él sonrió con cariño.
Al ratito llegamos a casa, tras pasar por los pastos mágicos.
-Creo que es hora de que lo sepas- dijo padre y miró a mi amigo-. Nico, haz tu parte.
-Aixa... Recuerda todo lo que hemos vivido juntos. Vuelve a mi, mi amor- dijo y me besó en los labios.
La chica de mi sueño volvió a mi memoria y vi todo lo que pasó desde que nació hasta que fue decapitada y quemada en fuego, lo cual me asustó, aunque luego volvía a la vida y vi todos mis recuerdos.
Él se separó de mi y lo miré confundida.
-¿Cómo estás? ¿En qué piensas?- peguntó Bruno, quien estaba al lado de papá.
En mi mente había un solo pensamiento.
-¡¿Acabo de dar mi primer beso?!- exclamé sorprendida y recordé las millones de veces que la chica y Nico se besaron, dándome una sensación conocida-. ¿Por qué siento que no es la primera vez?
-No es la primera vez- dijo él, muy feliz-. En tu vida pasada, fuimos pareja y eramos muy cariñosos.
-¡Eran conejos!- gritó Bruno y fue golpeado suavemente por mi padre-. Es la verdad.
No le entendí, pero creo que se refiere a que nos abrazábamos mucho.
Sonreí.
Le di un beso en la mejilla a Nico y corrí a la cocina, en busca de comida, ya que mi estómago ruge como león hambriento.