-Aixa, ven con nosotros- me dijo un hombre vestido de negro y amarillo.
-¡No!- grité y corrí hacia Nico, mientras me persiguen.
-¿Qué pasa?- me preguntó él.
-Me persiguen- dije y Nico miró confundido-. Ellos.
Señalé las 3 abejas que me persiguen desde que estoy en el patio.
-Solo son bichitos- dijo y sonrió-. Si que tienes mucha imaginación. Tendrás 16 años, pero esas actitudes no te las quita nadie.
-¡Me quieren matar!- exclamé-. Y discúlpame por ser pequeña; hijo de TutanKamon, contemplador de dinosaurios...- susurré.
Él agarró un pequeño frasco, colocó las abejas dentro y las liberó fuera de casa.
-Gracias por salvarme- dije, abrazándolo.
-¿Sabes que puedes hacerlas volar lejos? Haces magia- dijo y sonreí avergonzada.
-No me acordaba- bajé la mirada, triste.
Él besó mi frente.
-¿Quieres visitar a Mauro, mi pequeña?- preguntó.
-Sii- dije feliz.
(...)
-¡Papi!- dije al verlo y lo abracé.
-¿Cómo estás, pequeña?- dijo él, riendo.
-Bien, ¿Y tú?- contesté con una sonrisa-. ¿Cómo te fue en un "luna de miel"?
-Luego contamos de los detalles de eso- dijo avergonzado-. Venga, pasen.
Entramos en su casa y nos sentamos en el living.
-Algún día debe ir al universo 69 es un lugar muy bonito y divertido- comentó Mauro.
-Nico...- lo miré-. ¿Podemos ir?
-Aún eres pequeña como para ir a ese lugar- dijo Nico-. Primero debes cumplir 22 años humanos.
-Okis- dije.
Él me sentó a su lado, bajándome de su regazo, para luego abrazar un almohadón.
-¿Y Ángela?- pregunté.
-Salió con sus amigas a pasear al centro- dijo padre.
-¿Quieres ir allí?- me preguntó Bruno, llegando de la cocina, con un bandeja y comida.
-Prefiero estar aquí- dije.
-Y... ¿Cómo estuvo todo aquí? En un mes pueden pasar muchas cosas interesantes- dijo padre.
-Pues... Consumí por primera vez el helado de nutella y me encanta- comenté, recordando el sabor de esa cosa tan rica.
-Cada día come un tarro cada día- dijo Nico y sonrió burlón-. Aunque es no es lo único que le encanta comer a ella.
Me sonrojé ante esa indirecta.
-¡Idiota!- le dije y reí-. Luego arreglamos eso en casa.
-¿Ustedes tienen noticias?- preguntó Nicolas.
-Ángela se adoptó un gatito- dijo padre y señaló una caja acolchonada que está en una esquina.
-¡Que tierno!- exclamé y me acerqué a acariciarlo.
Es una pequeña criatura completamente negra, de ojos verdes muy claro, que juega con una pequeña pelota de goma.
-Se llama Tom- dijo Mauro.
Mientras ellos hablaban, seguí acariciando al pequeño animalito.