Un Amor Poco Común

Capítulo 16

Al terminar la maravillosa semana en ese paraíso, volvimos a casa, teletrasportándonos con nuestras maletas con diversos portales interdimensionales colocados estratégicamente, para no agotar todas las fuerzas de Nico.

Al poco tiempo de haber acomodado todo, llegaron mis amigos.

-¿Lista?- me preguntó Jason, ante mi insistencia, asentí con la cabeza-. Si quieres recuéstate en algún lugar... Este procedimiento pude tardar.

Me senté en el sillón, con Nicolas abrazándome por la cintura.

-El dolor será temporal, no te asustes- dijo y tocó mi cabeza, en diversos puntos.

Cerré los ojos, emocionada. Lo escuché murmurar cosas incomprensibles y un gran dolor apareció en los puntos que él había tocado antes. Sentí como si sus manos quemaban y por más que las alejara, la sensación continuaba.

Sin querer, empecé a llorar. Él acarició mi frente, bajando por la nariz y presionó levemente mis párpados, gritando algo que no llegué a entender.

Abrí los ojos y vi pasar fragmentos de la película. 

Muchas muertes de personas y seres de toda clase, humanos e inhumanos, inocentes y culpables, niños, jóvenes, adultos y ancianos. Todos siendo asesinados por una espada en sus cuellos, cayendo desde el aire brutalmente contra el suelo o alguna superficie o azotándoles de un lado a otro, terminando muertos en el suelo, bañados de sangre, con una gran destrucción a su alrededor.

Tantas muertes de todo tipo, todas hechas por un arrebato de locura derivado de mi, creado por cualquier pequeñez. Mataba hasta a mis amigos y familia. Todo ese desastre y sufrimiento hecho solo por mi. Hay veces que ni razones tenía y en momentos graves, no me defendía ni atacaba.

Familias completas, destrozadas y arruinadas, por mí culpa.

Me había convertido en lo que siempre había temido. Ya entendí por qué la "vieja Aixa" quería borrar estos recuerdos de su memoria.

Empecé a llorar, intentando ver la lógica, pero no existía.

 

(...)

Las imágenes seguían pasando, una detrás de otra y estuvieron un largo rato más. El sufrimiento no acababa nunca.

Pude ver torturas hechas por mi y hacia mi. Me lo merecía, pero algo que sigo sin entender, era porqué lo disfrutaba tanto.

Abrí los ojos y vi a Nico, llorando a mi lado, durmiendo y aferrándose a mi con la intensión de no dejar ni quince centímetros de distancia.

-Te amo- le susurré al oído-. Perdón por todo.

Me levanté y miré un reloj que esta junto a la cama, en una pequeña mesita.

-Solo pasaron ocho minutos- dije y sonreí-. No fue tanto.

Preparé la cena y la serví, para luego despertar a mi pareja.

-Nico... Mi amor... - lo llamé, besándolo entre palabras.

Él abrió los ojos, mirándome feliz.

-Hola Ixa- dijo y me abrazó-. ¿Cómo estás?

-Bien, creo- dije, un poco triste, pero al instante sonreí.

-Estuviste en trance durante ocho días- informó y lo miré sorprendida-. Pero no importa. Haré la cena, ¿Qué quieres comer?

-Ya cociné- dije, sonriendo y nos levantamos de la cama.

-Vamos a comer, entonces- afirmó.

-Perdón por todo lo que hice- dije, entristecida por mi pasado-. No quise hacer tanto daño, pero veo que no se pudo evitar.

-Tranquila, esta es una nueva vida, nuevos recuerdos, estarás bien- dijo, con una sonrisa cariñosa-. Estaremos bien.



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En el texto hay: romance, brujas, sobrenatural

Editado: 09.07.2018

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