Al terminar la maravillosa semana en ese paraíso, volvimos a casa, teletrasportándonos con nuestras maletas con diversos portales interdimensionales colocados estratégicamente, para no agotar todas las fuerzas de Nico.
Al poco tiempo de haber acomodado todo, llegaron mis amigos.
-¿Lista?- me preguntó Jason, ante mi insistencia, asentí con la cabeza-. Si quieres recuéstate en algún lugar... Este procedimiento pude tardar.
Me senté en el sillón, con Nicolas abrazándome por la cintura.
-El dolor será temporal, no te asustes- dijo y tocó mi cabeza, en diversos puntos.
Cerré los ojos, emocionada. Lo escuché murmurar cosas incomprensibles y un gran dolor apareció en los puntos que él había tocado antes. Sentí como si sus manos quemaban y por más que las alejara, la sensación continuaba.
Sin querer, empecé a llorar. Él acarició mi frente, bajando por la nariz y presionó levemente mis párpados, gritando algo que no llegué a entender.
Abrí los ojos y vi pasar fragmentos de la película.
Muchas muertes de personas y seres de toda clase, humanos e inhumanos, inocentes y culpables, niños, jóvenes, adultos y ancianos. Todos siendo asesinados por una espada en sus cuellos, cayendo desde el aire brutalmente contra el suelo o alguna superficie o azotándoles de un lado a otro, terminando muertos en el suelo, bañados de sangre, con una gran destrucción a su alrededor.
Tantas muertes de todo tipo, todas hechas por un arrebato de locura derivado de mi, creado por cualquier pequeñez. Mataba hasta a mis amigos y familia. Todo ese desastre y sufrimiento hecho solo por mi. Hay veces que ni razones tenía y en momentos graves, no me defendía ni atacaba.
Familias completas, destrozadas y arruinadas, por mí culpa.
Me había convertido en lo que siempre había temido. Ya entendí por qué la "vieja Aixa" quería borrar estos recuerdos de su memoria.
Empecé a llorar, intentando ver la lógica, pero no existía.
(...)
Las imágenes seguían pasando, una detrás de otra y estuvieron un largo rato más. El sufrimiento no acababa nunca.
Pude ver torturas hechas por mi y hacia mi. Me lo merecía, pero algo que sigo sin entender, era porqué lo disfrutaba tanto.
Abrí los ojos y vi a Nico, llorando a mi lado, durmiendo y aferrándose a mi con la intensión de no dejar ni quince centímetros de distancia.
-Te amo- le susurré al oído-. Perdón por todo.
Me levanté y miré un reloj que esta junto a la cama, en una pequeña mesita.
-Solo pasaron ocho minutos- dije y sonreí-. No fue tanto.
Preparé la cena y la serví, para luego despertar a mi pareja.
-Nico... Mi amor... - lo llamé, besándolo entre palabras.
Él abrió los ojos, mirándome feliz.
-Hola Ixa- dijo y me abrazó-. ¿Cómo estás?
-Bien, creo- dije, un poco triste, pero al instante sonreí.
-Estuviste en trance durante ocho días- informó y lo miré sorprendida-. Pero no importa. Haré la cena, ¿Qué quieres comer?
-Ya cociné- dije, sonriendo y nos levantamos de la cama.
-Vamos a comer, entonces- afirmó.
-Perdón por todo lo que hice- dije, entristecida por mi pasado-. No quise hacer tanto daño, pero veo que no se pudo evitar.
-Tranquila, esta es una nueva vida, nuevos recuerdos, estarás bien- dijo, con una sonrisa cariñosa-. Estaremos bien.