-¡TE ODIO!- me gritó, llorando y yéndose de la casa.
-¡Alejo!- grité y lo seguí hasta la puerta, en donde vi como se subió a su vehículo, para irse.
Entré a casa y Nicolas me abrazó.
-Perdón- dijo-. No pensé que reaccionara así luego de tantos siglos.
-¿Por qué me odia?- pregunté, muy triste, abrazada a él.
Por la diferencia de altura, tranquilamente puedo llegarle al cuello, donde refugio mi rostro, para que no me vea así de miserable.
-Es entendible que esté así. Has...- dijo e hizo un movimiento de manos extraño, muy nervioso.
-Yo no maté a su pareja...- dije y le abracé.
-Lo se- él hizo que lo mirara y limpió unas lágrimas que estaban se me estaban cayendo-. Algún día te perdonará... Por ahora, duerme- susurró lo último, en mi oído.
Intenté resistirme, pero su poder sigue siendo mayor al mío y obedecí.
(...)
Desperté y no estaba en living como antes. Rápidamente me levante, bastante confundida y noté que estaba en el auto de mi pareja.
-Buenos días princesa- me dijo Nico, mientras conduce.
-¿A dónde vamos?- pregunté, para luego bostezar.
-Como ya has terminado la secundaria, pensé que te gustaría ir a una pequeña junta con nuestros viejos amigos- dijo, sin mirarme.
-Okis- dije y me acomodé en el asiento-. ¿Quienes irán?
-Jason, Julieta, Lucas, Mauro y su pareja, Bruno y nosotros-. Dudo que vayan Alejo y Luke.
-¿Quién es Luke?- pregunté confundida.
-La pareja oficial de Alejo- me recordó.
-Él es un conejo literalmente- dije y reímos.
-Los llamas así y aún no te quitas la vergüenza tú- dijo y me sonrojé, desviando la mirada.
-¡Idiota!- dije riendo y me escondí detrás de su asiendo, en donde no me ve.
Al segundo, ya estaba a su lado, respirando agitadamente. Me coloqué el cinturón de seguridad rápidamente.
-Idiota- repetí, divertida-. Si quieres descansar, se manejar.
-Ya casi llegamos- dijo y sonreí-. Pon música.
Coloqué un CD en el reproductor y seguimos el camino, hablando y cantando las canciones.
En un momento, llegamos a una zona donde estábamos rodeados de un espeso bosque, la calle era de tierra y parecía estar deshabitado.
A los lejos, se veía una cada, pero a medida que nos acercábamos esta se hacía más grande. Al estar a unos pocos metros, Nico estacionó junto a la fila de vehículos.
-Llegamos- informó y lo miré emocionada, bajando del coche-. ¿Recuerdas este lugar?