Un Amor Raramente Común

El inicio del desastre

Capítulo Dos

31 de Agosto del 2020

Stefano Garcia

Desde que era pequeño he tenido que hacer de todo: prácticas militares, equitación, matemáticas, canto, tengo más habilidades de las que cualquiera podría imaginar a mi edad. Manejo a la perfección el español, el inglés, el francés, el alemán y el ruso y aún tengo más idiomas por aprender.

Toda mi vida me han dado lo que necesito y más: viajes, ropa de diseñador, mansiones de lujo, mi propio mayordomo, no se lo que es repetir un atuendo ni lo que es levantar un plato. Mi vida ha sido realmente monótoma y aburrida desde siempre, nada se me hace llamativo ni impresionante, solo... Ridículamente tranquila.

Por lo que es muy complicado que algo me llame la atención o me tenga centrado en esa cosa por más de cinco minutos. Sin embargo cuando algo lo logra, puedo llegar a querer saber todo sobre ese objeto y tiendo a investigar tanto como pueda hasta que nuevamente me aburro y lo dejo a un lado.

Pero es la primera vez que me pasa algo así con una persona de carne y hueso.

Me aburre hacer nuevas amistades, sobre todo en un país tan poco desarrollado y con gente de mentalidad inferior a la mía y por eso me he quedado con mi grupo de amigos de la infancia desde siempre, por eso nosotros vamos a controlar este colegio estúpido como si fuera de controlar un juego de niños. No me interesa estar con gente estúpida a mi lado cuando lo que quiero es conseguir aliados y gente que me sirva en el futuro.

Pero apenas cruzo la puerta llamo mi atención y no entiendo el porque: era seguramente la persona más común del mundo con un cabello largo negro y ojos cafés, tez blanca y una altura no más de un metro cuarenta y ocho o exagerando llegando al metro cincuenta. Tal vez es una de las personas más sencillas y triviales que he llegado a ver en mi vida.

Sus ojos llamaron mi atención, no por el color pues son de un color tan común que hasta daría pena ajena verla con otro color de ojos, sus ojos tenían una bella forma alargada que si la hacía resaltar del resto de las demás chicas y tenía un brillo en los ojos peculiar. Como si todo para ella fuera felicidad y no podría entrar otro pensamiento que ese.

Senti curiosidad de ella y no entendía como es que deje de prestar a una conversación con mis amigos solo para regresar a verla correctamente. Una chica sencilla, nada más allá que eso y de una clase social menor a la mía pues la maestra en su introducción decidió mencionar que la chica estudia aquí gracias a una beca: eso la hizo inmediatamente el blanco de los matones de las siguentes cuatro semanas hasta que se aburran.

Y antes de que pudiera pensar en porque interrumpí mi tan amena conversación con mis mejores amigos para escuchar su introducción: la maestra me pidió que la guiara por el colegio. Accedí y le enseñé lo más básico del campus, ella parecia muy impresionada y diría que hasta contenta por todo lo que le mostraba. Para mí era extremadamente interesante como una persona se alegraba de ver un colegio con más de dos bloques o una biblioteca de gran magnitud.

Me agradeció por el recorrido y me dió una de esas sonrisas honestas que no vez en todas las personas, no era falsa ni una hecha por mera educación sino que realmente estaba feliz de que le mostrara el colegio, le dije que podia sentarse a mi lado y ella acepto gustosa y, nuevamente, muy feliz.

Para la hora del receso, me percate que se juntó con una chica exactamente igual a ella con diferencias mínimas como la ropa o el lunar que ambas tenian en el labio. Otra cosa de la que me di cuenta es que no sentí esa misma curiosidad por, a quien asumo que es, su gemela que lo que sentí con ella. De la otra chica la sentí como culaquier chica pero Renata tenia..., no lo sé: quería conocer a profundidad su ser pero no de una manera romántica ni afectuosa.

Más bien, investigativa.

- Llevas horas con la cabeza en otro lado- dice Valeria, mi mejor amiga y mi confidente, tengo apenas doce años pero a Valeria la conozco de toda la vida- Y creo que la razón de esa distracción empieza por R y termina en "la chica nueva" ¿O me equivoco?- dice y regreso a verla a pesar de que estamos en clases.

- ¿Alguna vez lo haces, Valeria? ¿Realmente te has equivocado alguna vez?- le pregunté y ella me dió una sonrisa prepotente, no se la correspondía pues ella sabe que me cansa sonreir.

- No la verdad- dice y alguien aparece a un lado de nosotros con su típica expresión burlesca, quiero imaginarme que él también se ha dado cuenta y que por eso se debe esa sonrisa de burla aunque es una expresión típica de él: le encanta mostrar una cara de burla a los demás, que todo el mundo sepa que él no se toma nada ni nadie en serio.

- Yo creo que alguien está flechado- dice y suelta una pequeña carcajada- Pero debo admitir que esperaba un gusto mejor, amigo mío.

No... No estoy flechado de "esa" forma pensé para mi mismo.

- No sé que piensas en tu cabecita, Liam pero resetea esa información: no me gusta- dije y Valeria entrecierra los ojos.

- Es verdad, no te gusta pero algo te pasa con ella- la burla en la cara de Liam crece- Algo que nunca había visto en tus ojos, ninguna vez- asegura y yo me vuelvo a centrar en la clase.

- Ni yo tampoco- dije y Liam volvió a reir.

- Yo creo saber que es- dice y pongo los ojos en blanco.

No me gusta, físicamente no se me hace atractiva pensé.

- Prefiero que cierres la boca y te guardes tu comentario- Liam soltó otra risa burlona antes de volver a su lugar.

El tiempo pasó y para cuando el fin de la jornada estudiantil en las aulas había terminado, todos se estaban yendo a ver a que clubes iban a inscribirse para este periodo escolar. Renata estaba guardando sus cosas y me di cuenta que se le había caido una foto suya tamaño carnet, asumo que era para el carnet del colegio, lo levanté como cualquier caballero para entregarle la foto pero en un momento se fue con su gemela y me quedé con la foto.




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