—Ey, ¿qué tal? Me llamo Lucas— el joven rubio se presentó.
— Es un gusto, mi nombre es Adrián.
Ese día era bastante caluroso, Adrián había ido con su madre a su nuevo instituto. Lucas se ofreció a llevarlo a recorrer el lugar y Adrián agradecido, aceptó. Los padres del pelirrojo habían deseado ingresarlo a una preparatoria privada ubicada en esa ciudad, sin embargo, el pecoso quería ir a una escuela pública, no le interesaban los institutos ostentosos.
Lucas le mostró los salones a Adrián, el grupo al que pertenecía cada uno y el laboratorio de ciencias, así como las aulas de arte, gastronomía, danza y otras. También le enseñó la cancha de basquetbol, el campo deportivo, el área de cultivos y el jardín de botánica. La escuela era muy sencilla, pero para Adrián era fabulosa.
— Y pues estas son las oficinas de control escolar— volvieron al inicio.
— Aún no sale mi madre— comentó Adrián con la vista en la puerta de la dirección.
— Deberías esperarla aquí, te haré compañía. Y… ¿qué pasó?, ¿por qué vas a entrar a penas? — preguntó con cierta curiosidad, el rubio.
— Lo que pasa es que tuve un accidente el día de la graduación y la recuperación se extendió— explicó apenado.
Detrás de los jóvenes amigos alguien los observaba, se trataba de Sebastián Aguirre Crespo, quien se hallaba a unos metros de donde estaban Lucas y Adrián. El pecoso sintió un escalofrío, la penetrante mirada de Sebastián logró hacer que Adrián volteara, ya que se sentía en la mira desde hace un buen rato. Cuando los ojos del pecoso se toparon con los de Sebastián, un brillo los iluminó. «Es el chico que estaba en la dirección» Pensó Adrián.
En cambio, los ojos de Sebastián lucían molestos, fácilmente intimidarían a cualquiera, incluso a Adrián.
— Eh…Lucas, ¿tú sabes quién es aquel chico? — Lucas volteó y vio a un cuarteto de chicos.
— ¿Te refieres a Kick Bas? El de los ojos claros— Adrián miró a Lucas confundido.
— ¿Kick Bas? — Preguntó curioso.
— Si, le dicen así, se llama Sebastián, ¿por qué preguntas por él? — cuestionó Lucas.
— Sucede que…desde que me vio en la dirección no deja de mirarme, parece que no le agrado…
Lucas se tensó un poco.
— No sé, tal vez no le caíste bien. Honestamente no me gustaría estar en tu lugar, suele ser algo violento y agresivo. — Adrián abrió más los ojos— trata de mantenerte alejado de él— Sugirió Lucas.
En ese instante, Adrián hizo gesto de espanto. Sebastián, quien aún no podía dejar de observar al pecoso, al toparse con la expresión aterrorizada de éste, apartó la vista. La puerta de la dirección se abrió, una mujer joven salió de ahí, ella vestía ropa casual, de colores suaves. Era muy hermosa, pelirroja y tenía unos bellos ojos verdes.
— Madre— la nombró Adrián.
—Ya está todo listo Adrián, mañana comenzarás con tus clases— anunció ella con su suave voz.
A la mañana siguiente, Adrián fue presentado a su nuevo grupo. Sus nuevas compañeras parecían encantadas, mientras que sus compañeros lucían ligeramente ariscos.
—Muy bien chicos, ya se imaginarán que está sucediendo, él es un nuevo alumno, su nombre es Adrián. Debido a ciertos motivos, no pudo asistir a clases desde el inicio del semestre, pero ahora se incorpora a este grupo— una maestra presentó a Adrián— Les pido que sean amables con él— ella giró en dirección del pecoso— Nos volvemos a ver, mi nombre es Mónica, soy la maestra responsable del grupo. Cualquier cosa que necesites no dudes en hablar conmigo— la maestra sonrió.
Adrián pudo notar los hermosos ojos de Mónica, eran de un lindo color ámbar, ya antes había visto unos ojos así. La maestra se sentó en su escritorio.