Un Amor Singular

Capítulo 8º Pastelillos De Limón

Escuchó sus sollozos, no era difícil saber de quien se trataba. Se acercó al cejudo, quien lloraba, sentado en el suelo detrás de los salones de primero, con las rodillas pegadas al pecho.

— ¿Y ahora por qué estás llorando?

—No es nada — Se dedicó a secar sus lágrimas, rápidamente.

—No sabes mentir, vamos, dime qué te hicieron ahora — Insistió el de los ojos ámbar.

—No se trata de ellos, esos estúpidos ya dejaron de molestarme — Desvió la mirada.

—Entonces, ¿por qué rayos lloras, Ricardo?

—Es mi madre, Sebas, ella estaba llorando — Confesó con la voz quebrada.

— ¿Karla?, ¿qué le pasó? — Parecía ligeramente preocupado.

—Las vecinas de nuestro barrio, hablan mal de ella y la evitan, no sólo eso, la han hecho pasar por muchas cosas, la humillaron enfrente de todos — Sus ojos se humedecieron nuevamente — Ayer le quitaron su bolso y tiraron sus cosas por toda la calle gritándole insultos, diciéndole que se largara del barrio, que sólo estaba corrompiendo la vista de sus hijos — Se sentía impotente.

— No solucionas nada llorando, sólo das una mala imagen. Tu madre necesita de ti, debes ser fuerte para apoyarla, si eres débil, ¿cómo podrás ayudarla? — Le revoloteó el cabello.

A pesar de ser tan repentino, Sebastián pudo reaccionar antes de que sus labios se tocaron, atravesando su antebrazo entre ambos. A pesar de su fallo, Ricardo comenzó a reír.

—Incluso tú cara de idiota me gusta — Dijo, como si estuviera orgulloso de ello.

— ¿Por qué lo hiciste? — Sebastián, en cambio, estaba conmocionado.

— Sabía que lo evitarías, pero no perdía nada con intentarlo.

El de ojos ámbar no pudo contestar.

— Escucha, esta vez, Adrián me ha ganado, pero que ni crea que me daré por vencido— Ricardo lucía diferente, y su cambio repentino de actitud desconcertó a Sebas.

— ¿Te sientes bien? — Preguntó extrañado.

— ¡Es obvio que no, idiota! Pero no puedo dejar que ese niñito me gane— Le dio la espalda.

—Oye, por si no te has dado cuenta, Adrián y yo no estamos saliendo, sólo somos amigos.

—Lo sé, pero sólo es cuestión de tiempo para que comiencen un noviazgo, debo ganarle antes de que eso ocurra. Bien, nos vemos— Se marchó sin vacilar.

Sebastián seguía perplejo, no alcanzaba a asimilar lo que acababa de ocurrir, más no tenía tiempo para pensarlo, pues recordó a donde se dirigía.

— ¡Chingao!, ya es tarde— Comenzó a correr, siguiendo su camino.

Cruzó la carretera, giro hacia la derecha y llegó a su destino, pero aún no había señales del pelirrojo.

—Bien, aún no ha llegado — Exhaló con calma.

Pasaron quince minutos después de la hora citada y Adrián aún no llegaba. Sebastián se impacientó, revisaba su móvil cada diez segundos.

— Pecoso... ¿Qué pasa?, ¿por qué tardas tanto? — La inquietud en Sebastián aumentó — La lenteja y el coreano ya nos están esperando...

Miró hacia todas las direcciones posibles, hasta que logró ver al chico menudo y pelirrojo, yendo hacia él, aunque no iba solo. Adrián reía ante el relato de Lucas hasta que una mano se interpuso en medio de ambos, empujando al rubio.

— ¡Aléjate de él! —Gritó Bas, molesto.

— Se-Sebastián, espera— Adrián tomó al escandaloso joven del brazo— No me está molestando, él y yo ya hemos hecho las paces— Aclaró — Y pues... ahorita nos encontramos en el camino... — Por alguna razón, sintió que era necesario explicarlo.

—Está bien — Sebas soltó al rubio teñido, de mala gana, después de barrerlo con una mirada furibunda.

— Eh-eh... Bas... — A pesar del evidente temor que sentía hacia él, Lucas intentó afrontar su culpa — No había tenido la oportunidad de disculparme por el incidente del otro día. No debí entrarle, ni siquiera era mi asunto. Ya aprendí la lección, no debo meterme contigo— extendió su mano, inseguro, en señal de disculpa — Así que, ¿todo atrás?

Esperó el apretón de manos de Sebastián, pero no obtuvo respuesta alguna. Adrián decidió romper con el incómodo momento.

— Bueno, nos vemos Lucas — Se despidió del rubio, quien asintió en respuesta.

El pecoso sujetó el brazo de Sebastián para arrastrarlo con él. Después de que se alejaron de Lucas, quien ya había tomado otro camino, el pelirrojo se detuvo.

— ¿Por qué hiciste eso?, fue muy grosero de tu parte — Adrián reprendió a Kick Bas.

— Lo siento, es sólo que no puedo olvidar el daño que te hizo— El resentimiento era notable.




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