— Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices. Fin— Terminó de relatar la mujer.
— ¡Eso es tan lindo! ...Yo también quiero casarme con un príncipe...Uno rubio y de ojos azules— Comentaban las pequeñas.
— ¿No crees que sería muy bonito, Andrea? — Preguntó una de ellas a la pequeña rubia, que permanecía callada.
—No lo sé, realmente no creo que todas las niñas nazcan para casarse con un príncipe — Parecía no estar de acuerdo.
—Bueno Andrea, es que es un cuento— Justificó la mujer.
—No me refiero a príncipes solamente, ¿qué pasa si Julieta no quiere a Romeo?, ¿y si Cenicienta prefiera una princesa? — La duda de Andrea desconcertó a las niñas del orfanato, así como a la mujer.
Devin y Samanta se encontraban sentadas en el borde de una jardinera del colegio. Para su mala suerte, el trío de Liliana, Paola y Perla se sentaron cerca, hablando estupideces, como era su costumbre. Intentaron no prestar atención, pero cuando escucharon la palabra "pelirrojo", no pudieron evitar voltear.
—¿Se acuerdan del niño pelirrojo? El de primer semestre. Pues ya ven que se decía que era puto, y que supuestamente se metía con hombres por dinero, me contaron que ahora no sólo eso, también le ofrece dinero a otros alumnos para que se hagan sus mayates — Divulgó Paola, como si fuera algo comprobado.
—¡No manches! ¿Neta? — Perla no lo podía creer.
—¿Entonces sí era cierto todo eso? ¿Sí se lo andaban costaleando hasta los profes? — Añadió Liliana.
—Pues ya ves el profe Aurelio, se la pasa hablando de él, que según es bien chingón en química, a mí se me hace que se lo anda dando — Infirió Paola.
—Sí, si ese maestro es bien culero y reprueba a casi todos a quien les da clase, cómo a él no —Opinó Perla.
—Como a nosotras que no nos quiso ayudar, sólo nos faltaban unos cuantos puntos — Concluyó Liliana.
Devin se levantó, furiosa por lo que había escuchado. Quería mucho a su primo como para dejar que esas idiotas mancharan su nombre. Para su sorpresa, alguien interrumpió el chismorreo antes que ella.
—Pues si siguen perdiendo su tiempo en chismes, no creo que lleguen a pasar su materia — Era Sebastián.
—Es el primo de la idiota — dijo Perla.
— ¿Qué quieres? ¿Por qué te metes dónde no te llaman? — cuestionó Paola.
Sebastián las barrió con la mirada, mostrando desdén. Los ojos ámbar podían llegar a ser muy intimidantes, razón por la cual, Paola retrocedió inconscientemente.
— Es sólo que no aguanto que haya tanto veneno en el ambiente. Se quejan de que un profesor las reprobó inventándose favoritismos, sólo para maquillar su nula inteligencia, prefieren andar hablando de la vida de otros en vez de corregir la suya. No saben el asco que me dan — Sebastián se alejó de ellas dejándolas ofendidas.
— ¡Se lo tenían merecido! — Les gritó Devin, con una expresión de victoria.
Las tres chicas se fueron de allí, maldiciendo por lo bajo.
A la chica de cabello avellana, le alegraba el hecho de que alguien defendiera a su primo, pero eso no impedía que le preocuparan los rumores que habían surgido, pues no era la primera vez que los escuchaba, aunque realmente le tomó tiempo entender quién era el susodicho.
—Estás preocupada, ¿verdad? —Sam notó su inquietud.
— Ya tenía rato que los rumores habían cesado, pero hoy vuelvo a escuchar pura mierda sobre mi primo, ¡claro que estoy preocupada! — Miró a su amiga a los ojos, y los suyos estaban afligidos — Es que Sam, ¿cómo es posible que no me haya dado cuenta antes de que era él el chico del que todos hablaban mal?
—Ni siquiera yo sabía de quién se trataba.
—No quiero ni pensar lo que le han hecho pasar. Necesito hablar con él, que sepa que no está solo.
Sam asintió con un movimiento de cabeza, alentando a su amiga.
Más tarde, ese mismo día, Devin pudo encontrarse con el pelirrojo, cerca del campo deportivo.
— ¿Adrián? — Se acercó a él, y la tomó por sorpresa ver que estaba llorando — ¿Estás bien?
Temió que lo hubieran lastimado, lo inspeccionó, pero no encontró evidencia de alguna agresión física. El pecoso se sobresaltó.
— S-sí, no es nada prima— se apresuró a secar sus lágrimas.
—Adrián, uno no llora por nada — Devin se negó a creerle — ¿Te hicieron algo? ¿Te golpearon? ¿Te insultaron? ¿Quién fue?
—Lo has escuchado tú también, ¿verdad? Los rumores sobre mí —se sintió humillado.
—Sí, es por eso que te estaba buscando. Estoy contigo primo, sea cual sea la situación. Por favor, confía en mí.
El pecoso terminó accediendo, ella era su prima y siempre había sido muy cariñosa con él, y en esos momentos, él necesitaba de alguien.
—Te contaré, sólo por favor, no le cuentes a mis padres.
La clase de biología era muy tediosa para Sam, y tener de equipo al chico de ojos color ámbar podría resultar poco agradable para ella ― aunque cualquier otra en su lugar, podría estar más que contenta ―. Para aumentar su estrés, éste pesado vato no prestaba atención, ni a las instrucciones de la profesora ni mucho menos a la actividad que tenían que entregar en menos de media hora.
«Ya que está tan indispuesto a trabajar, mínimo hubiera puesto a uno de sus achichintles a hacer su tarea» Pensaba Sam «Aunque ahora que lo pienso, lo he visto menos con ellos» Aquello la ponía pensativa «Con quien sí me parece haberlo visto más de una vez es con el primo de Devin, no sabía que era su amigo, incluso lo defendió de las arañas esta mañana, ¿qué se traerán ellos dos?»
No solía ser curiosa, pero esta situación lo requería, por Devin. Además, tampoco tenía ganas de leer. Escudriñó la expresión de Sebastián: ¿irritado?, ¿cansado?, o quizá ¿preocupado? Se preguntaba qué era lo que lo atormentaba.
—Ey, pss — llamó su atención — ¿Estás así por el chico pelirrojo? — se animó a preguntar.