Hablar con el castaño de ojos azules, había resultado bastante difícil, siendo hasta cierto punto imposible. Incluso las misiones en sus videojuegos eran pan comido en comparación con la misión de conversar con Armin y tratar de explicar sus razones.
Era más que obvio que él estaba evitando a Devin, y eso la deprimía, ya ni siquiera estaba preocupada por su distanciamiento con Sam. Salió de su aula, pesarosa, y fue hacia las escaleras. Cuando bajó a la otra planta se topó con Armin, quien a su vez se dirigía a su aula.
Los ojos verdes pardos se encandilaron al cruzarse con la mirada azul, de aquel que ocupaba sus pensamientos las veinticuatro horas del día.
— ¡Armin! — No pudo evitar la emoción de verlo de frente, pero, por supuesto, el chico se limitó a agachar la cabeza y seguir su camino.
Era la primera vez que él la ignoraba, y dolía más que jugar futbol sin espinilleras. Quería correr detrás de él y detenerlo, gritarle que lo lamentaba y rogarle que le volviera a sonreír, pero sabía que, si lo hacía, sólo lograría asustarlo.
El estado de ánimo de Devin estaba por los suelos, ni siquiera tenía ganas de comer, pero no podía atentar contra su salud. En esa ocasión, su compañía en el almuerzo fue Nicolás, quien había estado muy apegado a ella esa semana. Sólo podía escuchar sus quejas; parecía un niño pequeño haciendo berrinches, ambos se hallaban sentados en un comedor.
—Me pregunto por qué me tratará así. — Dijo Nico refiriéndose a Diego.
— A lo mejor te lo estás tomando muy a pecho — Contestó Dev sin ánimos.
—No sé, el Rulitos no era así antes. Desde aquella vez en que su novio lo terminó ha estado distante conmigo.
— ¿Diego es gay? — Devin no lo había notado.
—Sí, lo sé porque lo conozco desde que andábamos en pañales y en la secundaria me lo contó, fue antes de que comenzara a andar con aquel cretino. Yo le había advertido que no era buen tipo, pero no me creyó, y ese cabrón lo hizo llorar y lo lastimó — Parecía resentido.
—Dime, ¿qué es Diego para ti? — Ella se había comenzado a interesar en el asunto de aquellos dos.
—Realmente no sé cómo decirlo, lo he conocido desde hace mucho y siempre he tenido como que esa sensación de quererlo abrazar y jugar con sus rulitos.
—Eres tan raro, Jacinto.
— ¿Y tú no lo eres, Scarlett? — Preguntó el chico, con una ceja alzada.
— ¿Cómo sabes…? — Devin se sorprendió de que él supiera su segundo nombre.
—Vi tu nombre en una lista de asistencia, se me hizo tan gracioso.
—Vuelve a llamarme así y después no volverás a tener “eso” para usar con tus novias.
—Eh…— Nico hizo una mueca — Por alguna razón no dudo en que seas capaz… — Siguió comiendo — ¿Y cómo van las cosas con Armin? Escuché que se enteró de que eres vieja.
—Pues no ha querido ni siquiera mirarme — Volvió a afligirse.
—Ese Armin está medio pendejo, eso de que le asusten las chichis es una tontería.
—No hables así de él —Lo miró con mala cara.
—Wey, yo estoy de tu lado —Jacinto palmeó su hombro.
—No sirves para dar ánimos.
—Cómo sea, ¿cómo es que se enteró? ¿Te vio cambiándote?
—Sí, pero al ver las vendas creyó que estaba “herido”.
—Es un poco lento…— A Nico le parecía estúpido.
—Después vio por accidente una foto mía de la secundaria, en ese entonces usaba uniforme femenino.
—A veces me da curiosidad por saber cómo te verás con falda — Jacinto se echó ligeramente hacia atrás, para poder verla mejor — Con short se te ven buenas piernas, así que verte con falda debe ser…—Hizo un sonido molesto para Dev.
Tan sólo ese comentario bastó para ganarse un puntapié en la tibia, provocando que se encorvara para sobarse.
— ¡Fue una broma!
—Bájale, wey.
A unos metros del comedor se encontraba Armin, junto a Diego, divisando a Devin y a Nico, sin que ellos lo notaran. El de cabello rizado advirtió la mirada apesadumbrada de su amigo, le tocó el hombro para llamar su atención, pues no le gustaba verlo así.
— ¿Aún no has accedido a hablar con ella? — Preguntó sin recibir una respuesta— ¿Estás tan enojado como para no querer ni mirarla?
—No estoy enojado — Negó el castaño — En realidad no puedo estar enojado con Devin. Ni un poco molesto. Es sólo que referirme a Devin como “ella”, sigue siendo difícil.
—Bien, no te presionaré, pero piensa si realmente quieres dejar de hablarle.
A Diego le inquietaba no saber cómo animar a Armin, debido a lo cual creyó que era hora de intervenir, se decidió por tener una charla con Devin al respecto. En la salida, buscó a la chica y la encontró sentada en la jardinera detrás de los salones de tercero, tan solitaria y con el mismo ánimo decaído de Armin.
—Devin — Diego la llamó mientras se sentaba a un lado de ella.
—Ah, Diego, ¿qué pasa?