Un amor sorpresa

Capítulo 4: Lexy

—No sé cómo hacen las personas para tener relaciones serias. Yo lo he intentado. Conocí a este corredor de bolsa que es casi perfecto y me dije a mí misma: tal vez pueda tener una relación seria con él. Estaba segura... y ahora ya no.
—¿Cuál es el problema con él, Viper?
—Le gusta hablar mucho de los sentimientos, incluso en momentos en los que solo quiero descansar.
Río.
—¿Y eso es malo?
—Lo es cuando quiere hablar todo el tiempo y me pide que lo mire a los ojos para ver cómo me siento.
—Eso suena a alguien que intenta tener una relación sana, Viper. ¿Sabes cuántas personas desearían estar con alguien que hable de lo que siente?
Suspira, resignada, y termina su café.
—Es demasiado agotador. La noche anterior solo quería decirle: “deja de hablar y déjame dormir”.
Río.
Skyler y yo solemos decir que Viper tiene una manera muy directa de ver las cosas, como si tuviera el carácter de un chico, y este es uno de esos momentos.
Nos divertimos mucho escuchándola, y tratamos de aconsejarla lo mejor que podemos. Aunque, la mayoría de las veces, hace lo que quiere cuando quiere.
—Habla con él.
—¿Más? Si yo hablo de lo que siento, él va a querer compartir más de lo que siente también. ¡Y ya habla mucho sin que yo pregunte! Si no fuera tan considerado, probablemente ya habría terminado con él.

Miro al costado y frunzo el ceño al notar al hombre que me observa. Tiene cabello castaño oscuro, nariz pequeña, ojos oscuros y una barba prolija. Tiene un aire extranjero, quizás turco. Es guapo, pero me llama la atención porque lo vi ayer en esta cafetería mientras trabajaba con mi computadora. Solo que ayer desviaba la mirada cuando yo notaba su presencia. Hoy no. Me parece familiar, como si lo conociera de antes.

—Viper… —se calla al verme concentrada.
—¿Qué?
—¿Ves al hombre en la mesa junto a la ventana? A la derecha de nosotras. Mira con disimulo.
Viper finge que busca algo en su bolso, que cuelga a su derecha, y mira de reojo. Sonríe.
—Tienes buen gusto.
—Lo vi ayer, también me observaba.
Sonríe más.
—Habla con él.
—No.
—¿Por qué no? Es atractivo.
—Estoy embarazada. ¿Recuerdas?
—No, lo había olvidado —dice dejando de sonreír y levantándose—. Apenas pasaron seis meses desde que nos lo dijiste y llevas solo dos embarazada. Bueno, si solo quieres charlar, ni se nota. Y si quisieras algo más, puede que no le importe.
—No estoy buscando conocer a nadie ahora. Quiero enfocarme en mi embarazo.
—Siento un poco de pena por ti. Cuidarse está bien, pero no te encierres del todo.
Ruedo los ojos.
—Te quiero, Viper.
—Yo también, cariño. Me voy. Tengo una reunión con un cliente bastante exigente. Te llamo luego.

La observo mientras se aleja. Por un momento pienso que le dirá algo al hombre, pero no lo hace. Se va sin más.

Intento volver a trabajar en el diseño de identidad visual de una tienda de cosmética con nuevos dueños. Trato de enfocarme en el logo, pero no lo logro. Siento que alguien me observa y me molesta.

Me levanto con calma y camino con paso firme hacia su mesa. Él no se mueve ni finge. Simplemente me espera.

—No quiero parecer grosera, pero me incomoda que me mires tanto. Ayer fue lo mismo. Vengo seguido a esta cafetería, ya sea para trabajar o ver a mis amigas, y nunca te había visto hasta ayer. ¿Pasa algo o solo es idea mía?

Él sonríe. Una sonrisa peligrosa, de esas que podrían desarmar tus nervios.
—Soy nuevo en la ciudad. Un amigo me recomendó este lugar, vine ayer, me gustó y por eso regresé. Y sí, te observaba porque me pareciste muy guapa y estaba pensando si debía acercarme o no. Ayer estabas con un hombre mayor, así que dudé.

Me siento un poco tonta.
—Bueno, no estoy interesada.
—¿Tienes pareja? —señala mi mano— No veo anillo.
—No necesito estar en pareja para no estar interesada. Así que por favor, deja de mirarme así.
—Es difícil.
Ruedo los ojos.
—No estoy de humor para tonterías románticas. Me voy.

Doy media vuelta para recoger mis cosas, pero él se acerca.
—No intento coquetear. Solo dije que me pareciste guapa.
—Gracias. Pero tengo que trabajar.

Cuelgo el bolso en el hombro y tomo mi chaqueta.
—¿Vendrás mañana?
—¿Por qué te importa?
Sonríe otra vez.
¿Por qué esa sonrisa? ¿Sabe lo que provoca? Tal vez sí.

—Me gustaría invitarte un café y conversar.
—No quiero iniciar nada con nadie.
Ríe.
—¿Quién dijo que quiero iniciar algo? Que me parezcas guapa no significa que quiera algo más. De hecho, estaba pensando contratarte como diseñadora gráfica.

Frunzo el ceño.
—¿Cómo sabes que soy diseñadora?
—Busqué diseñadores gráficos en internet y apareciste con buenas reseñas. Tu foto está en tu página. Te vi ayer y me pareció demasiada coincidencia.

Lo observo intentando ver si habla en serio o si es alguna excusa. Pero no parece una broma.
—Lo siento, esto es inusual. Generalmente me contactan por mi página o correo.
—Planeaba hacerlo antes de verte en persona —muestra su teléfono. Mi página está abierta—. No soy ningún extraño con malas intenciones —ríe y extiende la mano—. Me llamo Fox Farley.

Dejo caer la mandíbula.
—¿El ex piloto de Fórmula 1 y campeón de NASCAR?
Baja la mano.
—¿Te gustan los autos?
—Me gustan las carreras. Un ex me metió en ese mundo y terminó gustándome. Con razón te veías familiar… Siento mucho lo de tu accidente. ¿Por eso te retiraste? Aunque luego volviste a correr... bueno, no fueron tus mejores carreras… —me detengo al ver que se incomoda—. Perdón.
—No pasa nada. Estoy retirado definitivamente. Estoy pensando en abrir un centro de actividades para niños y adolescentes con go karts, simuladores, y todo sobre automovilismo. Para que puedan experimentar y motivarse con este mundo. También planeo dar algunos consejos o incluso apoyar a quienes tengan talento.



#47 en Novela romántica
#19 en Chick lit
#6 en Otros
#6 en Humor

En el texto hay: comedia, drama, embarazo

Editado: 06.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.