El gato gris y peludo de mi vecina se mete por la ventana que acabo de abrir para que entre un poco de aire y se renueve el aire del interior. Todavía no ha comenzado el frío invernal, así que es mejor disfrutar del otoño.
Muffin el gato, maúlla y pasea por la cabeza como amo y señor. Franelea su cuerpo en mis piernas antes de tirarse al piso panza para arriba y se pone a jugar con las tiras de las cortinas de la puerta/ventana que lleva al jardín.
Seguramente su dueña tiene visitas que incluye niños y salió huyendo. No es fan de los niños cuando lo persiguen, abrazan y lo quieren usar de juguete. A uno de los nietos le lastimó la mano con las uñas filosas. Todo porque los padres no les enseñan a sus hijos a tratar y respetar a los animales. En lugar de eso, se la agarran con el pobre animal.
En mi opinión, la hija sabía que el gato es bueno siempre y cuando se respete su espacio y tiempo, y no es fan de los niños, tendría que explicado a su hijo el porqué no era bueno acercarse al gato o tener cuidado con ciertos movimientos. Se le puede justificar a un bebé de un año que apenas está empezando a caminar, en ese caso no debería acercarse sin un adulto supervisando, pero un niño de cinco años es diferente porque sabe lo que hace.
Ni modo, cada padre cría a sus hijos como les parece y no voy a andar metiéndome en asuntos familiares que no me corresponden.
Yo adoro a mi vecina, a su esposo y al gato.
Lo único feo es el nombre. Me dan ganas de comer un muffin cuando la vecina lo llama o a mí me toca llamarlo. Y estando embarazada, el apetito aumentó.
Dejo agua para él y abro la puerta para mis amigas que están llegando. Hoy es noche de películas, chocolate y helado.
La única que hace dieta y se cuida es Viper, pero dos sábados al mes la rompe con nosotras.
—¿Cómo supiste que llegamos si ni siquiera tocamos la puerta? —pregunta Skyler saludándome con un abrazo—. Traje pastel de manzana para que tomemos un café o un té en tu caso porque es temprano.
Viper maldice porque parece que su zapato de tacón pisó algo que no debía, pero cuando llega a mí, sonríe y me abraza.
—Traje vino—me enseña la botella—. Y ya sé que no puedes beber y por eso beberé por ti.
—Que buena amiga.
—Soy la mejor, lo sabes… —Sky carraspea—. Bueno, la mejor junto a Sky.
Miro la hora.
—¿No quedamos a las siete?
—Estaba bloqueada en mi casa intentando escribir y decidir salir. Llamé a Viper y en cuanto dijiste que no estabas trabajando, sino tomándote un descanso, pensamos que podríamos acompañarte y hablar. Quiero detalles del guapo corredor.
Sky pone la tetera. Ella es tan buena amiga que va a dejar su café para tomar té conmigo debido a que no puedo beber café. No extraño el alcohol, pero sí el café.
Viper destapa el vino y se sirve una copa.
—¿A esta hora, Viper?
—¿Qué? Es sábado, día de permitidos para mí. No pienso tomar té y tomo demasiado café durante la semana.
Corto en trozos el pastel de manzana al mismo tiempo que Muffin sube a la silla maullando.
Viper salta pidiendo que lo saquen. Ella les tiene miedo a los gatos desde que uno le rasguñó la cara y ahora prefiere tenerlos lejos. En cambio, a Sky le encantan y tiene uno de color negro. Ella es quien lo agarra y lo acaricia.
—Este gato pasa más tiempo contigo que con vecina. Si le dieras de comer, no se iría.
—Huye de su casa cuando están los nietos de visitas y yo tengo la ventana abierta. Dentro de unos meses tendré un bebé y no quiero lidiar con un gato también.
Le saco el gato a Sky, lo dejo afuera y cierro la ventana. Él de inmediato regresa a su casa.
Volteo hacia mis amigas.
—¿No tienes curiosidad por saber quien es el padre del bebé? —pregunta Viper—. Yo no podría no saber. ¿Y si es un criminal?
Viper abre los ojos con demasía y deja la copa de vino.
—Eso no lo hace mala persona. ¿Les pegan para dejar su esperma? Es decir, a ti te cobran para eso. —pregunta Sky.
—Algunos lo donan sin recibir nada a cambio. La verdad no sé, no pregunté. —confieso—. Sé que tienen requisitos muy exigentes y entre esos no solo la buena salud física y mental, sino que no tengas antecedentes penales. Hay hombres que donan su esperma con el objetivo de ayudar, no para obtener algo a cambio.
—¿Y no tienes miedo de que haya otra mujer con el esperma del padre de tu bebé? —pregunta Viper—. Eso puede pasar.
—Eso es posible; sin embargo, en este caso, me dijeron que el donador solo autorizó para una sola inseminación. Es decir, que soy la única—respondo—. Es posible que ya no camine por el mundo de los vivos.
—Eso sería lo más conveniente para cuando tu hijo o hija te pregunte por su padre. —opina Sky—. Está muerto y punto.
Viper ríe.
—Y si no lo está, o no lo sabes, ¿qué le dirás? ¿Qué fue sacado de una pipeta? —indaga Viper.
Como una porción de tarta y la disfruto porque Sky es la mejor cocinera que conozco.
Editado: 23.05.2025