Observo la casa de ladrillos antigua, esa casa heredada de sus padres que tanto significa para Lexy, de quien sé todo.
Ya veo que convirtió parte de esta casa en oficina, lo cual es práctico y una buena idea.
Subo los tres escalones que me llevan hasta la entrada, exhalo un suspiro pausado antes de golpear la puerta.
Me prometí a mí mismo que mantendría la distancia, pues no necesitaba venir en persona para hablar sobre la página web o algo relacionado con el diseño; aun así, mi mente tomó voluntad propia y escribió lo que quiso en el mensaje.
Aunque estuve a punto de cambiar de opinión, me dije a mí mismo que esta es mi oportunidad para conocer la casa donde el bebé va a crecer. Y eso es válido. ¿Verdad?
La puerta se abre y aparece Lexy vistiendo vaqueros sueltos y una blusa suelta que oculta su vientre, si es que el embarazo se nota porque no la he visto con ropa ajustada.
—Llegaste temprano.
—Diez minutos antes. Es una costumbre que tengo porque mis padres me enseñaron a nunca llegar tarde.
Ella sonríe.
—Valoro eso. Yo soy igual—abre la puerta—. Pasa.
Lo hago y mis fosas nasales se encuentran con el aroma a lavanda proveniente de algún perfume de ambiente.
Frente a mí hay un bonito escritorio de roble, uno antiguo, con una laptop encima, papeles y sección de bolígrafos y lápices. La pared detrás del escritorio está pintada con figuras geométricas irregulares de diferentes colores sobre un fondo blanco.
Puedo visualizar una gran impresora al costado derecho y al lado de esta una máquina para hacer café o beber agua.
No veré la casa porque separó la oficina; sin embargo, puedo imaginarla igual de armoniosa y decorativa que esta pequeña oficina.
Lexy me señala la silla blanca para que tome asiento y ella lo hace justo frente a mí.
Esta vez viene bien preparado, pues fue de ayuda hablar con mi padre. Él me guio un poco y me dijo que lo del centro de Karts y juegos es una buena idea. Claro que él necesita más y por eso debo presentarle el proyecto completo, visualizado como si fuera real con precios reales.
Por eso, cuando Lexy me pregunta sobre lo que deseo en la página web, no tengo problemas en hablarle sobre mis ideas con lujo de detalles. Yo le digo lo que deseo y ella puede encargarse del diseño porque de eso no tengo la menor idea.
—No quiero una página web cargada de cosas que maree al espectador. He encontrado cada una que no sé para donde mirar y me marea buscar lo que necesito.
—No te preocupes, yo creo que menos es más—toma notas en su cuaderno rosa—. Podemos empezar con una página web básica con fotografías ilustrativas y luego añadir imágenes reales.
Asiento.
—Claro. No hay nada armado todavía porque estoy esperando que mi asesor me dé el visto bueno. Puedes pasarme un presupuesto inicial, algunas muestras de como quedaría el diseño y lo añadiré a la carpeta.
—Claro. ¿Deseas la página web con mantenimiento mensual?
—¿No debe ser así?
Ríe.
—No. Puedo crear la página web y dejarla que tú la manejes. Puedes llamarme cuando necesites agregar, arreglar, quitar o modificar algo; o efectuar un pago mensual y dejar que me ocupe sin que tengas que estar pendiente de que todo funcione bien. Eso incluye actualizaciones que deben ser aprobadas por ti—abro la boca y la vuelvo a cerrar—. Te detallaré todo por escrito y con el valor de cada opción para que tu asesor lo evalúe.
—¿Tendría que verte todos los meses?
Me muerdo la lengua queriendo retroceder el tiempo para no hacer esa pregunta.
Mi corazón se acelera de solo tener que verla cada mes, ser testigo de como su vientre va creciendo y luego ver al bebé, o puede que no lo vea, pero sabré que existe cuando ella no tenga más el vientre abultado.
¿En qué rayos estoy pensando? Tal vez sea buena idea que retome mis citas con el psicólogo, aunque esta vez por un caso diferente al accidente.
—No porque eso es algo que hago a distancia y te puedo poner al tanto por teléfono o correo.
Asiento.
Claro, debí recordar que no era necesario estar aquí hoy y solo vine porque deseaba conocer el lugar.
—¿Y qué elige la mayoría?
—Depende. Hay gente que no tiene tiempo ni ganas, así que prefiere pagar mensualmente para el mantenimiento. Hay otras personas que pagan por la página y ellos se encargan, solo llaman cuando deben renovarlas. Tengo una tienda de ropa que me paga mensualmente porque está constantemente haciendo cambios en cada temporada y eventos. Tengo un cliente que me escribe de vez en cuando para que agregue o quite algo o solucione algún problema técnico. En tu caso, no sería necesario un pago mensual para el mantenimiento. Puedes llamarme cuando lo desees, pues los contratos vienen con garantías—asiento—. O acordar un mantenimiento más técnico cada seis meses, solo por precaución.
—O sea que debo adaptarme según mis necesidades y me aconsejas no elegir el plan mensual.
—Así es. Y sé que no debería sugerirlo, pero me gusta ser honesta con mis clientes. Amo mi trabajo, deseo que me recomienden y quiero ganar honestamente y no aprovecharme de la ignorancia humana para ganar más dinero y sacar provecho.
Editado: 23.05.2025