—Necesito conseguir amigas para inspirarme a escribir —exclama Sky.
Viper y yo compartimos una mirada.
—¿Y nosotras qué somos? —pregunta Viper, ofendida—. Somos tus amigas y puedes inspirarte en nosotras.
Sky niega con la cabeza, dibujando una sonrisa cálida.
—Sí, y las amo, pero no es el tipo de inspiración que deseo —agarra un brownie—. Viper sería ideal para una protagonista feminista que usa a los hombres como accesorios y deja claro que no necesita uno para vivir. Y tú, Lexy, buscabas el amor y ahora tienes un embarazo por inseminación… y a un guapo corredor de autos que todavía no está aprobado.
—¿Eso es un insulto? —le pregunto a Viper—. Me siento insultada.
—No. Creo que se refiere a que no tenemos relaciones románticas de esas que te dan diabetes. Por lo tanto, no le servimos de inspiración… Creo —hace una mueca.
Skyler ríe, y le quito el vaso.
—Creo que fue suficiente —declaro.
—Viper entendió bien. Aunque a los lectores les gustan las mujeres independientes, desean romance vomitivo. Escenas intensas, de esas que hacen suspirar y llorar.
—Deberías ir al club de drama al que va mi asistente —sugiere Viper—. Es dramática de nacimiento, o por herencia, no estoy segura—sacude la mano—. El punto es que ese club la ha hecho peor.
—O tal vez deberías buscar una relación amorosa en la que inspirarte, en lugar de usar nuestras relaciones inexistentes como material. Digo, es una opción.
Le doy una mordida a mi brownie y lo saboreo como si fuera lo más preciado del planeta. Me estoy cuidando por el embarazo. Si no controlo las calorías, voy a rodar en lugar de caminar.
Sky exhala un profundo suspiro y termina su brownie.
—Ya quisiera tener un amor romántico. No tengo suerte. Desde que mi editora rechazó mi manuscrito, tengo un bloqueo terrible. Dijo que no iba a funcionar con mi público. Seré una de esas autoras que tuvieron éxito con un solo libro y luego desaparecieron, ignoradas en el fondo de una biblioteca virtual. No es como que me hayan traducido o hecho una película.
Viper revisa su teléfono.
—Es uno de los más vendidos de la editorial del país. Tuviste entrevistas y firmas de libros. Es más de lo que muchos consiguen.
—No soy una desagradecida. Solo desearía no tener este bloqueo.
—Relájate, y saldrá cuando menos lo esperes —le aconsejo—. Y si las cosas van bien con Fox, dejaré que escribas nuestra historia. En vez de decir que me inseminé, puedes inventar que fue de él, que pasó en una noche loca y el bebé nos unió o algo así. Tú eres la escritora. Yo solo te haré la portada.
—A mí no me miren. Tengo el romance de un cactus y soy buena redactando documentos legales. Agradece que me tienes como abogada, o la otra editorial te habría estafado.
Sky asiente.
—Cambiando de tema. Estamos aquí para saber cómo fue la cita de Lexy con Fox, así que, habla.
Les cuento en detalle absolutamente todo. Skyler suspira como la romántica que es, y Viper analiza cada una de mis palabras, buscando algo que la haga sospechar que Fox no está siendo sincero.
A ambas les parece raro y conmovedor que él esté dispuesto a involucrarse con el bebé e incluso haya leído sobre el tema.
Admito que a mí también me pareció extraño y precipitado, pues apenas nos vimos un par de veces y tuvimos una cita. Eso pasa en las películas y en los libros, no en la vida real. A menos que la vida real ahora tenga guion dramático.
Mis amigas aprueban que salga con Fox y están felices, solo me piden que me tome las cosas con calma y no apresure nada.
Justo cuando estamos por la mitad del brownie, suena el timbre. Me pregunto quién será a esta hora en un lunes.
Me dirijo a abrir mientras mis amigas cambian de tema al nuevo caso de Viper y al guapo cliente que le toca representar.
Fox está del otro lado de la puerta con una sonrisa.
—Ya sé, no me esperabas y debí avisar. En realidad, te escribí y no respondiste.
Miro hacia la sala.
—Tengo el celular cargando y no lo escuché por estar hablando con mis amigas.
—Oh, están tus amigas. No quiero molestar. Solo pensé en pasar y pedirte un favor, y es mejor en persona.
—¿Con qué?
Él parece dudar durante un momento y yo espero, paciente.
—Hay un evento de caridad el próximo fin de semana al que debo asistir como invitado. Creo que seré subastado… No yo, sino mis servicios… —hace una pausa—. Eso sonó peor de lo que quería decir —se ríe—. Subastarán una cena conmigo, o un día conmigo, o algo así. La cuestión es que necesito acompañante, y las opciones son mi madre o tú. No quiero presionarte, porque apenas estamos saliendo. Sé que deseas ir lento, y yo también.
—¿Quieres que vaya?
—Sí. La duda es que habrá reporteros, gente que conozco y puede que te hagan preguntas incómodas. No quiero que te sientas mal y decidas que lo mejor es no estar conmigo. No tienes que decir que sí. Si dices que no, no cambiará nada.
Editado: 06.08.2025