—Cuando creí que todo estaba bien, mi esposo me pidió el divorcio. Raphael tenía siete años.
—¿No te dijo que había otra mujer?
—No. No lo creí capaz de eso. Lo descubrí a través de unos amigos en común. No solo me afectó el divorcio, sino también que me cambiara por una mujer de veintidós años.
—Eso es fuerte. Al menos saliste adelante.
Sonríe.
—Tuve que hacerlo por Raphael. Tuve la suerte de contar con el apoyo de mis padres y de mis amigas. Además, él no me quitó el respaldo económico y cumple como padre —ríe—. Y el karma lo alcanzó un año después de dejarme, cuando ella lo cambió por alguien más joven y con más dinero.
Sonrío.
—Qué bien. ¿Y no has querido salir de nuevo con alguien?
Ella baja la vista y suspira.
—Me cuesta confiar. No es sencillo cuando se tiene un hijo —asiento, comprendiéndola, porque me siento así—. He estado hablando con alguien, tomamos un café de vez en cuando. Nada oficial. Mi hijo no lo sabe y no estoy segura de si es lo correcto…
—¿Es un profesor de la escuela de tu hijo?
Ella ríe.
—No. Es el padre de uno de los amigos de Raphael. Él también está divorciado. Su esposa lo dejó por otro hombre, y eso fue lo que nos unió, pero no ha pasado nada… —hace silencio—. No sé por qué te cuento esto. Mi amiga de toda la vida es la única que sabe. Vincent y yo no hemos ido más allá de un pequeño beso la última vez. Parecemos adolescentes que se gustan y no se atreven a confesarlo, y nuestros miedos no son los padres, sino los hijos.
—A veces es más fácil contarle algo a alguien que no forma parte de tu entorno cercano. Mira, te entiendo, y por eso te diré que te animes, que lo intentes. O al menos habla con él para aclarar lo que sienten. Yo tenía mis dudas con Fox y también me cuesta confiar en las personas, pero decidí darme la oportunidad, y aquí estamos.
—Juntos, esperando su primer hijo.
Asiento.
—No lo habría creído posible.
—Me preocupa más la reacción de Raphael. Sé que no le molestaría que yo comience a salir con alguien, porque me lo ha dicho, pero no sé si le guste la idea de que ese alguien sea el papá de uno de sus amigos.
—Al contrario, seguro le agradará que sea un buen hombre que los cuide a ambos y que pueda llevarse bien con él.
—En eso tienes un punto.
—Ve con calma, dejando que el tiempo haga lo suyo.
Toma mi mano y la aprieta con suavidad.
—Gracias por el consejo. Y puedes estar tranquila, nunca tuve intención de acercarme a Fox, a pesar de lo que dijo mi hijo. Es un hombre atractivo y ha sido amable, pero no es para mí. Me atraen los hombres un poco mayores, y si es posible, que no sean famosos. Tengo casi cuarenta años.
Río.
—Cada una con su estilo de hombre.
Nos echamos a reír.
Admito que al principio Kate me pareció algo falsa, pero esa impresión se desvaneció con el correr del día hablando con ella.
Mientras Fox y Raphael pasaban el tiempo charlando sobre autos, carreras y paseando por la pista, nosotras hablamos sobre nuestros trabajos y vidas. Descubrí que no era falsa, solo que se sintió algo intimidada por mí y temía causarme algún problema con Fox.
A medida que pasó el tiempo, se relajó y demostró ser una mujer cálida y amable. Una madre que adora a su hijo y que incluso me dio algunos consejos sobre el embarazo y lo que viene después del parto.
Ahora estamos descansando en la sala, esperando que Raphael y Fox regresen de su paseo, pues él lo llevó a dar una vuelta en uno de sus autos.
Yo no tenía idea de que tenía tres autos además del que suele usar. Uno de ellos es de carreras, una auténtica leyenda, que compró después de convertirse en campeón mundial de NASCAR ese año.
A mí me parece una locura tener varios autos y no usarlos, pero no soy fanática como él. Me gustan las carreras, la adrenalina del momento, y sé algunas cosas de autos, pero no soy apasionada del tema.
Fox y Raphael regresan minutos después, el segundo desbordando de emoción. Le cuenta a su madre que fue genial probar el auto y que ahora está más seguro que nunca de querer convertirse en corredor.
Fox le dice que siga entrenando, que termine la escuela y que, si de verdad sigue interesado y demuestra talento, él lo ayudará con sus contactos.
Raphael se lanza a sus brazos y Kate se seca una lágrima, conmovida por ver a su hijo tan feliz.
Y yo, encantada con ese lado paternal de Fox, siento que la idea de verlo como padre se vuelve más fuerte que nunca y me da aún más seguridad.
Kate y Raphael se despiden después de compartir unas pizzas. Fox le dice al niño que irá a verlo en una de sus prácticas para asegurarse de que siga sus consejos. Raphael se emociona.
Kate se despide de mí con un abrazo y me recuerda que tengo su número por cualquier cosa que necesite, ya sea consejos de madre o si deseo una decoradora de interiores. Claro que yo le menciono lo del diseño gráfico.
Editado: 06.08.2025