Un amor sorpresa

Capítulo 26: Lexy

Me quedo esperando que Fox o su padre respondan a la pregunta que quedó suspendida en el aire.

Fox luce nervioso, mientras que su padre permanece tieso, como si hubiera olvidado las palabras.

—Hijo, no puedes seguir ocultando la verdad. Lexy tiene que saberlo. —anima Portia.

¿Ella sabe?

—Me están asustando —exclamo, dirigiendo la mirada de Portia a su hijo—. ¿Qué es lo que se supone que debo saber?

Jacob bebe tranquilamente de su copa de vino.

—Es muy pronto para decirlo… —habla Fox—. La verdad, Lexy, es que compré muebles y cosas para el bebé, aunque no sepa el género. Las compré para armar una habitación en mi casa con la esperanza… o certeza, de que te mudes conmigo, ya sea antes del parto o después de este. Estoy enamorado de ti y me da igual que apenas te conozco desde hace casi dos meses. Esa es la verdad.

Portia niega con la cabeza y Jacob hace una mueca extraña.

¿Acaso ellos no aprueban que Fox y yo vivamos juntos?

Fox sonríe.

—Eso es tierno… No se preocupen, no tengo prisa para mudarme con su hijo —aclaro, buscando sacar la tensión del momento—. Todo a su tiempo.

—Oh, no, querida —Portia toma mi mano con suavidad—. No estamos desaprobando la idea de mi hijo. De hecho, creo que sería lo ideal, pues van a tener un bebé juntos, y es mejor que ordenen esa cuestión antes de que el bebé nazca, y no que esté paseando de una casa a la otra.

—Exacto —apoya Jacob—. Es solo que esperaba que mi hijo se confesara como corresponde —lo mira con reproche—, desgarrando su corazón y no de una forma tan… impersonal.

Fox frunce el ceño.

—Ustedes arruinaron los planes invitándose a cenar. La invité a cenar a ella para una cita, para ambientar la situación antes de decirle que la quiero.

Baja la mirada un momento, y reprimo mi deseo de jugar con los cubiertos con el objetivo de distraer la mente, como cuando era pequeña y una situación me ponía nerviosa.

No esperé que Fox me dijera que me quiere hoy, y menos frente a sus padres. Aunque, él tampoco esperaba confesarse delante de ellos.

Portia y Jacob me agradan. Y quiero creer que yo les agrado y aceptan a mi hijo sin problemas.

La cuestión es que algo en todo esto no termina de encajar.

Agradezco el gesto, la sinceridad, incluso el detalle de haber preparado una habitación para el bebé, pero hay una tensión invisible que sigue flotando entre todos.

Aun así, sonrío, fingiendo normalidad, mientras doy otro sorbo a mi agua.

—Tal vez… —digo, intentando sonar ligera— deberíamos hablar sobre mudanza y hacer confesiones después del postre, ¿no?

Jacob suelta una leve risa y Portia asiente con una expresión que me cuesta descifrar. Fox me lanza una mirada que parece suplicar paciencia. Yo asiento, más por inercia que por convencimiento.

La cena termina entre charlas sobre el clima, series y anécdotas inofensivas. Nada de lo que realmente importa.

Cuando finalmente nos despedimos de sus padres en la puerta del restaurante, Portia me abraza más fuerte de lo necesario.

—No lo sueltes fácil, ¿sí? —me dice al oído antes de apartarse.

Fox y su padre intercambian un apretón de manos silencioso y seco. Y luego, estamos solos otra vez.

—¿Quieres caminar un poco? —pregunta Fox, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Claro. La noche está linda.

Caminamos por las calles iluminadas por faroles y los negocios cerrados. La ciudad parece distinta de noche. Más íntima y menos ruidosa.

Él camina a mi lado sin prisa, como si esperara que yo rompiera el silencio primero, pero no lo hago.

Me concentro en el ritmo de nuestros pasos, intentando poner en orden las emociones.

—No era así como quería que te enteraras —dice de pronto, con voz queda—. Iba a armar la habitación del bebé y mostrarla. Aunque el objetivo principal era que te animaras a mudarte, la mayor intención es demostrar que estoy comprometido con nuestra relación y con el bebé. Y la idea no era que te enteraras así, delante de mis padres.

Lo miro. Su perfil se ve serio bajo la luz. Sus facciones son más firmes y luce más guapo. Si es que eso es posible.

—Lo sé —respondo suavemente—, tampoco fue tan terrible. Portia y Jacob… son intensos, pero dulces.

Fox suelta una risa breve, como si le aliviara que los mencionara sin rencor.

Seguimos caminando unos pasos más en silencio.

—Si buscas la palabra "intensa" en el diccionario, la fotografía de mi madre aparece al lado.

Suelto una carcajada baja sin poder evitarlo.

—¿Entonces? —pregunto— ¿Nos imaginas viviendo juntos con un bebé?

—Lo deseo —admite—. Pero también sé que es una decisión grande. No quiero presionarte.

—Fox… —nos detenemos en una esquina y busco su mirada—. Apenas nos conocemos. Y, al mismo tiempo, siento que conozco más de ti que de personas con las que compartí años. Lo nuestro fue rápido, sí, pero el bebé viene igual de rápido, y no quiero hacerlo sola, no cuando tengo a alguien que está dispuesto a estar a mi lado. No quiero estar sola, y admitirlo es difícil —nos miramos fijamente—. Y tampoco quiero estar contigo por miedo —aclaro—. Si me mudo contigo, será porque te quiero. Porque confío en ti.



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En el texto hay: comedia, drama, embarazo

Editado: 06.08.2025

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