Un amor sorpresa

Capítulo 32: Lexy

Refriego mis ojos con pereza, sofocando el ardor y el cansancio. Me he enfocado en el trabajo, intentando adelantar la mayor cantidad posible de trabajo mientras sigo analizando si arriesgarme con Fox o no.

Lo extraño, y creo que el bebé también.

Cada vez que mi hijo se mueve en mi vientre, deseo que Fox esté a mi lado, sintiéndolo también. Es el padre y tiene derechos.

Me levanto de la silla y camino hacia la cocina por un vaso con agua. Lo bebo despacio, permitiendo que el líquido transparente refresque mi garganta. Luego dejo el vaso en la mesa y suspiro. Me siento suspendida en una pausa incómoda entre lo que fue y lo que podría ser.

Les escribí a mis padres para informarles que voy a tener un bebé. No expliqué nada sobre mi situación con Fox, solo les avisé que serían abuelos, aunque dudo que les importe. No obtuve respuesta. Fue entonces cuando comprendí que no quiero que mi hijo crezca con la misma indiferencia, no cuando tiene padres que desean estar presentes.

Sigo confundida respecto a mi relación con Fox, pero estoy segura de una cosa: no quiero privar a mi hijo de su padre si él está dispuesto a ser uno presente. Sería egoísta, aunque tenga razones para alejarlo.

Hago algunos estiramientos con los brazos para aliviar la tensión cuando el sonido del timbre me obliga a caminar hasta la puerta. Al abrir la puerta, el rostro que encuentro me sorprende más de lo que esperaba: Portia, impecable como siempre, y con una expresión difícil de leer.

—Sé que soy la última persona que desearías ver en este momento, pero tenía que arriesgarme —levanta las manos mostrando unas bolsas—. Compré cosas para mi nieto.

Debería estar molesta con ella, pero no puedo. Estoy embarazada por su causa, sí, pero también entiendo que respetaba el silencio de su hijo.

Agarro las bolsas.

—Gracias.

—Sé que estás enojada con Fox y estás en tu derecho. Yo no estuve de acuerdo con que te ocultara la verdad, solo respeté su decisión porque no quería que me exiliara después de lo que hice a sus espaldas —hace una pausa—. Y no te hablaré de lo mal que está si no quieres escucharlo.

—¿Fox te envió?

Niega con la cabeza.

—No. Apenas nos habla a su padre y a mí. Tuve que llamar a su hermano y rogarle que viniera a verlo. Vine porque quiero saber cómo estás y cómo está mi nieto.

Un destello de preocupación cruza por mi mente.

—¿Fox podría hacer algo imprudente estando solo?

Ella abre los ojos, negando rápido.

—No, claro que no. Solo me preocupa que se deprima y no se cuide. No lo veo así desde que el médico le habló de su pierna. Luego, cuando perdió su última carrera, se encerró en casa durante un mes sin hablar con nadie, gruñéndole a cualquier persona que se acercara. Dogan y el fisioterapeuta fueron los únicos que lograron romper ese muro. Y tú también, creo.

Intento parecer fría, pero es imposible. Portia tiene una personalidad única, arrolladora, que te lleva a quererla aunque no quieras. Nada que ver con mi madre, estructurada y distante, que demostraba amor con una sonrisa medida y manos que rehuían los abrazos.

Abro la puerta y la dejo entrar. Ella acepta un café y le cuento cómo va todo con el bebé, omitiendo que aún no he armado la habitación. Viper y Sky me ayudaron a acomodar algunas cosas, pero todavía no he dado el siguiente paso.

Portia menciona el baby shower mientras me enseña la ropa y las cosas que compró para su nieto.

Le confieso que no me entusiasma. No tengo muchos conocidos y no quiero una fiesta vacía o llena de gente desconocida. Ella lo comprende sin presionar.

—Estoy ansiosa por conocer al bebé, pero no de ánimo para una fiesta.

—Respetaré eso —toma mis manos—. Si cambias de opinión, dímelo. Puedo organizar uno en un día.

Sonrío.

—Gracias.

Se pone de pie.

—Ya debería irme. No quiero invadir tu espacio—se acomoda el bolso y sonríe—. Te pido que consideres perdonar a Fox. Entiendo si no deseas retomar la relación, pero no lo alejes de su hijo. Y espero que tampoco nos apartes a su padre y a mí de la vida de nuestro nieto.

—No lo haré. Después de todo lo que hiciste para tener un nieto, no podría hacerlo —río—. Fue una locura.

—Mi esposo ya está acostumbrado a mis locuras, aunque esta fue la peor de todas. Dijo que debería estar agradecida de que no demandaras a la clínica.

—No se me pasó por la cabeza hacerlo. Sería mucho drama innecesario.

Reímos.

—Muchas gracias. Espero, de corazón, que mi hijo y tú puedan volver a estar juntos porque no creo que haya una mujer más perfecta para él que tú. Me alegro de que seas la madre de mi nieto y no me guardes rencor queriendo alejarme de él.

Niego con la cabeza.

—Serán abuelos maravillosos.

Sus ojos brillan por las lágrimas y me envuelve en un abrazo cálido y maternal, que me atraviesa hasta lo más profundo. Nunca imaginé sentirme así con ella. Hoy, por primera vez, me permito pensar que mi hijo merece crecer rodeado de amor.



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En el texto hay: comedia, drama, embarazo

Editado: 06.08.2025

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