Un amor sorpresa

Capítulo 34: Lexy

La casa de Fox está llena de una alegría ruidosa, casi palpable, mientras celebramos mi baby shower mixto. Y sí, al final decidí complacer a mi suegra, permitiéndole organizar una pequeña celebración. Skyler estuvo más que dispuesta a ayudar en todo, y Viper dio apoyo moral solo para no quedarse fuera.

Aunque al principio iba a ser algo solo de mujeres, Viper propuso incluir a los hombres, y fue un acierto. Fue divertido ver a mi suegro intentando atarse las agujetas sin reventar el globo, o a Dogan, con los ojos vendados, tratando de ponerle un pañal a un muñeco. El pobre muñeco terminó con el pañal en la cabeza y los zapatos puestos al revés. Inolvidable. Los gritos de risa llenan cada rincón, y el sonido me envuelve. El aire huele a pastel de limón y a colonia masculina, una mezcla curiosa pero agradable que me arranca una sonrisa.

—Tus suegros son tan agradables y tu cuñado se cree el mejor abogado del mundo —musita Viper con tono de fastidio, el ceño ligeramente fruncido.

—Pensé que se entenderían.

—¿Por ambos ser abogados? Por favor. A veces los abogados chocamos, y con él es como querer mezclar agua con gasolina —responde, con una mueca de desagrado—. Me criticó por no aceptar casos de homicidio, como si tener ética fuera una debilidad profesional. Dice que esos casos son los más desafiantes y que yo no tengo estómago para los retos. ¿Puedes creerlo?

Le da un sorbo a su copa de vino con toda la indignación del mundo, el cristal tintinea al rozar sus dientes.

—¿Tan mal te cayó?

—Un engreído de primer nivel. Juzgarme por los casos que acepto es inaceptable. No tiene ni idea de lo que realmente me mueve o de lo que me asusta. Que venga a llevar cuatro divorcios simultáneos con custodia compartida y padres narcisistas. A ver si sigue hablando tanto.

Me relamo los labios, buscando las palabras adecuadas. Dogan me parece un buen hombre, un buen hijo y hermano, y me cae bien, pero entiendo que Viper detesta que la juzguen. Especialmente si se meten con su trabajo o su romántica alergia al compromiso. Me pregunto qué será lo que realmente los irrita tanto el uno del otro, porque sus discusiones parecen tener una energía extra, algo más allá de la simple antipatía.

—No tienes que hablar con él.

—Tienes razón. Parece muy ocupado discutiendo con su reflejo y me voy a relajar mientras abres regalos.

Me toma de la mano y me lleva hasta el sofá, donde quedo en el centro de atención. Fox se sienta a mi lado y deja un beso suave en mi mejilla. Él está más emocionado que yo abriendo los regalos.

—Tienes que abrir este, amor —me dice, entregándome una cajita envuelta con esmero—. Yo he abierto casi todos.

—Está bien...

Desenvuelvo el regalo con más paciencia que él. Dentro hay un adorno para la cuna con figuras de animales colgando, y en la base está grabado el nombre de nuestro bebé: Archer. Yo me muero de amor.

—¿De quién es el regalo? —pregunta mi suegra.

Busco alguna tarjeta, pero no hay nada. Hasta que noto algo más... ¿es un anillo?

Entre el elefante y el león, cuelga un anillo de diamante. No es llamativo, pero sí hermoso. Simple, elegante, perfecto. La luz del sol que entra por la ventana lo hace brillar con un destello suave que me roba el aliento.

—¡No puede ser! —grita emocionada Skyler.

Miro a Fox mientras agarra el anillo.

Todo se vuelve silencio. Las voces desaparecen, las risas también. Solo estamos él y yo. El corazón me late tan fuerte que lo escucho en los oídos, un tambor sordo en medio de la quietud. El aire me sabe a vainilla y a nervios dulces. Fox me mira, sus ojos llenos de una promesa silenciosa que siento en cada fibra.

—Algunos pensarán que llevamos poco tiempo para esto —dice, su voz firme y baja, solo para mí—, pero aprendí que el tiempo no lo es todo. Lo que importa es lo que construimos: las noches en vela, tus antojos a las tres de la mañana, cómo sonríes aun cuando estás cansada. Incluso en tus peores días, eres la mujer más increíble que he conocido—las lágrimas me pican en los ojos—. No tengo dudas, Lexy. Quiero pasar mi vida contigo. Tal vez la boda pueda esperar, pero este anillo quiero que lo lleves desde ahora. ¿Te casas conmigo?

—¡Claro que quiere! —interviene Portia desde el fondo.

—Mamá, la pregunta fue para ella, no para ti. —responde Dogan.

Suelto una carcajada entre lágrimas y asiento, sin poder hablar. Solo logro susurrar:

—Por supuesto. Te amo.

Fox desliza el anillo en mi dedo, y nos besamos como si el mundo se detuviera por un momento, hasta que mis amigas nos separan para felicitarnos entre abrazos y gritos.

Es el día más especial. No imaginé que me pediría matrimonio tan pronto, aunque tampoco me sorprende. Vivimos juntos, nos ayudamos en nuestros trabajos y compartimos cada momento del embarazo. Él ha estado conmigo en todo, incluso en las noches en que no encuentro una posición para dormir y termino con tres almohadas, una bolsa de agua caliente y su brazo entumecido.

Portia me da un abrazo cálido.

—Supe que eras la ideal para Fox desde que te vi en la cocina. Me vas a hacer abuela, y aunque ya te considero una hija, será grandioso que lleves el apellido Farley.



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En el texto hay: comedia, drama, embarazo

Editado: 06.08.2025

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