Mery
Me despedí de Fran y le escribí a mis amigas para despedirme, me era difícil hacerlo en persona ya que tardaría en llegar a sus casas. Comencé a empacar mis cosas, ya que mis padres llegarían muy pronto y después de ellos llegaría un camión de mudanza.
A pesar de que había logrado liberar una pequeña parte de mis sentimientos con Fran, el sentimiento que tenía anteriormente había vuelto, un sentimiento que anulaba toda emoción, el sentimiento de no sentir nada, tal vez suene extraño pero no se como describirlo.
— ¡Mery ya llegamos! — gritó Malin al mismo tiempo que entraba a la casa con mis padres.
— El camión llegará en aproximadamente media hora. — dijo mi madre mientras revisaba algo en su celular. — Espero que ya hayas guardado tus cosas.
— Ya lo hice, también guardé las cosas de Malin, así que no debes preocuparte. — dije a mi madre mientras llevaba las maletas a la entrada.
Todo ya estaba listo para irnos, todos empezamos a sacar algunas cosas para subirlas al camión en cuanto llegara, mi hermano ayudaba en lo que podía con cosas pequeñas, mientra mis padres y yo llevábamos cosas más grandes y pesadas.
— El camión tarda un poco… — dijo mi padre cuando ya habíamos llevado varios muebles al exterior. — ¿Segura de que tienen la dirección correcta? — preguntó a mi madre que se encontraba revisando su celular para ver si había algún mensaje de la compañía de mudanzas.
— Estoy segura de eso, pero aún no hay ningún mensaje. — dijo mi madre y luego miró a mi padre que estaba con el ceño fruncido, mi madre rió un poco y se acercó para besar su mejilla. — Vamos cariño no te preocupes, tampoco ha pasado tanto tiempo, seguramente llegarán antes de lo que esperas.
Mis padres eran como el ying y el yang en varias ocasiones, mi madre era más alegre, sociable, cariñosa y expresiva, mientras que mi padre era más reservado, serio, algo gruñón y silencioso. Sin embargo lucían bien juntos, tenían algunos gustos en común y la misma profesión, hacían una linda pareja y un gran equipo, no muchas personas pueden decir eso de sus padres, muchos incluso son testigos de peleas y discusiones fuertes en sus familias que a veces pueden llegar a la violencia, sin embargo yo nunca había visto esto en mi padres, claro que habían tenido uno que otro pequeño desacuerdo alguna vez en su vida, después de todo nadie es perfecto. Todo esto lo digo porque en aquel momento, mientras observaba a mi madre con mi padre, pensaba en si algún día podría tener algo así con alguien, sé que era muy joven para imaginar algo así, sin embargo ¿no parecía una linda idea?
— ¡Mamá! ¿Ese no es el camión? — dijo Malin apuntando un camión que venía a lo lejos.
Efectivamente ese era el camión, luego de que los hombres que venían ahí subieran las cosas y que mi padre corroborara que el conductor tenía la dirección correcta, subimos al auto con algunas maletas, llevábamos lo más necesario, como nuestra ropa y cepillos de dientes, eran cosas que no necesariamente debían ir en el camión.
Escuchaba música durante el trayecto y observaba por la ventana, algo que solía hacer siempre que iba de viaje, me gustaba ver el cielo a medida que avanzábamos, como era tarde en aquella ocasión era de un color azul grisáceo, estaba algo nublado, aunque no parecía como si fuera a llover; calmado pero triste, esa era la impresión que me transmitía el cielo en aquel momento.
Me quedé dormida durante unos minutos y después de unas cuantas horas entramos a la ciudad, parecía un lugar encantador y de mi estilo, sin embargo no era mi ciudad, no era el lugar donde había crecido, vi un gran letrero que decía "Bienvenido a Cristal" estaba coloreado con colores pastel o tal vez era el desgaste, sin embargo su tamaño y los dibujos alrededor lo hacían llamar la atención.
Yo intentaba no sentirme mal, seguramente mis padres me darían un sermón si me veían con “poca iniciativa”, en algún momento el auto se detuvo y ya estábamos frente a la nueva casa, en cuanto entramos fui hasta la que decidí que sería mi nueva habitación, intenté leer un poco para distraerme, pero aquel extraño sentimiento de vacío no dejaba de estar presente en mí. Dejé mi libro a un lado y me asomé por la ventana, el aire era mucho más fresco que en mi antigua ciudad, era una sensación agradable sentir el viento en mi rostro desde pequeña siempre amaba eso.
La ciudad de Cristal aún no se sentía como mi hogar, pero tal vez no era tan malo, desde mi ventana podía ver su gran belleza, había una exuberante naturaleza y pocas casas, era muy diferente a mi antiguo hogar, pero esto no tenía por qué ser malo.
El vació en mí continuaba, pero al ver el paisaje me sentía un poco mejor, pensaba en mi familia y mis amigos, a quienes había dejado en mi antiguo hogar, también pensaba en Nico, aunque me hubiese rechazado no podía dejar de sentir cosas por él, recordé que hace unas semanas había terminado de leer un libro que me dieron en el colegio. Ese libro me había encantado, y me prometí a mí misma hacer lo que hizo uno de los protagonistas.
— Seré feliz, hasta que encuentre la felicidad...
No muchos entenderían a lo que me refería en aquel momento, quizás solo Sasuke quien había leído miles de libros, pero solo bastaba con que yo misma supiera de qué estaba hablando, si Nico, mi príncipe salía de mi corazón, significaba que no era el correcto, si era el correcto algún día el destino nos volvería a cruzar, una sonrisa se dibujó en mis labios luego de pensar aquello.