EL ESCUADRON ZANEMI
Mientras aquellos siete ángeles discutían de alguna manera pacífica, un mensajero llegaba de manera apresurada llamando la atención de aquellos problemáticos.
- ¿Ustedes son los del Escuadrón del Arcángel Zanemi? – su pregunta era seria, aunque su rostro estaba algo pálido por la situación en donde se encontraba, sabia que este no era un grupo con los cuales se podía hablar pacíficamente.
- ¿Quién eres tú? – una voz femenina, algo arrogante sonaba a su espalda mientras lo inspeccionaba de pies a cabeza.
Entre balbuceos, con miedo y teniendo todas las miradas puestas en él, sin percatarse comenzó a temblar levemente y no era para menos ya que la voz que le hablaba al oído era de alguien que sabía moverse demasiado rápido y el jamás noto el momento en el que ella se puso a su espalda.
- ¿Este grupo da miedo?, ¿En qué momento logro ponerse atrás de mí, si estaba frente a todos ellos? – pensaba dentro si, tratando de darle una respuesta lógica a todo. – Con razón nadie quería venir a darles este mensaje – seguía pensando mientras que la situación poco a poco se tornaba más densa.
- No me hagas repetirlo, porque si repito la misma pregunta otra vez… - de pronto y sin previo aviso comenzó a sentir escalofríos, sus manos y sus piernas ya no sabia controlarlas, estaban temblando, el miedo lo estaba llevando a limites grandes, sentir que hablaban a su oído no era nada agradable, su mente no sabía reaccionar. – Hare cosas muy feas y dolorosas, porque algo que odio es repetir más de una vez lo que digo, así que responde mi pregunta por tu propio bien. – es mi fin comenzó a pensar mi boca no puede moverse, estoy acabado.
- Deja de asustar al chico Naivy, no es gracioso – de pronto una carcajada fuerte se escucho y aquel ambiente hostil cambio totalmente.
- Tenías que haber visto tu rostro – se reía mientras decía estas palabras – parecía que ya te pondrías a llorar – lo que parecía una broma para ella, para el pobre chico eran los momentos mas aterradores de su vida.
- ¿Estaba jugando conmigo?, ¿Debe de estar bromeando?, ¿Esto no tenía nada de chistoso, mi cuerpo estaba al borde del colapso?, ¿Quiénes son estos tipos? – arrodillado en el suelo, bañado en sudor, lagrimas saliendo de su rostro, queriendo controlar su respiración, su mente tratando de acomodar todo a la normalidad, eran todos los efectos que una simple broma de mal gusto había ocasionado. – Ellos no son normales, ¿Qué tipo de entrenamiento tuvieron? – eran sus palabras más cuerdas después de unos segundos.
- Parece que nos necesitan, esta es la carta que nos envía Zanemi –
- ¡La carta! – pensó - ¿En qué momento logro quitármela? – mientras pensaba en esto, revisaba el lugar donde debería estar la carta.
- Me imagino que estás pensando, ¿En qué momento logro quitármela? – sus ojos se abrieron mas de lo que ya estaban y su respiración comenzó a volverse rápida.
- ¿Acaso leyó mis pensa…? – su corazón latía más rápido cuando alguien más termino esa frase.
- ¿mientos?, y la respuesta es sí – cuando levanto la mirada, observo que estaba de espaldas aquel angel que leía los pensamientos y con los brazos cruzados.
- Bueno, ya hiciste tu trabajo, ahora vete… - fueron las únicas palabras normales que escucho, y sin pensarlo mucho, salió corriendo de aquel lugar, no queriendo encontrarse de nuevo con ellos.
- No quiero volverlos a ver nunca más, son aterradores… ese escuadrón da miedo – eran los pensamientos de aquel mensajero que rápidamente se alejaba y daba gracias que regresaba con vida a su puesto.
- Bueno, ya nos divertimos un poco – decía el que parecía líder de grupo – Vamos a ver que quiere Zanemi, supongo que ya se enteró – con tono calmado, pero autoritario hablo con su grupo, extendieron sus alas y volaron hacia su destino.
Mientras tanto en un lugar sombrío, donde todo tipo de esperanza era nula, y los gritos de personas sufriendo eran terribles y desgarradoras, una reunión se llevaba a cabo con toda serenidad.
- Así que estos son los ángeles que lograron detener nuestro avance, ¿Qué patético? – mientras observa algo como fotografías en un recipiente extraño lleno de algo parecido al agua, mezclado con varios componentes que hacían que aquello se tornase mas asqueroso.
- ¿Qué opinas de ellos? – decía uno de ellos sentado de una manera cómoda, con el brazo puesto en el respaldar de lo que pareciera una silla, con su pierna encima de la misma silla y siendo cubierta con la otra.
- ¿Qué opino?, son unos idiotas arrogantes, eso opino – su cara parecía enojada, pero al mismo tiempo controlada, sus ojos eran como llamas de fuego ardiendo y su mirada era intimidante, su personalidad parecía fría y cautivadora. Y aunque su rostro parecía cálido y cautivador para muchas y muchos, en lo profundo de su corazón lo que más desbordaba era maldad, odio, ira, furia, dolor, penas, todo lo malo que puede existir, estaba dentro de una persona.
- Pareces un poco enojado hermano – decía esto mientras sonreía un poco al ver la cara de frustración del otro.
- Parezco dices, ESTOY ENOJADO Y TODO POR TU CULPA IMBECIL RETRASADO… - los gritos de furia eran inmensos, se escucharon retumbar por todos lados y su cara que tenia aspecto semi gentil se torno roja y comenzaba a transformarse cuando de pronto, con un suspiro enorme se autocontrolaba y regresaba a la normalidad. -Lo siento hermano, no quise gritarte, pero es que tu manera en cómo tomas las cosas me hace enojar muchísimo. – ya estando en completa calma se acomodo en otro asiento mientras con su mano derecha, utilizando sus dedos masajeaba su frente para pensar con claridad y relajarse mas rápido.