Un Angel En La Oscuridad

CAPÍTULO II (Parte cuatro)

EL ESCUADRON ZANEMI

 

Mientras aquellos siete ángeles discutían de alguna manera pacífica, un mensajero llegaba de manera apresurada llamando la atención de aquellos problemáticos.

- ¿Ustedes son los del Escuadrón del Arcángel Zanemi? – su pregunta era seria, aunque su rostro estaba algo pálido por la situación en donde se encontraba, sabia que este no era un grupo con los cuales se podía hablar pacíficamente.

- ¿Quién eres tú? – una voz femenina, algo arrogante sonaba a su espalda mientras lo inspeccionaba de pies a cabeza.

Entre balbuceos, con miedo y teniendo todas las miradas puestas en él, sin percatarse comenzó a temblar levemente y no era para menos ya que la voz que le hablaba al oído era de alguien que sabía moverse demasiado rápido y el jamás noto el momento en el que ella se puso a su espalda.

- ¿Este grupo da miedo?, ¿En qué momento logro ponerse atrás de mí, si estaba frente a todos ellos? – pensaba dentro si, tratando de darle una respuesta lógica a todo. – Con razón nadie quería venir a darles este mensaje – seguía pensando mientras que la situación poco a poco se tornaba más densa.

 - No me hagas repetirlo, porque si repito la misma pregunta otra vez… - de pronto y sin previo aviso comenzó a sentir escalofríos, sus manos y sus piernas ya no sabia controlarlas, estaban temblando, el miedo lo estaba llevando a limites grandes, sentir que hablaban a su oído no era nada agradable, su mente no sabía reaccionar. – Hare cosas muy feas y dolorosas, porque algo que odio es repetir más de una vez lo que digo, así que responde mi pregunta por tu propio bien. – es mi fin comenzó a pensar mi boca no puede moverse, estoy acabado.

- Deja de asustar al chico Naivy, no es gracioso – de pronto una carcajada fuerte se escucho y aquel ambiente hostil cambio totalmente.

- Tenías que haber visto tu rostro – se reía mientras decía estas palabras – parecía que ya te pondrías a llorar – lo que parecía una broma para ella, para el pobre chico eran los momentos mas aterradores de su vida.

- ¿Estaba jugando conmigo?, ¿Debe de estar bromeando?, ¿Esto no tenía nada de chistoso, mi cuerpo estaba al borde del colapso?, ¿Quiénes son estos tipos? – arrodillado en el suelo, bañado en sudor, lagrimas saliendo de su rostro, queriendo controlar su respiración, su mente tratando de acomodar todo a la normalidad, eran todos los efectos que una simple broma de mal gusto había ocasionado. – Ellos no son normales, ¿Qué tipo de entrenamiento tuvieron? – eran sus palabras más cuerdas después de unos segundos.

- Parece que nos necesitan, esta es la carta que nos envía Zanemi –

- ¡La carta! – pensó - ¿En qué momento logro quitármela? – mientras pensaba en esto, revisaba el lugar donde debería estar la carta.

- Me imagino que estás pensando, ¿En qué momento logro quitármela? – sus ojos se abrieron mas de lo que ya estaban y su respiración comenzó a volverse rápida.

- ¿Acaso leyó mis pensa…? – su corazón latía más rápido cuando alguien más termino esa frase.

- ¿mientos?, y la respuesta es sí – cuando levanto la mirada, observo que estaba de espaldas aquel angel que leía los pensamientos y con los brazos cruzados.

- Bueno, ya hiciste tu trabajo, ahora vete… - fueron las únicas palabras normales que escucho, y sin pensarlo mucho, salió corriendo de aquel lugar, no queriendo encontrarse de nuevo con ellos.

- No quiero volverlos a ver nunca más, son aterradores… ese escuadrón da miedo – eran los pensamientos de aquel mensajero que rápidamente se alejaba y daba gracias que regresaba con vida a su puesto.

- Bueno, ya nos divertimos un poco – decía el que parecía líder de grupo – Vamos a ver que quiere Zanemi, supongo que ya se enteró – con tono calmado, pero autoritario hablo con su grupo, extendieron sus alas y volaron hacia su destino.

 

Mientras tanto en un lugar sombrío, donde todo tipo de esperanza era nula, y los gritos de personas sufriendo eran terribles y desgarradoras, una reunión se llevaba a cabo con toda serenidad.

- Así que estos son los ángeles que lograron detener nuestro avance, ¿Qué patético? – mientras observa algo como fotografías en un recipiente extraño lleno de algo parecido al agua, mezclado con varios componentes que hacían que aquello se tornase mas asqueroso.

- ¿Qué opinas de ellos? – decía uno de ellos sentado de una manera cómoda, con el brazo puesto en el respaldar de lo que pareciera una silla, con su pierna encima de la misma silla y siendo cubierta con la otra.

- ¿Qué opino?, son unos idiotas arrogantes, eso opino – su cara parecía enojada, pero al mismo tiempo controlada, sus ojos eran como llamas de fuego ardiendo y su mirada era intimidante, su personalidad parecía fría y cautivadora. Y aunque su rostro parecía cálido y cautivador para muchas y muchos, en lo profundo de su corazón lo que más desbordaba era maldad, odio, ira, furia, dolor, penas, todo lo malo que puede existir, estaba dentro de una persona.

- Pareces un poco enojado hermano – decía esto mientras sonreía un poco al ver la cara de frustración del otro.

- Parezco dices, ESTOY ENOJADO Y TODO POR TU CULPA IMBECIL RETRASADO… - los gritos de furia eran inmensos, se escucharon retumbar por todos lados y su cara que tenia aspecto semi gentil se torno roja y comenzaba a transformarse cuando de pronto, con un suspiro enorme se autocontrolaba y regresaba a la normalidad. -Lo siento hermano, no quise gritarte, pero es que tu manera en cómo tomas las cosas me hace enojar muchísimo. – ya estando en completa calma se acomodo en otro asiento mientras con su mano derecha, utilizando sus dedos masajeaba su frente para pensar con claridad y relajarse mas rápido.




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