Un Angel En La Oscuridad

CAPÍTULO III

UNA TRISTE DESPEDIDA

 

Dia: sábado 04 de noviembre

Hora: 10:00 am

Lugar: Casa de habitación

 

Eran las diez de la mañana, el clima estaba soleado y el cielo estaba en su máximo esplendor, su color azul estaba encendido y como si alguien hubiera pasado una escoba, no había rastros de nubes, el clima era precioso, sin embargo, para un pequeño grupo de personas que se encontraban bajo ese cielo, era un símbolo de tristeza.

- Mis condolencias – decía una persona desconocida a una mujer que lloraba algo desconsolada, y mientras hablaba estas palabras le daba un pequeño abrazo en señal de fortaleza.

- Gracias, realmente lo agradezco – decía aquella mujer que lloraba.

- ¿Cómo se encuentra él? – otra persona preguntaba a la mujer que lloraba.

- Se encuentra bien, solamente no quiere hablar con nadie… ha sido un golpe muy fuerte – era la respuesta de aquella mujer que entre lagrimas exclamaba. – Pero el ya tomo sus medicamentos, es la parte buena de esto. – termina de decir secando sus lagrimas con un pañuelo de color blanco.

Las horas continuaban pasando, y algunas personas llegaban, mientras otras se despedían. El ambiente no era del todo oscuro, llegaron ciertas personas las cuales con su manera de actuar lograban alegrar algo el ambiente con sus comentarios, aunque eran dolorosos, a muchos les causaban gracia.

- Oye, realmente así de chistoso te miras al dormir, con razón nadie te quería – decía una persona joven, mientras estaba viendo a través del aquel transparente cristal, el rostro del chico que se encontraba allí. – Con razón ella te dejo – y mientras decía esto reía y lo que parecían unas gotas caían sobre aquel cristal, el dolor era enorme. – Adiós mi buen amigo, pórtate bien adonde sea que vayas… - y entre un nudo en la garganta termino esta frase y lentamente se fue alejando de aquel cristal.

- ¿Verdad que se ve feliz? – decía una bella joven de tez alta y delgada, de cabello color negro y con un visto del mismo color para acompañar aquella ocasión.

- Si, parece que está dormido, y mira su sonrisa a pesar de todo jamás se apagó – contestaba otra joven, esta era de tez baja y algo formida, su cabello era corto y de color café, y algo que tenían en común era que sus lagrimas no dejaban de brotar mientras ellas hablaban.

- Oye, realmente crees que este en un lugar de descanso – preguntaba ahora un joven acercándose a ambas muchachas. – Yo que recuerde, este tipo era incorregible en muchas ocasiones – una sonrisa estaba en su rostro, pero era una sonrisa fingida, trataba de disimular la tristeza de su rostro.

- Bueno, cuando lo vea en mis sueños le preguntare, ¿Te parece? – y al escuchar esta frase los tres comenzaron a reír, aunque las lágrimas acompañaban esas risas.

Pero, mientras todas estas personas estaban cerca de aquel ataúd, una joven estaba sentada en una esquina sola, su mente estaba perdida y aunque muchos llegaban a tratar de alegrarla, ella simplemente los ignoraba viendo hacia otro lado.

- ¿Quién es ella? – se preguntaban muchos de los que se encontraban allí reunidos.

- Ella era su mejor amiga, por eso se encuentra así – eran las respuestas de algunos que sabían quién era ella.

- Con razón se ve tan triste y perdida – decía otra persona que escuchaba la conversación.

Sin darse cuenta, las horas continuaron pasando hasta que llegaron las cuatro de la tarde, la hora mas triste, la hora a la que nadie le gusta llegar, la hora del ultimo adiós, la hora del sepelio.

- Seguro que quieres estar aquí Erick – le decía una linda joven de ojos café, mientras sostenía su mano.

- Adonde más puedo estar – contestaba Erick de manera calmada, aunque algo triste al ver a todos aquellos que sufrían porque ya no estaba con ellos. – Quisiera poder despedirme de ellos, pero desafortunadamente no me ven – ahora sus palabras sonaban con algo de frustración.

- Lo siento, quisiera poder hacer más, pero mi poder es débil, tengo que seguir entrenando – decía con su cara agachada, triste y con una lagrima en su lindo rostro.

- Oye, no llores – le decía colocando su mano bajo su rostro y levantándolo hacia arriba – ya te he dicho que te vez hermosa cuando sonríes – y ahora con sus ambas manos limpiaba las lagrimas de aquella bella joven que lo acompañaba.

- Mira, parece que ya llego el momento final – decía Yeimy al ver que el ataúd era levantado y llevado al lugar donde seria sepultado.

Lentamente aquellas personas que llevaban aquel féretro iban acercándose a la sepultura, las lágrimas de muchos comenzaron a salir al ver como poco a poco iba bajando hacia un lugar oscuro donde seria colocado por una eternidad.

- Así que este es el final – decía Erick al ver como poco a poco los sepultureros comenzaban a llenar de tierra aquel agujero donde se encontraba el cuerpo sin vida de este personaje que solamente observaba su final.

- Erick, deberías ir a despedirte de tu familia y de ella… - decía Yeimy soltando su mano para que fuera a cumplir las palabras dulces de aquella bella joven, y lentamente se fue acercando a aquella mujer que estaba cerca de aquel lugar donde estaban sepultando a su hijo.




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