MENTIROSO, MENTIROSO
En ocasiones una mentira se puede definir como blanca o negra, pero al final de todo, una mentira es una mentira, y esta trae sus consecuencias sin lugar a dudas.
Ángel Superior Gabriel.
Segundo Cielo
Tribunal Blanco (dentro del tribunal)
Juez Encargado: Ángel Superior Miguel
Bases enormes, una pared que parecía ser impenetrable, ángeles guardianes en cada esquina, armados y preparados para actuar sin mediar palabras, cientos de ancianos sentados en lo que parecía la zona del jurado, dos ángeles de gran estatura parados uno en cada lado del acusado y lo peculiar de estos era que sus ojos estaban vendados, aunque no se tenían que tomar a la ligera, todos los que se encontraban en ese lugar eran sin lugar a dudas los más fuertes. El lugar donde se encontraba el juez era muy alto y sin lugar a dudas no era un sitio donde se quisiera estar, al lado del juez se encontraban cuatro mediadores sentados, dos a su derecha y dos a su izquierda, y colgado en lo que era el techo de aquel lugar, una balanza de oro muy fino y pulido, con la cual se juzgaba de manera parcial y justa, y que si el acusado no sabia que hacer o que decir esta se encargaría de mostrar que hay falsedad en sus palabras, la mentira no era una opción que cabía en ese lugar.
- Muy bien, ahora mismo se dará inicio a este juicio en el cual, por si hay alguien que no está enterado de la situación, este joven que se encuentra en medio de los ángeles castigadores y envuelto en cadenas, fue el responsable de acabar con uno de los demonios invasores llamado Balbar – Miguel sin mediar palabras, comenzó directamente con el juicio y mientras este hablaba, los ancianos que se encontraban en la zona del jurado quedaban sorprendidos al escuchar lo que este decía y mas cuando el nombre de Balbar fue mencionado – si recordaran, en pasadas batallas este demonio fue el causante de muchas bajas y que peculiarmente derroto a dos ángeles elites pertenecientes al escuadrón de la arcángel Ana – continuaba Miguel explicando – Balbar pertenecía a las filas Ekitos el pecado de la ira – cada vez más y más asombro se podía notar en todos los que se encontraban en ese lugar.
- Espera un momento Miguel – exclamaba uno de los ancianos que, levantándose de su asiento, comenzó a tomar parte de la conversación – no es algo improbable, que este jovenzuelo haya realizado tal hazaña – la voz de aquel anciano era profunda, su aspecto era firme, su mirada puesta en aquel joven mientras se dirigía al juez encargado.
- Mi querido Jonás, comprendo tus palabras – contestaba Miguel de manera serena y muy paciente – pero tienes que recordar que estamos aquí para comprender dos cosas, la primera que hacían estos demonios en ese lugar y la segunda porque ese joven causo gran alboroto – cuando aquel anciano escucho las palabras de Miguel, inclino su cabeza en señal de reverencia y tomando asiento nuevamente, Miguel continuaba explicando.
- Muy bien, continuando con el reporte, antes de escuchar al joven acusado – sacaba Miguel lo que parecía un papel de color blanco y en el cual parecía haber escrito unas palabras en un idioma muy extraño – esto señores, como lo recordaran, son las palabras de aquel demonio que logramos capturar y obtener información hace mucho tiempo y que esto nos ha servido para obtener las confesiones precisas de todos aquellos que han sido juzgados en este lugar – y mientras levantaba aquel papel, observo fijamente al acusado y este al verlo, quedo totalmente sorprendido al ver lo que aquel acusado estaba haciendo.
- ¡Miguel! – protestaba otro anciano, pero el tono de voz era fuerte y algo desafiante – esto es una falta de respeto para todos los que nos encontramos en este lugar – y señalando con su dedo en dirección del acusado - ¿Cómo es posible que este chico pueda estar durmiendo en la situación en la que se encuentra? – y saliéndose del lugar en donde se encontraba, la intención de aquel anciano era la de despertarle de manera violenta, pero esta al querer hacer tal acción, la punta de una lanza fue detenida justamente en la sección de su cuello, haciendo que este quedara quieto, ya que al parecer al más mínimo moviendo, aquella lanza continuaría su rumbo.
- Nahum, bien sabes que no puedes tocar al acusado – la cara de Miguel lo decía todo, mientras pasaba sus dedos por su frente y cerraba sus ojos para controlar aquella leve preocupación que por un momento lo atrapo, dando un suspiro, exclamaba – al estar protegido con los ángeles castigadores, estos no reconocen a nadie, su única existencia es proteger al acusado o acabarlo si es necesario – y levantando su mano, señalo al ángel que tenia la lanza en el cuello de aquel anciano y ordeno que este la alejara – ve a sentarte, y no vuelvas hacer tal acción – y volviendo a su posición, aquel anciano no volvió a tomar participación en aquel tribunal, se mantuvo escuchando nada más – bueno, regresando a nuestro asunto – y señalando al otro ángel que se encontraba a la par del acusado, dio la orden para despertarlo y aquel ángel tomando su lanza golpeo la cabeza del acusado de una manera no tan brusca, ocasionando que este se despertara por el dolor.
- Auch – fue el grito de queja de Erick – ¿A qué se debió ese golpe? – quien de manera molesta exclamo y en su mirada se podía notar que el dolor era algo fuerte.