Un Angel En La Oscuridad

CAPITULO III (parte final)

ERASE UNA VEZ… CUANDO TODAVIA CONFIABA (La Paz después de la Tormenta) Parte Final

 

“You know I can’t smile without you, I can’t smile without you, I can’t laugh and I can’t sing, I’m finding it hard to do anything, you see I feel sad when you’re sad, I feel glad when you’re glad, if you only knew what I’m going through, I just can’t smile without you” – Siempre me ha encantado es canción, aunque su significado sea algo triste – y tarareando la esta canción continuaba su camino.

 

Había un enorme silencio que abarcaba todo aquel lugar, aquello era tan profundo que se podía escuchar hasta el leve zumbido de una mosca que rondaba, lagrimas cayendo al suelo, corazones agitados, sollozos por parte de aquellos que habían logrado escapar de alguna manera de aquel caos que hace unas pocas horas se había desatado, dejando grabado en las mentes de aquellos sobrevivientes, escenas terribles, caóticas, que con solo el hecho de imaginar la cara de aquellos que irrumpieron aquel lugar, era mas que suficiente para revivir aquel trauma y no dejar que nadie pudiera ni siquiera cerrar sus ojos para poder llorar en paz.

- ¡Hijo!, ¿Dónde estás? – eran los gritos desgarradores de una madre, la cual no podía encontrar entre aquella pequeña multitud, aunque silenciosa, a su preciado hijo.

- ¡Antonio! Hermano mío – ahora el llamado pertenecía a un hermano – aunque sea levanta tu mano para poder ubicarte – y moviéndose entre todos, buscaba desesperadamente a su hermano pequeño, aunque en su mente conocía que la realidad podía ser la peor, la esperanza de encontrarlo era aún más – has visto a Antonio, es un chico de estatura mediana – y preguntando a cada uno de los que allí se encontraban, aquel hermano continuaba en su búsqueda.

- Aquellos que tengan heridas leves o graves, por favor necesito que se coloquen de este lado para tratarlos – eran las palabras de aquel ángel que con vestimentas médicas, trataba de separar a los heridos, ya que, aunque tuvieran un pequeño rasguño, su vida dependía de que ese rasguño fuera tratado, ya que un veneno, no letal pero si corrosivo, corría por sus venas y con el tiempo este afectaría a la mente de aquellos y los convertiría en aquello que por tantos miles de años han tratado de destruir. Y mientras, por un lado, estaban los que habían sido afectados psicológicamente, al ver todo el caos, en otra sección estaban aquellos que estaban totalmente frustrados y enojados consigo mismos, ya que, a pesar de tener una fuerza devastadora, no habían sido capaces de ni siquiera de moverse.

- Esto debe de ser una maldita broma – y golpeando de manera violenta una mesa que tenía cerca y haciendo que esta se partiera por la mitad debido al golpe, era la manera en la cual Ariael podía liberarse de aquella frustración que lo atormentaba – tanto entrenamiento al final no sirvió de nada – las lágrimas caían, su voz se quebraba cada vez que hablaba, este chico estaba totalmente devastado – no puedo sacarme esa mirada de mi mente, esos ojos que me gritaban ayuda, y simplemente ver cuando estos eran apagados, me destruyo completamente – y cayendo de espalda en el suelo, no importado la fuerza con la que había impactado, el llorar de este joven ángel, al cual un poder totalmente destructivo lo había elegido, había sido retirado del campo de batalla porque todavía no había comprendido las funciones de ese majestuoso poder.

- Ariael, todos estamos así – era la voz de una chica que acostándose a su lado, lo arropaba con su brazo, atrayéndolo hacia ella y así consolar el dolor de aquel joven – ahora trata de calmarte, no es momento para perder la cabeza – y con una voz suave, tenue, tranquila, aquella joven lograba calmar poco a poco a Ariael, aunque ella por dentro, estuviera de la misma manera y no pudiera sacar de su cabeza todas aquellas escenas tan desgarradoras, pero también sabia que debían de guardar la calma, porque lo que se aproximaba iba a necesitar que todos ellos tuvieran la cabeza fría.

- No puedo culparlo por sentirse de esa manera Ana – eran las palabras de Zanemi que, sentado en una silla y con la cabeza agachada, no parecía comprender todo lo que sus ojos habían visto – todos estamos totalmente destrozados, pero realmente el que se encuentra en peor estado es Ariael, es la segunda vez que le toca vivir una situación de estas – aquellas palabras de Zanemi hicieron que todas las miradas se pusieran en Ariael - ¿Por qué crees que él se esforzaba más de lo normal para completar el entrenamiento? – y Zanemi viendo a Ariael, que se encontraba ya dormido en los brazos de Ana, diría una frase que conmovería a todos en aquel lugar – Ariael es un huérfano que por mucho tiempo busco un hogar después de que unos demonios destruyeran a su familia, y que finalmente lo encontró cuando nos conoció a todos – todos los que allí se encontraban estaban sorprendidos, no conocían ese pasado de Ariael, todavía quedaba mucho por descubrirse. Por otro lado, mientras unos se reconfortaban y trataban de comprender situaciones y enfriar sus cabezas, en otro sitio, otra reunión se llevaba a cabo, para tomar medidas tácticas por el evento que había sucedido.

- Necesito respuestas y las necesito ahora – eran las palabras de lo que parecía un general angelical – como fue que cuatro pecados capitales lograran infiltrarse y ocasionar todo ese caos – cada vez más y más fuertes eran las palabras de aquel general que parecía poco a poco estallar en enojo - ¿Dónde demonios están los encargados de dar los reportes de daños? – la desesperación parecía estar envolviendo aquel lugar.




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