Un Angel En La Oscuridad

CAPITULO IV (parte tres)

DESPUES DE LA TORMENTA, ¿VIENE LA CALMA?

 

- Oye no te vayas – eran las palabras de alguien afligido – te he dicho que no te vayas – y tomando el brazo de aquella misteriosa persona, y con lágrimas cayendo de sus ojos... aquellas parecían no tener ningún efecto.

- Por última vez – y empujando con fuerza a aquel que trataba de detenerlo, lograba eliminar aquel agarre – te he dicho que no me sigas y que me dejes en paz – y mientras decía estas palabras, aquel misterioso personaje se alejaba cada vez más y más.

- No me dejes – y sentado en el suelo, llorando amargamente, solamente miraba como aquel misterioso personaje se alejaba – no tengo más amigos aparte de ti – y recostándose en el suelo, aquella oscuridad en la que estaba envuelto parecía estar cada vez más acosándolo – NO… USTEDES QUIENES SON – algo trataba de acercarse a el desde las sombras – NO ME TOQUEN… ALEJENSE DE MI – cada vez más, se acercaban y trataban de tomarlo por la fuerza – AUXILIO… ALGUIEN AYUDENME – aquellos gritos pidiendo socorro eran desgarradores, aquella alma se encontraba totalmente desamparada – NO.. NO… NO… ALEJENSE DE MI – nadie llegaba en su ayuda – DEJENME SALIR DE AQUÍ… – y dando un grito tan desgarrador, aquellas presencias lograban tener a su objetivo.

- Artimedez…. Artimedez – alguien comenzaba a sacudirlo fuertemente – despierta por el amor de Dios – y tratando de traerlo de vuelta, de aquel mundo de ensueño en donde se encontraba, la fuerza aplicada no parecía tener ningún efecto – estas teniendo una pesadilla Artimedez… regresa por Dios – y dándole una ultima sacudida, lograba con éxito aquel objetivo.

- ¿Dónde rayos estoy? – eran las primeras palabras de Artimedez, quien, con una respiración acelerada, bañado en sudor y con las palpitaciones tan fuertes que se podían escuchar claramente, lograba despertar de aquella pesadilla – ¿Qué demonios pasó? ¿Cuánto tiempo llevo gritando? – y levantándose lentamente, todo sudoroso, tratando de comprender lo que había sucedido… se sentó en el borde de la cama en donde se encontraba reposando, buscando relajarse y dejar de sentir aquel miedo en el que se encontraba envuelto.

- Artimedez… señor – eran las palabras de aquel que lo había despertado – está en el hospital angelical – la explicación de aquel personaje comenzaba a darse – después del duro enfrentamiento entre usted y sus alumnos… cada uno de ustedes fue traído aquí por órdenes suyas – lentamente Artimedez comenzaba a recordar lo sucedido – al parecer el daño provocado de parte de usted hacia ellos no fue grave, pero si lo suficiente para dejarlos noqueados por un buen tiempo – poco a poco Artimedez comenzó a ver a su alrededor y comprendió en donde se encontraba, a pesar de la explicación de aquel personaje, que parecía un medico de aquel hospital, todavía la comprensión absoluta no llegaba a el – pero en el último ataque que usted recibió por parte de Erick y Azarías, si se vio afectado, ya que fue un golpe que le dio de lleno… aunque la verdad, el haberse puesto de pie luego de ese golpe es un milagro – al escuchar estas ultimas palabras, pequeños recuerdos comenzaron a llegar a su cabeza y entre aquellos recuerdos, aquella escena de aquel poderoso golpe hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro.

- Y a Azarías y Erick… ¿Cómo están? – la primera pregunta decente de Artimedez, después de un largo rato.

- Ellos se encuentran bien… aunque están pagando las consecuencias de haber utilizado esa oración – la cara de aquel doctor, al decir esto ultimo no era tan confortable – al parecer los efectos secundarios, son algo aterradores – y sacando unos papeles, comenzó a decir los detalles de aquellos dos pacientes.

- No es para menos doctor – las palabras de Artimedez parecían comprender bien la situación – hasta yo estoy recibiendo parte de esos efectos, es más, usted mismo acaba de despertarme de una terrible pesadilla y gracias por hacerlo… realmente creí que no iba a despertarme – ya tranquilo, libre de aquel martirio, Artimedez comenzaba a ponerse de pie para ir a ver a sus queridos, pero lastimados alumnos.

En otra parte del mismo hospital, pero en un área de menos cuidados intensivos… una platica algo peculiar se llevaba a cabo.

- Todavía no puedo creer que esos dos idiotas, hayan sido los únicos capaces de derribar al tonto del general – las palabras inconformes de una joven dama se hacían resonar por aquella habitación.

- Dudo mucho que esos dos, hayan sido capaces de hacer algo tan exagerado como lo que nos comentó la profesora Johana – aquellas palabras tenían un toque de envidia y algo de rabia – nosotros también fuimos capaces acertar más de un golpe – aquella conversación cada vez se hacía más estrepitosa.

- ¿Nosotros? – con tono altanero y prepotencia, una joven se añadía a la conversación – querrás decir… NOSOTRAS cabeza de musgo – ahora Naivy era la que tenia el mando en la conversación – Tiffany, la idiota de Emely y yo fuimos las UNICAS que te quede muy claro UNICAS que logramos darle un golpe de lleno también – y tocándose aquel sitio, donde el puño de aquel general impacto antes de quedar fuera de combate, seguía repitiendo lo mismo – ustedes solamente sirvieron como saco de boxeo y más nuestro querido Zalathras que se lanzó sin tener ningún plan en mente, pensando que era mejor que todos nosotros – y observando adonde se encontraba Zalathras, aquellas palabras parecían más provocación que otra cosa.

- Tus comentarios son extremadamente estúpidos y sin sentido – al parecer alguien se encontraba molesto – igual que tú – y colocándose frente a ellos – y como todos ustedes – y acercándose de manera lenta, otro más, se añadía a la conversación – al final del caso, quiero dejarles algo en claro… Artimedez tiene favoritos y son esos dos – al decir estas palabras, todos quedaron en completo silencio, nadie sabia que responder a esto.




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